Utilizaron a los indígenas canarios para justificar la expansión colonial

Canarias fue una pieza clave para la expansión colonial europea en África y ello propició que la arqueología imperialista francesa argumentara la existencia de huellas de la raza de Cro-Magnon en las Islas, mientras que los autores alemanes vieron antecedentes “arios” en los indígenas, afirma el historiador José Farrujia.

Farrujia, que es miembro de la Sociedad Española de Historia de la Arqueología, señala en una entrevista que Canarias era un punto geoestratégico vital para el expansionismo francés y alemán, hasta el punto de que su arqueología, claramente condicionada por el reparto colonial de África, fue empleada para legitimar el derecho de ambas potencias a ocupar las Islas.

Detalla el historiador que la tesis sobre la expansión de la raza de Cro-Magnon, defendida por los franceses, “tuvo unos claros matices imperialistas”, pues tal argumentación implicaba que todas aquellas zonas ocupadas por esta raza cuaternaria habían sido pobladas por los ancestros de los galos, de ahí la legitimidad para ocupar tales territorios.

La supuesta relación entre los guanches y “los celtas” caló entre la intelectualidad canaria de la época a pesar de que en las Islas no había por esas fechas licenciaturas o estudios universitarios específicos sobre arqueología o prehistoria.

El modelo francés “propició que se ”europeizara“ al guanche y que se defendiese la existencia del periodo neolítico en Canarias a partir del hallazgo en las Islas de útiles pulimentados, de cerámica tosca y del ”trogloditismo“ de los indígenas canarios.

Incluso se habló de que en las Islas, al igual que en el mundo celta, había dólmenes, estructuras que nunca se han documentado arqueológicamente en Canarias, señala Farrujia, quien ha obtenido el Premio de Investigación Histórica “Antonio Rumeu de Armas” por un estudio en este campo.

Frente a esta realidad, las tesis “arias” de los autores alemanes no tuvieron tanta aceptación, pues los que recalaron por las Islas no entablaron contacto con los intelectuales isleños ni realizaron estancias en las instituciones científicas de las Islas, como el Museo Canario o el Gabinete Científico.

Añade que un autor como Franz von Löher, en su obra “Los germanos en las Islas Canarias” (1886), señaló explícitamente que hubo población germana en las islas -los vándalos- y por ello el imperio alemán tenía derecho a ocupar Canarias y arrebatársela al Estado español.

Según Farrujia, la teoría de los vándalos en Canarias es infundada, no tiene trasfondo objetivo ni base arqueológica que la sustente. “Además, Löher vino a las Islas enviado por el Estado alemán -como una especie de espía científico- para recoger información y así escribir su obra al servicio del poder y justificar la expansión alemana”.

Según Farrujia, el imperialismo cultural se encargó de hacer calar las teorías evolucionistas entre muchos autores canarios, bien mediante las relaciones epistolares y personales que entablaron los autores galos y canarios, bien por la formación académica de canarios en Francia, como fue el caso de Gregorio Chil y Naranjo o Juan Bethencourt Alfonso.

También fue resultado del contacto personal entablado entre los autores canarios y franceses a raíz de la estancia científica de estos últimos en las Islas.

Esta línea fue seguida poco después, en 1896, por dos autores germanos: Felix von Luschan y Hans Meyer, quienes afirmaron que en la época prehistórica hubo población indoeuropea -relacionada con la raza aria- en Canarias.

A principios del siglo XX y tras la Segunda Guerra Mundial se retomó la lectura progermana de la prehistoria canaria con autores como el antropólogo Eugen Fischer, quien llegó a ser miembro de las SS y participó en la limpieza racial del régimen nazi contra los judíos.

Fischer recaló en Canarias y estudió cráneos guanches y a los militares de Hoya Fría, que no necesariamente eran canarios, y sacó de nuevo la conclusión de que en Canarias se podía detectar claramente la presencia de la raza Cro-Magnon con antecedentes arios: ojos azules, pelo rubio y estatura elevada.

Poco después, en la década de 1940, llegó a Canarias la antropóloga Ilse Schwidetzky, quien insistió en que la citada raza pervivía entre los descendientes de los guanches, y aseguró que las Islas eran el refugio para los últimos vestigios Cro-Magnon extinguidos en Europa y el norte de África y negó la presencia semita en Canarias, fiel a la ideología antisemita de la época.

Paradójicamente, como subraya José Farrujia, “ninguno de los autores alemanes que defendieron esta teoría realizó una excavación arqueológica en Canarias. Todos se limitaron a estudiar el material antropológico depositado en el Museo Canario de Las Palmas y el Gabinete Científico de Santa Cruz de Tenerife”.

Consciente de este problema, el investigador austríaco Dominic Josef Wölfel contactó con el catedrático de Prehistoria Hugo Obermaier y le propuso viajar a Canarias para excavar diversos yacimientos, pero nunca llegó a viajar a las Islas: el estallido de la Guerra Civil, su consiguiente salida de España y su fallecimiento en 1946 impidieron tal colaboración científica.

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