Lo que es bálsamo para la sociedad y para la propia Justicia es sal en las heridas de los urdangarines, los Bárcenas, e incluso los Zerolos, que es a donde quería llegar. El Supremo no está para muchos farolillos, de ahí que no debe ser muy saludable ni conveniente que el ex alcalde de Santa Cruz y el resto de los imputados por el caso Las Teresitas se relajen lo más mínimo. Ahí tienen para corroborarlo la noticia que adelanta nuestro compañero Noé Ramón, que maneja fuentes de la Fiscalía del Supremo, donde no se descarta revisar los delitos de prevaricación, e incluso de cohecho, que le fueron extrañamente sobreseídos de modo provisional a los principales encartados en esta trama de corrupción presuntamente presunta. Resultaría muy extraño que Miguel Zerolo no tenga que responder ante un tribunal por su espectacular enriquecimiento a partir del año 2001, cuando se perpetra la operación urbanística; ni él y el resto de los sospechosos de las idas y venidas de préstamos multimillonarios a empleados mileuristas, de dádivas, pelotazos y valoraciones sui generis. No queremos imaginar cómo se pondrán algunos periodistas del régimen si al Supremo se le ocurre reabrir esos delitos con la lejanía y la frialdad que otorga no rozarse con tanto capo di capi.