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Charo Borges: pionera en la clandestinidad (1971)

La selección española posa antes de medirse a Australia con el seleccionador Lluis Cortés, Piedad Parrondo, Esperanza Bernáldez, Coro Domínguez, Francisca Rotger, Joaquina Cot, Amparo Couchoud y la delegada Begoña (de pie); la tinerfeña Charo Borges, Neus Bartrán, Pepa Senante, Mary Carmen Martínez, Carmen Famadas y Olga Martínez.

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Biografía

María del Rosario Borges Velázquez (Santa Cruz de Tenerife, 6-9-1947)

Selección española: 2-6-1971 (Debut / despedida)

Veces internacional: 1 (0-1 victorias/derrotas)

Puntos: 0

Torneos oficiales:

-

Pionera en la clandestinidad

Oro en el Eurobásket 2013 de Francia, plata en el Mundial 2014 de Turquía, bronce en el Eurobásket 2015 de Hungría, plata en los Juegos Olímpicos de Río 2016, oro en el Eurobásket 2017 de la República Checa... La selección femenina de baloncesto atraviesa su edad de oro y lleva un lustro sin bajarse del podio en las grandes competiciones internacionales, pero antes de que las medallas se convirtieran en rutina hubo un tiempo en el que España ocupaba el vagón de cola en el ámbito continental y pagaba el atraso al que la dictadura franquista condenó al deporte español en general y al deporte femenino en particular.

Cuesta creerlo ahora, cuando algunos rotativos deportivos españoles dedican a veces su primera página a algunas de las mejores deportistas del país o a las selecciones femeninas más destacadas y también cuando España fue capaz de pelear para organizar el Mundobásket 2018 y acoger a las 16 mejores selecciones del planeta. Cuesta creerlo ahora, pero hubo un tiempo en el que el baloncesto femenino no estaba considerado como un deporte. Se trataba de una “actividad física” organizada por la Sección Femenina, institución que tenía como objetivo “instruir a las jóvenes españolas sobre cómo ser buenas patriotas, buenas cristianas y buenas esposas”, dentro siempre del reconocimiento de la supremacía masculina. O lo que es lo mismo: es posible que aún falten pasos por dar, pero se han dado muchos pasos hacia adelante.

Y también cuesta creer que el Mundobásket 2018 se organice en Tenerife cuando en ese tiempo no tan lejano los equipos canarios no tenían derecho a participar en las competiciones nacionales. Y si se ganaban una plaza, se buscaba un subterfugio para solucionar el problema. Fue en aquel contexto –cuando una incipiente Educación Física se impartía en los colegios para “la preservación de las tradiciones españolas” y como vía “para adquirir la correcta disciplina”– en el que María del Rosario Borges empezó a jugar al baloncesto y formó parte de los primeros campeonatos escolares celebrados en la Isla. Así, en el curso 62-63 ya brilló en el Dominicas B a las órdenes de Domingo Sicilia, jugador del Hernán Imperio.

Más de medio siglo después, Borges reconoce “no ser muy original si digo la celebración de un Mundobásket en España y en concreto en Tenerife es un hecho histórico y difícilmente repetible, pero ni aquí ni en cualquier otro punto del país en un periodo de tiempo muy amplio”. Por eso aboga por “darle la máxima importancia y repercusión” y lamenta “no ver signos externos de que se esté publicitando. Me consta que se trabaja, pero creo que habría que dar más difusión a un evento que tanta repercusión positiva podría tener para la Isla. Y no sólo a nivel turístico, sino para llevar a muchos canarios más o menos aficionados al deporte a acudir de forma masiva a los partidos y dar prestigio al Mundobásket”.

“Si el campeonato fuera de baloncesto masculino, o no digamos de fútbol, estoy convencida de que estaríamos invadidos de vallas publicitarias y en los medios de comunicación habrían páginas fijas o espacios radiofónicos y televisivos dedicados en exclusiva a ese hipotético acontecimiento”, agrega Borges, quien, tras una incursión por la natación, en la campaña 66-67 fichó por el María Auxiliadora que dirigía Jerónimo Foronda: “Hacíamos nuestra vida normal, con nuestras obligaciones diarias, y se entrenaba de ocho a diez de la noche en la cancha del Ideal Cinema”. Campeón de Canarias, aquel equipo se quedó sin ascenso a Primera División al ser tercero en la Fase Final de Segunda División celebrada en Madrid, tras ser campeón nacional invicto el año anterior.

