Toda ciudad tiene dos vertientes; es decir, la que se ve a simple vista, y la que se conoce cuando se vive en ella. Este blog quiere contar lo que sucede en esta ciudad nórdica, tratando de no recorrer los lugares comunes tan del gusto de las guías turísticas. Y todo ello, en lengua castellana.
Cada historia, por extravagante que ésta pueda llegar a resultar, tiene más de una vertiente. Incluso aquéllas que beben del miedo más visceral y primigenio puedan estar tamizadas por el escenario en el que se desenvuelven y, en cierto modo, lo que sucede en el relato es una consecuencia de dicho escenario.
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Éste es, sin duda, el caso de la primera adaptación cinematográfica de Scary Stories to Tell in the Dark, película basada en la popular serie de tres relatos escritos por Alvin Schwartz entre 1981 y 1991. 1
La acción arranca justo antes de la noche de Halloween del año 1968, tan sólo unos días antes de las elecciones que llevaron hasta el Despacho Oval de la Casa Blanca a un delincuente, megalómano e irracional como lo fue Richard Milhous Nixon. Dicho suceso nos presenta al primer “monstruo” real de la historia, sin necesidad de que el libro de Sarah Bellows empiece su macabra letanía de homicidios.
Después, hay otro MONSTRUO, con mayúsculas, el cual perseguía a buena parte de la juventud norteamericana de aquellos años y que les obligaba, por medio de soflamas y engaños patriótico-sentimentales, a emprender un viaje hasta las lejanas selvas de un país llamado Vietnam para, una vez allí, sucumbir en medio de una demencial guerra pensada, ésta, para satisfacer las necesidades del tablero geopolítico de la Guerra Fría que se libraba en aquellos aciagos años.
Por último, y no por ello menos importante, están los sucios manejos empresariales de la familia Bellows, que no dudó en usar y abusar, durante generaciones, de los recursos y de los habitantes de Mill Valley -escenario donde se desarrolla la narración cinematográfica- con tal de satisfacer sus intereses económicos y personales. De ahí que, incluso después de la desaparición del último de los descendientes de tan sacrílega familia, la monstruosa sombra de su poder y los efectos de sus desmanes continúen condicionando la vida de los habitantes de aquella pequeña ciudad norteamericana, a finales de la convulsa década de los años sesenta, del pasado siglo XX.
Dicho todo esto, Scary Stories to Tell in the Dark tiene dos protagonistas absolutas, Stella Nicholls (Zoe Margaret Colletti) y la difunta, pero omnipresente, Sarah Bellows, además del libro escrito por la segunda y los demoledores efectos que producen las historias que en él aparecen. A su lado y en medio de este duelo “a muerte” entre ambas, discurren las vidas de los amigos, los pocos que tiene la joven “frekkie” - Auggie Hilderbrandt (Gabriel Rush) y Chuck Steinberg (Austin Zajur)- su padre, Roy (Dean Norris) y un recién llegado hasta su localidad, Ramón Morales (Michael Garza), un joven latino que trata de “escapar” de un destino que lo llevaría hasta la anteriormente jungla asiática de Vietnam.
Personajes como Ruth (Natalie Ganzhorn), la hermana de Chuck; el jefe de policía Turner (Gil Bellows); o el mamarracho ignorante de Tommy (Austin Abrams) sufrirán, en mayor o en menor medida, los efectos del enfrentamiento entre las dos jóvenes, sin poder hacer mucho por desequilibrar la balanza, en un sentido o en otro, cosa que, sí sucede con algunos de los personajes ya citados.
En un principio, el libro que Stella encuentra en una habitación secreta de la abandonada mansión de los Bellows sólo tratará de poner algunas cosas en su sitio y, tras un extraño suceso, da la sensación de que todo pudiera volver a la realidad anterior. Sin embargo, y ahí reside el potencial de una película que va incrementando el nivel de intensidad secuencia a tras secuencia, el libro no se conforma con atesorar las historias escritas por Sarah Bellows y que, con el tiempo, éstas han pasado a formar parte de la cultura popular de lugar. El libro tiene el poder de hacer que las historias que en él se escriben pasen a ser…
Y si bien las situaciones, las criaturas que pululan por la narración y el juego entre el presente y el pasado no es, ni pretende ser, original sí lo es el duelo intelectual y personal entre las dos jóvenes, ambas empeñadas en lograr sus intenciones, por imposibles que éstas pudieran resultar.
Una quiere que el mundo sepa una verdad que lleva décadas oculta. La otra, lograr que sus sueños se cumplan, sin tener en cuenta lo que opinen de ella los demás. En el fondo, ambas son dos niñas que han sufrido los abusos de una sociedad que ni entiende, ni tolera a aquellos que van contra el status quo de una minoría. El libro de Sarah es solamente una herramienta para lograr que una pequeña dosis de justicia logre sacar la cabeza entre tanta insensatez.
Bien contada y dirigida por el director noruego André Øvredal, sin tiempos muertos innecesarios, ni efectos desorbitantes y excesivos, Scary Stories to Tell in the Dark es una historia contemporánea, anclada en un pasado tenebroso que amenaza con volver a repetirse, ahora, de la mano de un nuevo y no menos excesivo y esperpéntico inquilino de la Casa Blanca, edificio plagado de unos monstruos cada vez más cotidianos en nuestra sociedad. En realidad, la película es sólo la simbiosis entre realidad y ficción, tan del gusto de su principal impulsor y productor, Guillermo del Toro, quien siempre ha dicho que los “monstruos” más terroríficos son los que están a nuestro alrededor, no los que nos hemos inventado.
1- El primer libro contiene 29 relatos de terror, mientras que los otros dos libros, More Scary Stories to Tell in the Dark (1984), y Scary Stories 3: More Tales to Chill Your Bones (1991), incluyen un total de 28 y 25 relatos, respectivamente.
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