Argentina exporta 500.000 toneladas de carne vacuna en 2018, pero más de un millón y medio de menores de 17 años pasaron hambre durante este año

Dos 'pibes vidrio' limpian el parabrisas de un coche en la ciudad argentina de Santa Fe.

José J. Jiménez

Buenos Aires —

Más de un millón y medio de niños pasan hambre en esa Argentina que produce alimentos para más de 400 millones de personas. Las previsiones exportadoras para 2018 rondan las 500.000 toneladas de carne de vacuno –por un valor de 2.000 millones de dólares- y hasta noviembre salieron del país 68 millones de toneladas de granos -21.211 millones de dólares. Pero la inseguridad alimentaria experimenta subidas que no se veían desde hace mucho tiempo. El informe de avance del Barómetro de la Deuda Social de la Infancia , publicado este pasado miércoles por la Universidad Católica Argentina asegura que 1.573.000 menores de 17 años “experimentó hambre” durante los últimos doce meses en el país, una cifra que supone un aumento del 40,9% de los índices inseguridad alimentaria severa registrados en 2017 (1.116.000 menores).

Según este estudio, que llega en un contexto de ahondamiento de la importante crisis económica que azota al país, un 13% de los niños y adolescentes argentinos se encuentra en un contexto de inseguridad alimentaria severa (un 3,4% más que en 2017) mientras que un 29% de los menores del país sufre algún tipo de inseguridad alimentaria (no come en la cantidad apropiada, recibe alimentos de mala calidad o no recibe los aportes alimenticios necesarios para su correcto desarrollo). Los fríos porcentajes se traducen en cifras espeluznantes: 3,5 millones de menores, en base a las estimaciones de la UCA, no come como debiera en una de las grandes potencias agrícolas y ganaderas del mundo.

Argentina vive tiempos delicados. El gobierno del liberal Mauricio Macri acumula ya dos años de fracaso económico que tiene ya reflejo directo en la práctica totalidad de los indicadores macroecnómicos y microeconómicos del país. Con una economía en recesión (las previsiones hablan de una caída del PIB cercana al 2,6% en 2018) y una escalada brutal de los precios (la inflación cerrará este año en valores cercanos al 50%) los niveles de pobreza se han disparado en el último año tras los brotes verdes de los primeros años del macrismo. La devaluación del peso frente al dólar (un 108,22% entre el 4 de enero y el 26 de diciembre de 2018), el desplome del consumo (un 4,5% menos), la pérdida del poder adquisitivo de la población (en torno al 14% durante los últimos doce meses) o el aumento de la desocupación (se acerca a los dos dígitos) ha tenido un impacto directo sobre la pobreza.

La incidencia de la inseguridad alimentaria severa en la Argentina se mantuvo en valores estables entre el 2010 y el 2017. El salto que se ha producido en este último año “es el más alto de toda la década”, señala Ianina Tuñón, socióloga de la Universidad Católica Argentina y coautora del informe. “El indicador se mantuvo muy estable entre el 2010 y el 2017 con variaciones muy leves” que van desde el 11,2% registrado en 2010 al 9,6% del año pasado (el valor más bajo se produjo en 2014 con un 8,6%). “Claramente aquí tiene un impacto muy grande la crisis económica que atraviesa el país”, un contexto que hace insuficiente los esfuerzos del sistema de protección social del Estado.

“El 40% de la infancia en el país recibe la Asignación Universal por Hijo –un subsidio estatal por cada hijo que reciben las familias más pobres del país- y se ha mantenido la oferta alimentaria gratuita en comedores sociales y colegios –alcanza al 36,6% de la población menor- pero la situación económica está provocando que las transferencias de renta desde el Estado a estos sectores sociales sean insuficientes para evitar que la inseguridad alimentaria aumente”, comenta la socióloga. La alta incidencia del trabajo informal (economía sumergida), que afecta al 35% de la población activa, es una de las causas de este incremento. “La inflación pega muy fuerte sobre los trabajadores informales con una merma aún más acusada de poder adquisitivo por la pérdida de valor del salario”. Más del 53% de los menores que residen en hogares afectados por la economía informal (estrato trabajador marginal, según el informe) sufre algún tipo de inseguridad alimentaria. El deterioro de la situación social también tira ‘para abajo’ de los trabajadores menos cualificados (estrato obrero integrado) y hasta en el 26,9% de los hogares la inseguridad alimentaria ronda en alguna de sus variantes.

Los chicos y chicas son los que se llevan la peor parte de este progresivo deterioro de las condiciones de vida. Un estudio de la UNICEF, hecho público apenas hace unas semanas, ponía de manifiesto que el 48% de los menores de edad argentinos son pobres . “De ese 48%, 20 puntos porcentuales corresponden a privaciones ”severas“ como vivir en una zona inundable y cerca de un basural o no haber ido nunca a la escuela entre los 7 y los 17 años”, señaló la agencia internacional. Según los datos de UNICEF, 5,6 millones de chicos y chicas son pobres en la Argentina; 1,3 millones se encuentran en situación de indigencia. Los datos que maneja la propia UCA son aún más preocupantes y eleva el nivel de pobreza de los menores de 17 años al 51,’7% lo que, en términos numéricos, incrementaría la cifra hasta los 6.255.700 niños, niñas y adolescentes. La cifra habría crecido un 44% en el último año, acompañando al incremento general de la pobreza experimentado en el último año. Según el mismo informe, el 33,6% de los argentinos y argentinas están bajo la línea de pobreza (Unos 13,6 millones de personas). En el tercer trimestre de 2017, este indicador macabro se situaba en el 28,2%.

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