Poco a poco, Charo ganó protagonismo en aquel conjunto, eterno campeón de Canarias, que ya bajo el patrocinio de DISA o de OM participaba en las fases finales de la liga de Primera División contra los mejores equipos peninsulares. Casi sin rivales en las islas, hasta en tres ocasiones optó el equipo tinerfeño al título ante conjuntos con más experiencia en los torneos celebrados en Madrid (1969), Salamanca (1970) y Cáceres (1971). No ganó un partido, “aunque cada vez estábamos más cerca”. Y Ángeles García o la propia Borges brillaban como anotadoras. A la cita extremeña acudió el seleccionador nacional Lluis Cortés, que incluyó a Borges en la convocatoria para jugar un partido amistoso ante Australia.

“Nadie sabía que allí estaba el seleccionador, al menos entre las jugadoras del equipo, así que cuando me enteré de que iba convocada la sensación fue extraña. Por supuesto que me alegré muchísimo, pero sigo pensando que Ángeles [García] merecía más esa llamada, aunque Lluis me aclaró que me convocaba por mi salto en suspensión y mi fortaleza y resistencia física”, explica Borges, que compartió convocatoria y convivencia con cuatro jugadoras del CREFF Madrid y tres del Mataró, los dos grandes referentes de la época. Hasta entonces, conviene aclararlo, la selección femenina había disputado siete partidos –dos en 1963, uno en 1969 y cuatro en 1970– y sólo los tres últimos de carácter oficial, sin clasificarse para el Eurobásket de Holanda 70.

Y también conviene aclarar que, tras aquella cita ante Australia, la selección femenina no volvería a jugar hasta 1974, ya para preparar el Eurobásket de Italia. Para entonces, primavera de 1971, la selección masculina había participado en siete campeonatos de Europa, un Mundobásket, dos Juegos Olímpicos y cinco ediciones de los Juegos del Mediterráneo. Eso sí, el básket femenino estaba próximo a la clandestinidad. Sin embargo, en medio de aquel páramo y jugando a casi tres mil kilómetros de Madrid, Borges fue capaz de entrar en un grupo en el que destacaba Pepa Senante (CREFF), que había participado en todos los choques internacionales disputados, mientras Neus Bartrán (Picadero) sería fija en la selección hasta 1980.

La selección australiana venía de ser novena en el Mundobásket de Brasil 71 y contaba “con pívots de 1,90 metros”. Pese a ello, en una “visita de cortesía” a la concentración de la selección femenina en el hotel Colón (Madrid), Segura de Luna y Saporta, dirigentes de la Federación Española de Baloncesto, advirtieron a las jugadoras españolas de que, de no ganar, no se participaría en ninguna competición oficial en la siguiente temporada, “lo que indignó mucho a las jugadoras del CREFF, más veteranas, conscientes de que era imposible que en ocho días de entrenamientos formáramos un conjunto sólido y compenetrado capaz de superar a una potencia como Australia”, donde brillaron Hynes (12 puntos), Bauer (9) y Hammond (8).

El partido fue televisado para que todo el país pudiera ver “el progreso atlético de la juventud española”, aunque en Canarias, por aquello de no estar disponible el satélite, sólo se vio la segunda mitad de un encuentro en el que la selección pagó “el exceso de entrenamientos, tres horas por la mañana y dos por la tarde, durante ocho días seguidos”. “Llegamos vivas al descanso (19-26), pero en la segunda parte se produjo la debacle”, recuerda Borges, que jugó “algo menos de diez minutos”, pese a haber sufrido una luxación en el tobillo izquierdo en una de las sesiones de trabajo. Al final, la cómoda victoria australiana (32-53), pese a anotar sólo once de los treinta tiros libres lanzados, hizo que la Federación Española cumpliera su palabra.

