El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora
El turno de la sostenibilidad y las personas
Cuando Paulino Rivero y José Miguel Pérez se reunieron por primera vez para componer el pacto que desde 2011 ha llegado hasta ahora en Canarias, acordaron hacer un cambio en el organigrama del Gobierno que, a la postre, resultó bastante extravagante, por no llamarlo disparatado. Separar Educación de Cultura, o Medio Ambiente de Ordenación del Territorio; mezclar Asuntos Sociales con Vivienda y Cultura, o Educación con Sostenibilidad, no se le había ocurrido hasta entonces a nadie, y ahora sabemos por qué. La cultura se llevó en Canarias un rastrillazo inmenso porque a la misma consejera que tenía que lidiar con su propio fracaso en dependencia no se le podía pedir que cuidara mejor aquella otra área. Medio Ambiente se convirtió en una maría dentro de la compleja Consejería de Educación y Universidades. Y siempre resultó chocante escuchar al consejero de Economía y Hacienda defendiendo su gestión en un incendio forestal o en el caso más reciente del pesquero ruso hundido al sur de Gran Canaria por haberle caído seguridad y emergencias en su departamento. Apasionante. De esto, por fortuna, hablaron este jueves los integrantes de la mesa del pacto, de reconducir las competencias de las consejerías y dotarlas de cierta lógica. En eso parecen haber avanzado los negociadores junto a aspectos programáticos que ya empiezan a conocerse, como lo que han dado en llamar una “redefinición” de la Comisión de Ordenación del Territorio y Medio Ambiente, la famosa Cotmac que el PP siempre se ha querido cargar y le compró sin mirar un risueño Clavijo que luego tuvo que matizar. Tampoco es malo que se redefinan los órganos para que funcionen mejor y no entorpezcan el funcionamiento de la economía, pero no para dejar el control del urbanismo municipal en manos de los ayuntamientos, como algunos candidatos han proclamado.
Prometedor gobierno en Gran Canaria
Es bueno redefinir la Cotmac pero para ser más exigentes con la sostenibilidad, que también es compatible con las necesarias inversiones, por qué no. Lo explica muy bien el Papa en su Encíclica “Sobre el cuidado de la Casa Común”, un texto muy recomendable -que se lee de una sentada- para todos los negociadores y componedores de programas de gobierno en países desarrollados. Las cosas que dice Francisco son más que razonables y deberían hacer recapacitar especialmente a los que por otros motivos que no vienen al caso se dan golpes de pecho cada domingo en misa de doce tras dedicar el resto de la semana a llevarse por delante cosas tan delicadas como esa Casa Común que es nuestro entorno vital. En la isla de Gran Canaria estamos de enhorabuena en este sentido gracias al gobierno que se perfila en el Cabildo. Algunos pusieron el grito en el cielo al saber que lo va a presidir Antonio Morales, el más activo defensor de las energías renovables y, por consiguiente, contrario a la penetración del gas o cualquier otra fuente fósil. Su oposición a la regasificadora en el muelle de Arinaga adquiere en estos momentos un valor que supera lo testimonial para pasar a lo evidentemente ejecutivo al ser el Cabildo el competente para autorizar o denegar esa planta u otras en cualquier otra parte. Porque la planificación territorial de la isla en todas sus vertientes, incluida la energética, es competencia del gobierno insular. Con Morales, y esperemos que con la colaboración del Gobierno de Canarias, Gran Canaria puede vivir un interesante impulso a las renovables, condenadas a un retraso pornográfico derivado en muchas ocasiones de la corrupción que en tiempos del PP rodeó los concursos de asignación de potencia eólica. Le espera al presidente del Cabildo, que tomará posesión este sábado en un acto para el que hay serios problemas de aforo, un reto de muchos quilates, al menos mientras Soria sea el ministro de Industria y Energía y mantenga sus majaderías contra el autoconsumo y los impuestos al sol que ya le han tumbado las autoridades comunitarias.
Más gente
Pero Antonio Morales no va a estar solo en ese gobierno que el lunes tomará posesión. Le acompañan, tanto en Nueva Canarias como en Podemos o en el PSOE, personas muy cualificadas en sus respectivas áreas. Si Morales es un experto en la gestión municipal y en el medio ambiente, a lo que también es sensible el profesor Raúl García Brink, de su candidatura, el vicepresidente primero, Ángel Víctor Torres, del PSOE, viene de dejar el listón muy alto en el Ayuntamiento de Arucas, referente regional en la gestión del alumbrado público, por poner el más reciente ejemplo. Juan Manuel Brito, vicepresidente segundo y número uno de Podemos en el Cabildo, es muy respetado en el campo de la gestión social, como lo es en el de la igualdad su compañera María Jesús Nebot, o la socialista Elena Mañez, hasta ahora directora general del Instituto Canario de la Mujer y probable nueva consejera de Políticas Sociales. En Nueva Canarias destaca la presencia de una activista incansable por el derecho de los pueblos, la abogada Inés Miranda, sin despreciar al veterano Carmelo Ramírez, o la incansable Inés Jiménez, que se perfila como responsable del área de Turismo. Está casi cantado que el economista Pedro Justo Brito, de Nueva Canarias, se haga cargo de Hacienda, o que Miguel Hidalgo asuma las responsabilidades del sector primario y la soberanía alimentaria. No le arrendamos las ganancias a Podemos con la Consejería de Emergencias, siempre candente (con perdón), ni al PSOE cuando abra los cajones y levante los tatamis de la Consejería de Deportes que deja exprimida el insuperable Lucas Bravo de Laguna, del PP derrotado.
