Sobre este blog

Licenciado en Ciencias de la Información por la Universidad Autónoma de Barcelona y Master en Periodismo y Comunicación por la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. Fue Jefe de la Sección Política del periódico Canarias 7, Jefe y analista de la Sección de Economía del periódico La Provincia, Jefe de las secciones Nacional, Internacional, Edición y Cierre de La Opinión de Murcia,  Corresponsal y analista económico en Canarias del periódico La Gaceta de los Negocios, Director del diario La Tribuna de Marbella, Jefe del Gabinete de Comunicación del Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria, Director del diario La Gaceta de Las Palmas, Cofundador y director del peridico digital CanariasAhora.com. Director del Canal Canarias de la productora Media Report y Director de la Televisión Canaria Internacional. Como escritor, ha publicado cinco libros.

Lo mejor está por venir si no se lo lleva la marea

Olas rompiendo en la costa. (Canarias Ahora).

Jorge Batista Prats

Lo mejor está por venir se aloja en los antípodas de Todo tiempo pasado fue mejor. Sensu contrario, significa – digo yo – que, lejos de aproximarnos a las apocalípticas revelaciones de San Juan, caminamos hacia el Paraíso que atrás dejamos entre el Tigris y el Éufrates por comer manzanas – ¿Pink Lady, Golden, Reineta del Bierzo? – o, incluso, hacia un edén mejor dotado – el tamaño importa – que simplemente se conforma y constituye con la utilización de mesiánicos verbos de santidad social y política – no religiosa – que algunos agrupan en lo que denominan el buenismo y otros definen como progresismo. Si nos fijamos bien en la frase, resulta obvio que si lo mejor está por venir, es que ya tenemos lo bueno. De igual manera, al conseguir lo mejor, si la profecía no se agota en sí misma, llegaremos a lo óptimo y, supongo, a la excelencia, su excelencia o a caudillo por la gracia de Dios y para desgracia de los demás. No es una sentencia innovadora la que anuncia el gran porvenir por venir. No. Al contrario, ha sido usada hasta alcanzar el nivel de tópico. Porque esa esperanzadora afirmación puede sintetizarse en el vocablo cambio, la palabra más usada por todos los sistemas políticos que en el mundo son, fueron y han sido, evidentemente planteada como rumbo al empíreo. Paradójicamente, esa voz convive en extrema felicidad copulativa con indolencia. Lo mejor admite la mayor de las pluralidades, que mi mejor no es tu mejor ni tampoco el de aquel que asoma por la arista o chaflán para darnos el esquinazo. Que la enunciación de lo mejor como vocación positiva no elimina la involución como resultado negativo. Se puede dar un paso adelante y precipitarse al abismo. No son cosas incompatibles. Sólo la obra realizada confirma el acierto del proyecto. De ahí que obras sean amores. El cambio y la indolencia, Los amantes de Teruel, Cleopatra y Marco Antonio, Shah Jehan y Muntaz Mahal, Juana La Loca y Felipe El Hermoso, Liu Guojiang y Xu Chaoqin, Tristán e Isolda, Abelardo y Eloísa, Sissi de Baviera y Francisco José, Richard Burton y Liz Taylor, Diego Rivera y Frida Kahlo, Salvador Dalí y Gala, El Zorro Plateado y Josefina Navarrete, Zeus y Hera, Los amantes de Pompeya y Aquiles y Patroclo (en atención al colectivo LGTB) … Romeo y Julieta

Por venir … con la frente marchita tal vez

Oráculos y populismo

Aunque me doy mis andares y paseos mundanos, hace tiempo que no me acerco al monte Parnaso. Consecuentemente no he cruzado palabra alguna con La Pitia y no he podido preguntarle acerca de si es verdad eso de que lo mejor está por venir, si Podemos es plural o singular, si se puede o no se puede o si le van a dar o no a Juan Márquez el censo y el ascenso. Aguilar, me temo, lo tiene crudo por haberse declarado Susanita tiene un ratón. Para más inri, siempre fui más de Dionisos que de Apolo y no me gusta hacerle feos a nadie. Y me digo yo a mí mismo haciéndome una pregunta propia y apropiada: para qué demonios pegarme el pateo hasta Delfos, si ahora, gracias a Nueva Canarias, me voy a Tenerife por cuatro perras no euroescépticas y en el Parlamento autónomo consulto a pitonisos y sibilas sobre los tiempos que habrán de llegar y quienes estarán en la pomada.

