La primera reacción de muchos periodistas canarios al conocer el precinto de la bodega de Stratvs, en Lanzarote, fue la de echarse las manos a la cabeza. Son los periodistas que ya habían abierto y degustado el contenido de la botella de vino malvasía seco, cosecha de 2012, que les regaló el presidente de Repsol, Antonio Brufau, tras la polémica rueda de prensa que ofreció el pasado 14 de noviembre en Las Palmas de Gran Canaria. Como les contamos aquí en su momento, la comparecencia del compadre de Soria tuvo como objetivo provocar a los cabildos de Lanzarote y Fuerteventura endosándoles la pretendida responsabilidad de que no se instalara en sus respectivos puertos la base logística para las prospecciones petrolíferas cercanas (e inminentes, palabra del día). Para rematar aquella arriesgada estrategia que terminó estallándole en la cara a la multinacional petrolera, Brufau obsequió a los periodistas presentes con un queso majorero y una botella de Stratvs, acompañados ambos presentes de un tarjetón en el que se anunciaba que ambos productos iban a comercializarse en las tiendas de las gasolineras de la compañía. Los periodistas que optaron por guardar la botella y esperar mejor ocasión (quizás un brindis por el cierre de la bodega y el aún inconcluso intento por restablecer la legalidad urbanística en Lanzarote) tienen en su poder un vino que puede haber adquirido ya valor de coleccionista. Con la bodega parada al menos hasta que se celebre el juicio sobre su presunta ilegalidad y por un máximo de cinco años, es más que probable que pase mucho tiempo antes de que se pueda volver a producir este vino. Salvo que, advertido desde hace tiempo de las ilegalidades, Juan Francisco Rosa haya puesto en marcha un plan B que le permita retomar la actividad en otro sitio, preferentemente con licencias y las bendiciones legales correspondientes. Lancelot no ha informado de nada a este respecto. Era el día de las lamentaciones.