La cartera de Turismo parece un bombón, pero para Canarias será otro punto de discordia con José Manuel Soria. Primero habrá de poner orden el ministro dentro de su propio partido el año en que el Cabildo de Gran Canaria, el único en el que gobierna, ha decido desmarcarse de la promoción conjunta en ferias como Fitur (ya veremos en las demás). Luego habrá de terminar de aclararse sobre sus últimas declaraciones acerca de las bonificaciones a las tasas aeroportuarias que han permitido a Canarias un espectacular incremento en la entrada de turistas. En una reciente entrevista, Soria dijo que esas bonificaciones, por las que Aena reduce tasas a las compañías que establecen nuevas líneas con las islas, eran “de economías bolcheviques”. Si mantiene esa postura y su compañera Ana Pastor, titular de Fomento, suprime esa ayuda recogida en el Plan Canarias, el Gobierno de Paulino Rivero le saltará literalmente al cuello. Por último, el ministro de Turismo tendrá que cambiar radicalmente la postura que hasta ahora ha mantenido en los consorcios de rehabilitación de las zonas turísticas, particularmente la del sur de Gran Canaria. Hasta ahora, su papel ha sido el de dinamitero, primero con Rita Martín, la más extravagante consejera de Turismo que ha pisado moqueta, y ahora con el alcalde de San Bartolomé de Tirajana, aliado de su partido pero menos. La irrupción de la empresa pública Gesplan ha vaciado de capacidad de maniobra al consorcio en el que a partir de ahora habrá tres de las cuatro patas controladas por el PP: Cabildo, Ayuntamiento y Turespaña. La otra es el Gobierno de Rivero. De momento, los empresarios se muestran entusiasmados con el nombramiento.