La paradoja del vino canario: “En el momento comercial más dulce”, pero ante su mayor crisis en diez años
El sector del vino de calidad en las islas está inquieto, pero no ha dejado de actuar ante el nuevo escenario que toca vivir en el cultivo de la uva de vinificación de calidad tras la introducción de la enfermedad de la filoxera en la vid en Tenerife, con más de 70 focos confirmados. Esto preocupa, y mucho, y por ello ya se han activado todos los agentes, públicos y privados, en el control de ese problema fitosanitario, nuevo en las islas y por ahora localizado en zonas del norte de la isla de Tenerife, en al menos cuatro municipios (La Laguna, Tacoronte, La Matanza y La Orotava).
Ante esa coyuntura (y otras como la relacionada con el cambio climático), que casi seguro mutará, al menos en Tenerife, hacia un problema estructural, la denominación de origen protegida (DOP) Islas Canarias (Canary Wine), la más afectada por la entrada de esa enfermedad en la citada isla debido a que principalmente trabaja con uva de distintas comarcas tinerfeñas y de otras islas, no se ha quedado cruzada de brazos, como también ha ocurrido con la organización empresarial Asociación de Viticultores y Bodegueros de Canarias (Avibo), la entidad que gestiona la reseñada DOP. Ambas tienen como presidente a Juan Jesús Méndez, además titular de Bodegas Viñátigo, esta con sede en La Guancha.
Eso mismo quedó bien de manifiesto durante la celebración este miércoles del Campus del Vino de Canarias, en la sede de la DOP Islas Canarias (La Guancha), un foro para viticultores dedicado al Proyecto experimental de utilización de portainjertos en Canarias. Esta iniciativa, pionera en las islas, busca aportar soluciones técnicas al complejo momento que atraviesa la viticultura en las islas, con la introducción de la filoxera en Tenerife, entre otros factores destacables, y ya pensando en la utilización portainjertos (uno de ellos puede ser el llamado pie americano, resistente a la filoxera) que den más solidez con vistas al futuro.
La jornada, como se expone en una nota de prensa de la organización, contó con la participación de José Ramón Lissarrague Gutiérrez, catedrático de Viticultura en la Universidad Politécnica de Madrid y una de las mayores autoridades internacionales en esa materia, y de Judith Fernández, jefa de Servicio de Agricultura del Cabildo de Tenerife. En esa misma cita, Juan Jesús Méndez, presidente de la DOP Islas Canarias y de Avibo, se refirió con contundencia a “la grave situación” del sector vitivinícola en Canarias: “Vivimos el momento comercial más dulce de los últimos siglos, pero en el campo atravesamos la mayor crisis que recordamos. En una década, hemos perdido un tercio de la superficie [cultivada] de viñedo, y el abandono se acelera”, afirmó.
Méndez indicó que, para revertir esa tendencia, Avibo “ha puesto en marcha diversas líneas de actuación: el saneamiento varietal de las cepas autóctonas [un trabajo que, por múltiples razones, se había demorado demasiado en el tiempo y algo que ahora acelera la entrada de la filoxera] junto con Cultesa; la implantación del cuaderno de campo digital Kaampo, y el desarrollo de la plataforma Ecovitis, basada en inteligencia artificial para la predicción de plagas y la optimización del riego, con una precisión superior al 97%. Estas herramientas -dijo la misma fuente-, de acceso gratuito para los viticultores, se enmarcan en la estrategia de transición ecológica y viticultura regenerativa impulsada por la organización”, aclaró.
Dentro de ese plan, también se halla el nuevo proyecto experimental sobre portainjertos, que “nace con el objetivo de estudiar la adaptación de distintos patrones a las condiciones de los suelos y del clima del archipiélago, especialmente frente a los retos de la sequía, la salinidad y la pérdida de vigor de las plantas”.
El proyecto cuenta con la dirección científica de José Ramón Lissarrague y con la colaboración de técnicos de Madeira, con amplia experiencia todos en el uso de portainjertos en variedades comunes a las canarias. Según señaló Méndez, “no se trata de imponer un modelo ni de sustituir las plantaciones a pie franco [las actuales, prefiloxéricas], sino de incorporar una herramienta complementaria que permita asegurar la sostenibilidad y el futuro de nuestra viticultura”.
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