A Ignacio González Martín, el padre de Nacho González, le parecía que dieciséis años al frente de la Cámara de Comercio de Tenerife eran muchos años y que por eso lo mejor era renunciar. No vamos a ser nosotros los que le discutamos la decisión, el momento, ni la añada, pero si trasladamos esa porriada a los mandatos políticos, ¡son cuatro!, la envidia de la concurrencia, oiga. Don Ignacio no es culebrón, pero casi. Es un clásico del poder profundo en Tenerife, el más selecto de los representantes empresariales y el más destacado prócer de cuantos aparecen imputados en la operación de Las Teresitas, ahora en el Supremo. Otro culebrón, ya ven. El caso es que González Martín no se ha marchado sin dejar su sello personal. Lo hizo este viernes en el solemne acto de relevo. Cuando todo el mundo daba por hecho que iba a haber una transición natural hacia una de las vicepresidentas, Ángeles Palmero, casi a punto de que empezaran los vítores en su honor, va el presidente saliente y designa heredero a título de candidato al otro vicepresidente, José Luis García. La cara de los presentes iba entre el asombro y la consternación, especialmente notable esto último en la damnificada. La influencia de don Ignacio se dejó sentir, aunque no con una diferencia aplastante, (20 a 14), y el patrono del sector del metal se hace cargo de la Cámara de Comercio de Tenerife, que formará equipo con plena libertad al renunciar a integrarse la derrotada.