Todo ocurrió el 4 de abril de este año durante la celebración de un pleno del Cabildo de Fuerteventura, justo en el momento en que se discutía el Real Decreto por el que se declaraba el campo de tiro de Pájara “zona de interés para la defensa nacional”. Como corresponde a los tiempos que corren, Coalición Canaria y el PSOE se posicionaron en contra de tal declaración, mientras que Montelongo, desde la bancada de la oposición, levantaba ante todos los presentes, constituida en Juana de Arco majorera, la bandera patria e incluso la enseña de la Legión, glorioso cuerpo muy vinculado a Fuerteventura al que llegó a mencionar cuando se refirió a ciertas pintadas aparecidas por aquel entonces en la isla. Quizás fue en ese punto, el referido a las pintadas, el que sacó de sus casillas a un destacado dirigente asambleario (de Asamblea Majorera) sentado entre el público, Lázaro Cabrera. Todo hace sospechar que hacia él iban dirigidos probablemente algunos comentarios ?quizás acompañados de gesticulaciones- de la consejera popular dado que por aquellos días había sido identificado como autor de algunas de esas pintadas nada menos que un hermano de Lázaro, de nombre Prudencio. Para el juez que el pasado mayo tuvo que perder su tiempo en dilucidar si entre Cabrera y Montelongo hubo faltas, no ha quedado muy claro si desde la posición de la consejera del PP había posibilidades o no de hacer gesticulaciones al público. “Al margen de que se estime que la ubicación de la señora Montelongo no es un elemento imposibilitador de la realización de gesticulación dirigida a alguna persona asistente al pleno como público, por cuanto nada le impide hacer cualquier tipo de escorzo en aras a tal conducta, lo cierto es que el denunciado no aportó ningún testigo que corroborase tal circunstancia”. El juez se tomó la molestia de analizar dónde se sienta en los plenos Aguedita para concluir que debía gesticular de perfil, en escorzo, para dirigirse al público. Pero que ni así parece acreditado que lo hiciera.