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Las “cotufas” o “roscas” de las playas de Fuerteventura, en peligro por el saqueo

Ni palomitas, ni roscas, ni cotufas, son algas fósiles

EFE / Canarias Ahora

10 de noviembre de 2022 12:12 h

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Las playas del norte de Fuerteventura albergan más de 6 millones de rodolitos, más conocidos como “cotufas” o “roscas” por su particular aspecto. Un equipo internacional de investigadores ha realizado el primer análisis de su composición y advierte que son cruciales para la biodiversidad. Científicos del Instituto Hidrográfico de Portugal, Museos de Historia Natural de Stuttgart (Alemania) y Tenerife, Universidad de La Laguna, Universidad de Azores, Williams College de Boston y del Instituto Geológico y Minero de España (IGME-CSIC) han aunado sus esfuerzos en el primer estudio detallado de estas algas.

Los rodolitos corresponden a nódulos independientes de algas rojas coralinas. “Son ingenieros esenciales de los ecosistemas, ya que producen hábitats estructuralmente complejos que albergan conjuntos distintivos de fauna y flora de gran diversidad”, explica una de las investigadoras.

Estos organismos que viven en lechos están mejor protegidos contra los depredadores, así pues las especies comercialmente importantes como peces, crustáceos o moluscos, se benefician de la existencia de tales hábitats. De esta manera, los rodolitos son cruciales para el establecimiento y mantenimiento de la biodiversidad y, por lo tanto, contribuyen a las principales funciones de los ecosistemas.

Aunque estas algas son resistentes a una variedad de perturbaciones ambientales, pueden verse gravemente afectados por tormentas, recolección, acidificación de los océanos y calentamiento global. Se sabe además que los lechos se sitúan entre 20 y 100 metros de profundidad en la mayor parte de las Islas Canarias. Los más someros se desarrollan a partir de fondos detríticos de unos dos metros de profundidad entre Fuerteventura, Lanzarote y el islote de Lobos, donde sus nódulos pueden alcanzar hasta 20 centímetros de diámetro.

Saqueo de los rodolitos

Este tipo de acciones son perjudiciales y afectan negativamente a la conservación de las Islas. “Pese a que han sido incluidos en normativas para su protección, todavía se necesita más trabajo en este sentido”, comenta la investigadora. Las autoridades locales han estado trabajando en contra de esta tendencia y tratando de devolver, siempre que sea posible, todos los materiales a su lugar de origen. En las playas se exhiben grandes carteles que explican qué son esas “cotufas” y por qué se prohíbe su extracción, sin embargo, no es suficiente.

En un reciente reportaje realizado por este periódico, se informaba de que a principios de este año en Fuerteventura, más de 4,5 toneladas de material, entre rodolitos, arena, callaos, piedras y fósiles, fueron incautadas en el Aeropuerto tras el intento de numerosas personas para llevárselos como recuerdo.

Este tipo de acciones son las que no solo realizan los turistas sino también visitantes frecuentes, pues al parecer el aspecto tan similar a las “cotufas” o “roscas” genera una atracción a aquellos que se las llevan.

Las investigaciones sobre estas especies es muy escasa por lo que aún se sabe poco sobre qué especies contribuyen a la formación de estos bancos de rodolitos y qué factores físicos y biológicos controlan su aparición.

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