La decepción de Bañolas
A Fernando Bañolas le tendrá que encontrar Coalición Canaria un puesto de relumbrón en el nuevo orden gubernamental canario para que el partido no se disuelva en Gran Canaria. La decisión de Antonio Morales de dejarlo fuera del gobierno en el Cabildo arrincona un poco más al líder nacionalista, que por perder en estas elecciones hasta perdió el bastión de su propia ciudad, Santa María de Guía. La representación en el Cabildo ha quedado reducida a un escuálido (con perdón) consejero insular, él. Ya perdió la opción de gobernar por la pésima gestión que hizo en las negociaciones con José Miguel Bravo de Laguna en 2011: dos de los tres consejeros de CC se transfugaron para entregarse al poder rutilante que entonces (¡qué tiempos aquellos!) representaba el PP. Hoy,tanto Juan Domínguez como Antonio Hernández Lobo saborean su doble derrota, la de una errónea apuesta personal y la de la debacle misma del partido que abrazaron como repentinos conversos. Pero volvamos a Bañolas. Su participación en este pacto que se ha aglutinado en torno a Antonio Morales estuvo siempre supeditada a lo que ocurriera con Podemos, que empezó las negociaciones con una postura estúpida y la terminó reconduciendo para bien de la organización y –esperemos- del gobierno insular. El voto de Bañolas era imprescindible sólo si los de Brito elegían estar en la oposición, pero a Nueva Canarias y al PSOE le sobran ya consejeros con los cuatro que aporta Podemos como para tener que meter un cuarto socio en el gobierno insular. Demasiados gallos en el mismo gallinero. En este contexto es comprensible el comunicado de cabrero que este jueves lanzó Coalición Canaria. El partido se desmorona en Gran Canaria por varios factores, entre los que se encuentra el crecimiento imparable de Nueva Canarias, inversamente proporcional a la pérdida de fuelle de los de Bañolas. No será suficiente tener un consejero o consejera en el Gobierno; o una presidenta en el Parlamento, o una senadora en Madrid. CC se desangra en Gran Canaria y por esa herida puede que empiece el desmoronamiento general.
Cuidado con pisar la gaviota
Como ya sabrán de sobra, y si no, sólo tienen que pinchar aquí, Mariano Rajoy ya zanjó la mitad de la crisis que anunciaba para engrasar la maquinaria del PP y del Gobierno de España. Quita de en medio a Floriano y a González Pons, dos pérdidas irreparables que ya están provocando duelos y novenas por todo el país. Pero siendo leves esos cambios, son mucho más profundos que los que ha hecho Soria en Canarias tras su enorme batacazo electoral. Necesitará el presidente del PP isleño la ayuda divina, esa que se invoca tanto entre las personas de orden con el límite mismo de sus propios bolsillos, como se ha encargado el Papa Francisco de proclamar en su magnífica encíclica sobre el medio ambiente y el cambio climático, tantas veces negado por cerebritos de la derecha. Soria debería leérsela para confirmar que los ecologistas no sólo no tienen rabos y cuernos, sino que son bendecidos por Su Santidad. Más terrenal y más cercano a nosotros es lo ocurrido el pasado domingo en el pago de La Peñita, en el Puerto de la Cruz, donde se celebraba la festividad del Corpus Christi con la elaboración de alfombras de flores y arena, seguida de la correspondiente procesión a la que acudía la corporación municipal recientemente constituida. Cuando se acercaba la hora culmen, alguien reparó en que uno de los tapices confeccionado sobre la calle contenía el símbolo del Partido Popular, es decir, su famosa gaviota. Los concejales del PSOE, aún escaldados por la escaramuza que les hicieron los de Coalición haciendo alcalde a otro del PP, decidieron quejarse al hermano mayor de la cofradía de El Calvario, a ver qué va a ser esto. El pobre hombre no sabía donde meterse porque, efectivamente, el pajarraco se parecía muchísimo al símbolo pepero, pero a aquellas alturas del día era imposible hacer el más mínimo arreglo. Así las cosas, los concejales socialistas decidieron, en señal de protesta, no pisar las alfombras y transcurrir por las aceras, no fuera a ser que aquella visión pudiera generarles algún mal mayor al ya padecido. Pero todo quedó satisfactoriamente solucionado para todos gracias, una vez más, a la intervención divina: alguien explicó a los presentes que aquella gaviota no era otra cosa que una paloma más estilizada de la cuenta, es decir, el símbolo bíblico de la Santísima Trinidad.
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