En aquel tiempo, “los jugadores de la selección masculina recibían una dieta de 1.200 pesetas diarias, mientras a las chicas nos daban cien”. “Debe ser que nosotras comíamos menos”, bromea Borges, que aún conserva el sobre gris que le entregó Begoña, la delegada de la selección, con las ochocientas pesetas. De aquella cita “solo nos dieron una toalla de recuerdo, no la camiseta”... y también se quedó con el disgusto que le causó la decisión de sus profesores de obligarla a presentar todos los trabajos de fin de carrera antes de viajar a Madrid. “Acababa Bellas Artes y durante cinco años había aprobado todo en junio con media de notable, pero no vieron como premio que una alumna jugara en la selección española y fueron a ponerme obstáculos”, lamenta.

Eso sí, su presencia en la selección española hizo que el baloncesto femenino ganara relevancia en la Isla y que Borges fuera designada por la Federación Tinerfeña mejor deportista provincial en esa disciplina en 1971 y 1972. Ese último año, la Junta Provincial de Educación Física y Deportes la proclamó además mejor deportista femenina, distinción que era la primera vez que se daba, siendo homenajeada junto al tenista Ángel Luis Arbelo, elegido ese año mejor deportista masculino. “Para deportistas amateurs como nosotras, era una grandísima recompensa”, apunta Borges, quien cree que “uno de los objetivos del Mundobásket debería ser incentivar la afición por el baloncesto tanto en niñas como niños”.

“Habría que crear, mimar y potenciar escuelas de baloncesto de base tanto desde el ámbito público como privado, pues contamos con una gran cantidad de centros escolares, públicos y privados, con instalaciones adecuadas para poner en marcha estas escuelas, así como con técnicos y monitores preparados para instruir a niños y niñas en los fundamentos técnicos y físicos del baloncesto”, explica la primera internacional canaria, quien tras su debut “como escolta y con el número 13... y no con mi habitual 7, que se lo cedí a Francisca Rotger”, siguió recluida en las competiciones locales, “aunque me quisieron fichar en la Península”. “Pero entonces ya trabajaba aquí y decidí no irme fuera”, agrega.

“Por la selección tampoco merecía la pena salir de Canarias, pues casi no jugaba partidos”, agrega Borges, que tres años después, en la primavera de 1974, fue preseleccionada para disputar el preeuropeo de La Coruña, justo cuando, por primera vez, el OM Tenerife no quedó campeón de Canarias, al ceder la hegemonía regional al Fanta Asunción. Sin verla jugar, pues su equipo no acudió en esa ocasión a la fase final de la Copa del Generalísimo, “antes de viajar y ya con la maleta hecha, recibí un telegrama de la misma Federación Española diciéndome que me abstuviera de presentarme a la convocatoria al no estar incluida en la preselección”. Una decisión que no impidió que Charo se mantuviera en activo un par de años más.

“Y cuando por fin decidí retirarme, en 1976, me llamaron del Krystal, que acababa de ascender, para jugar en Primera División, algo que me hacía muchísima ilusión”, agrega una jugadora que seguiría en activo hasta el término de la temporada 77-78 y que insiste en potenciar “enseñanzas para nuestros niños y niñas que no se limiten sólo a actuaciones puntuales durante los veranos, habitualmente en forma de campus dirigidos o patrocinados por figuras del baloncesto actual”. El Mundobásket 2018 debería ser el punto de inflexión para desarrollar estas políticas de formación, a lo que ayudaría un buen papel de la selección española. “Yo tengo la esperanza de que, por potencial y por su currículum más reciente, estén en el podio final”.

Con los abonos comprados desde que salieron a la venta para acudir in situ a muchos de esos partidos, Borges alaba “el prestigio internacional y la buena armonía que desprende el conjunto español”, lo que la lleva a ser optimista y a pensar en una medalla como un objetivo posible. Y hasta sueña con el título: “Estados Unidos está a otro nivel, pero si tienen un mal día y lo aprovechamos...”. Lo dice alguien que fue internacional cuando el baloncesto femenino vivía en la frontera de la clandestinidad.

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