Preferentemente, Bella Aurora, por aquello del Alba en paradero desconocido. Comenzando por Clavijo, un auténtico artista del verbo esperpéntico y disparatado – ahora quiere hacer de Canarias Dubái y, se rumorea, convertir Artenara en la Playa de Ipanema, tenemos expertos que superan en mucho a cualquier tipo de santería, magia o vudú, sea blanca, negra o mulata. De momento, como Wally y Billy El Niño ya son elementos caducos, andan ofreciendo recompensas a quién capture un oncólogo vivo o muerto. Ya saben Wanted. Dead or Alive. 20.000 $ Reward. Y en ello están el bueno, el feo y el malo y algún otro cabezaloca que va alborotando todo lo que toca. Confiemos pues en los mediums que nos anuncian un futuro tan hermoso como el cielo de los yihadistas. Salvando las distancias, pero tampoco alejándose mucho, nuestro oráculo de Teobaldo Power invita a que nos coloquemos la bomba en el pecho, que luego llegarán las huríes y la fiesta va a ser de pronóstico reservado y reservado el derecho de admisión.

Ante el desastre que vive España – pese al cantado crecimiento económico que sólo existe en sí mismo sin trasladarse a parte alguna, incluido el boom turístico – he vuelto a confirmar que los políticos, presuntamente en general, son hombres de pocas palabras e innumerables sandeces. Eso quiere decir que su vocabulario es escaso, repetitivo y despatarrante. No voy a referirme otra vez a Canarias como puente entre tres continentes porque David Lean, ganador de 7 Óscar en 1957 por la película El puente sobre el río Kwai, podría enfadarse conmigo y retirarme para siempre el dulce rostro de Lara. Lo mismo haría Boris Pasternak, seguro. Y eso no lo podría soportar.

Seguro que recuerdan que hace un tiempo equis se puso de moda la palabra entrañable que, como talante, provenía de la inmensa biblioteca de la socialdemocracia. En aquel tiempo, lo mismo era entrañable un acto que un actor, una acción que un deseo, una simple proclama que un homenaje, un hijo predilecto que un hijo adoptivo, todo tenía repercusión en las entrañas, de ahí que hasta tomarse un bocadillo de sardinas Conca con un Baya-Baya mirando a la Barra, era tan entrañable que los ácidos gástricos actuaban al compás de Strauss. Hubo desde entonces muchos vocablos más que dotaban al pronunciante de significado caché – no los citaré por vergüenza ajena y reflujo esofágico – pero hoy debo referirme obligadamente a la palabra que rompe moldes y hasta la pana. Populismo. Esa es la parole, parole, parole. Todo el mundo alerta contra el populismo, atribuyéndoselo despectiva y peyorativamente a la atomizada izquierda, pero lo cierto es que toda la política es populismo por simple reducción al absurdo. Si la polis no es pópulos, mal vamos entonces. Todos los partidos quieren ser populares porque de ahí llega el voto. Por lo tanto, la diferencia entre popular y populista reside en que la primera es sinónimo de sistema y la otra de antisistema pero menos. En cuanto a contenidos, ambas voces se nutren de promesas irrealizables, hipocresía y mentiras. Hasta el Banco Popular se ha ido al garete y los accionistas protestan ahora como populistas. Cosas veredes por veredas múltiples.

La marea canaria

Me gusta estar tirado siempre en la arena o en bicicleta perseguir a Manuela o todo el tiempo para ver las estrellas con la María en el trigal. No obstante, no ocurre así, que monto potro de tortura que me deja lumbares y cervicales como si hubieran sido absorbidas por un agujero negro, bien astronómico, bien de aquellos ya casi en extinción dotados de dos pequeñas mesetas para los pies y un orificio hacia el centro de la tierra. Aún así, tullido a palos como personaje de la novela picaresca o descalabrado en tierra como Quijano, advierto que el imparable avance de la Historia ha llevado a las Mareas del Pino a un segundo término, encaramándose a la pole position la que viene denominándose en el papeleo marea canaria, la cual, digo yo, deber ser una suerte de nuova nationis de corte horizontal, asambleario e hiperheterogéneo que no piensa pactar con nadie que no se corresponda con “una organización de obediencia canaria”, acatamiento, sumisión o docilidad aún por definir, que yo sepa. Se desconoce si esta marea de reciente aparición, aunque posterior al Telurio, está sujeta al signo zodiacal de Cáncer, al influjo de la luna, o a discursos de corte lunático.

