Un cantante de ópera construye un imperio en Cuba
LA HABANA, 12 (Reuters/EP)
Un grupo de artistas cubanos con bailarines al estilo Broadway y clásicos cantantes de ópera han abierto El Cabildo, un centro cultural que está acelerando el ritmo de las reformas económicas en la isla comunista.
El club de 130 empleados sería la mayor empresa privada de la ciudad y quizás un adelanto de lo que se viene en el país, donde están creciendo este tipo de negocios por las medidas puestas en marcha por el presidente Raúl Castro para impulsar la economía y sacar a flote el sistema socialista.
Ubicado en un barrio residencial de La Habana, el sitio cuenta con un teatro al aire libre, bar y restaurante con 150 sillas. Es visto como un retorno a la vida antes de la revolución de 1959 en Cuba, cuando la capital estaba repleta de cabaret y teatros.
El centro ofrece un espectáculo nocturno animado por un grupo ecléctico denominado Opera de la Calle, que mezcla la ópera tradicional con música y bailes cubanos, así como música popular extranjera.
El ritmo de discoteca reina los domingos, mientras que cuatro tenores actúan otras noches dedicadas a la ópera.
A diferencia de los lujosos clubes que había antes de la revolución, El Cabildofue construido sobre las ruinas de un edificio derrumbado y su estructura incluye partes de las desmanteladas instalaciones portuarias de La Habana.
Un techo de hojas de palma (guano), el árbol típico de Cuba, cubre parte del lugar.
Cuba ha tenido siempre una activa vida nocturna con teatro, discotecas y música, incluyendo el famoso cabaret Tropicana, que es popular entre los turistas.
Sin embargo los artistas han trabajado tradicionalmente para el Estado, con la excepción de un selecto grupo de artistas y músicos a los que se les ha permitido trabajar por su cuenta.
TRANSFORMANDO ESCOMBROS
El Cabildo es el resultado de la iniciativa de un emprendedor y de los cambios en las políticas gubernamentales, que están intentando mejorar la difícil situación económica de Cuba.
Ulises Aquino, un cantante de 50 años que fundó la Opera de la Calle en 2006, estaba buscando una sede para su grupo. Cuando el presidente Castro anunció algunas medidas dos años atrás, decidió aprovechar la oportunidad para formar su empresa.
Una de las reformas anunciadas para incentivar el desarrollo municipal animó a las autoridades locales a promover sus propias ideas, en lugar de esperar al Gobierno central.
En 2011, Aquino, cuyo grupo actuaba en rudimentarias condiciones e incluso en las calles, convenció a las autoridades locales del municipio más importante de La Habana, Playa, de que le permitieran utilizar los restos de uno de los muchos edificios derrumbados de la zona.
Aquino, un fornido hombre que tiene una potente voz de barítono en el escenario pero que conversa en voz baja, transformó los escombros en la sede permanente del grupo.
“Es la política del país que apoya este tipo de fenómeno que ocurre y que el artista, el obrero o el campesino pueda lograr poner en función sus propios medios de producción para lograr los objetivos sociales que persigue la nación”, dijo Aquino recientemente en la sede de El Cabildo.
El cantante mantuvo su compañía a flote financieramente mediante contrataciones en el extranjero y actuando en centros turísticos, lo que lo convirtió en experto en trabajar dentro del sistema cubano.
Si bien las reformas han animado la iniciativa privada, llegan con restricciones para evitar que Cuba vuelva a una sociedad dividida entre ricos y pobres.
Aquino mezcla la iniciativa individual con actuaciones para la comunidad, como espectáculos gratuitos los fines de semana para niños, al tiempo que mantiene ofertas con precios asequibles.
Los nuevos empresarios en la isla deben obtener una licencia para ejercer sus negocios y los restaurantes privados deben cumplir con un límite máximo de 50 asientos.
Aquino obtuvo una licencia por un límite de unos tres restaurantes, lo que lo habilitó a instalar 150 sillas. También posee permiso de trabajo como un “organizador de eventos y otras actividades”.
Utilizando esta última modalidad, planea ampliar el negocio para ofrecer paseos en barco por el Almendares, el río que desemboca a un lado de El Cabildo.
“Hay que demostrar que el socialismo es más lindo que los demás (sistemas), no basta con hacerlo feo, tiene que hacerlo muy lindo (...) para que todo el mundo acepte la idea”, dijo.
Cuba tiene 387.000 trabajadores en el sector no estatal, la mayoría de los cuales poseen pequeños negocios en sus viviendas, según datos oficiales.
BUENOS SALARIOS, ALTOS COSTeS
Aquino tiene 60 intérpretes y 26 personas de apoyo en la Opera de la Calle, además de otros 43 empleados en el bar y el restaurante.
Todos ellos reciben entre 1.800 y 2.000 pesos al mes, un salario cuatro veces superior al promedio de Cuba de 450 pesos (15 euros) según dijo.
Este empresario paga alrededor de 20.000 pesos (683 euros) por sus licencias y los impuestos sobre las ventas, pero aún desconoce las tarifas sobre la renta que deberá pagar anualmente.
Los costos de funcionamiento son altos debido a que, al igual que otros propietarios de negocios privados, tiene que comprar los alimentos, bebidas y otros insumos en las tiendas estatales a precios minoristas.
Una queja común es que el Estado proporciona bienes a precios mayoristas para las empresas del Gobierno, pero todavía no lo ha hecho extensivo al sector privado.
La gran mayoría de los clientes de El Cabildo es cubano y paga 50 pesos la entrada, mientras que los turistas pagan 10 dólares de domingo a jueves y 25 dólares por el programa cultural de los fines de semana.
Según Rafael Betancourt, un experto en desarrollo local de la Asociación Nacional de Economistas de Cuba, se están desarrollando otros proyectos similares de entretenimiento privados, lo que muestra la importancia que la iniciativa individual desempeña en la construcción del futuro de Cuba.
“Hay muchos artistas que quieren hacer proyectos como este. El Cabildo es sólo el comienzo”, dijo.