Las Mareas del Pino y Peñate que me persiguen

Sostiene Peñate Nino Cristobal lo que sigue, remontándose a los septiembres virginales: “Al contrario de la creencia popular, las denominadas mareas del Pino no se producen indefectiblemente cada año y no siempre en esas fechas, ya que a veces se dan en el último trimestre del año. De hecho, son impredecibles. Depende de que confluyan dos factores: la pleamar y el mar de fondo.

Así lo explica el vicedecano de Relaciones Internacionales de la Facultad de Ciencias del Mar de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, Antonio Martínez Marrero, que además es profesor de Ondas Oceánicas. Este profesor del departamento de Físicas y oceanógrafo señala que en las mareas del Pino hay algo previsible -la atracción de la luna y las mareas- y otra parte que no lo es tanto: el oleaje. Ahora entramos en la época de las mayores pleamares del año, que suelen ir desde finales de septiembre a primeros de octubre, cuando se producen las mareas vivas más altas.

Lo que ya no se puede prever es el oleaje o el mar de fondo, que se produce a consecuencia de las primeras tormentas del Norte. El otoño es la época más inestable, cuando llegan los primeros importantes temporales y las grandes olas. Para que se produzcan las mareas del Pino tienen que coincidir los dos fenómenos: pleamar y oleaje. Por eso no todos los años hay mareas del Pino. Martínez afirma que “el fenómeno que en Gran Canaria conocemos como Mareas del Pino es un evento que se suele producir en septiembre o, en ocasiones, a principios de octubre, debido a la combinación de dos fenómenos físicos de origen distinto. Por un lado, durante las mareas vivas de los meses de septiembre-octubre (al igual que en marzo) se producen las pleamares más importantes del año, llamadas mareas equinocciales. Estas mareas se producen debido a que la atracción gravitatoria combinada de la luna y del sol tiende a ser mayor durante esta época del año. ”Por otro lado“, añade, ”en esta misma época suelen producirse también los primeros temporales en latitudes altas. Estos temporales generan un oleaje importante en el interior del océano que llega a nuestras costas en forma de mar de fondo u olas de gran longitud. Este oleaje suele remontar mucho cuando llega a costa pudiendo producir reboso. Las conocidas mareas del Pino se producen cuando ambos fenómenos coinciden: las mareas equinocciales y el mar de fondo debido a los primeros temporales que se producen en latitudes altas. El segundo fenómeno no siempre se produce y por tanto las mareas del Pino tampoco“, explica el experto. Las predicciones meteorológicas pueden prever la pleamar, pero no el mar de fondo. Cuando la marea alta (pleamar) coincide con el mar de fondo (oleaje) se forman las olas grandes, según apunta también el director del Instituto Canario de Ciencias Marinas, Hipólito Hernández Palacios. El catedrático de Oceanografía de la ULPGC Santiago Hernández León afirma que las mareas del Pino son un fenómeno ”sencillo de explicar. En septiembre suele haber marea viva producida por la luna llena o nueva, por lo que la marea sube más que cuando hay luna en cuarto creciente o menguante“. En septiembre se debilitan los vientos alisios y las borrascas por las Azores, lo que indica el inicio del otoño. ”Las borrascas producen un mar de fondo y la ola viaja por todo el océano, pero sólo la vemos cuando llega a la costa. Hay años en los que no coincide el mar de fondo del Norte con la marea grande. Es una tradición lógica y científica. En verano apenas hay mar de fondo“. Este fenómeno puede acarrear problemas a los bañistas, por la virulencia de un mar que se vuelve bravío”.

‘London Bridge’

No recuerdo el nombre de la película. No era gran cosa y la vi hace mucho tiempo. Pero jamás he olvidado la escena. Una chica joven camina hacia su casa en un barrio acomodado de esos con casas terreras alineadas con sus jardines y sus garajes. Esos que tanto aparecen en las películas norteamericanas. Presiente que alguien la está siguiendo y su nerviosismo va in crescendo. En la zona ha habido violaciones y asesinatos de adolescentes. Por supuesto, es de noche. En su casa no están sus padres. Hace un supremo esfuerzo de valentía, corre, abre la puerta, la cierra de inmediato con todas las vueltas posibles de la llave y los cerrojos de seguridad y, más relajada, apoya la espalda en la madera. Entonces, se escucha una voz en off: “¿Para qué cierras, si ya estoy dentro?” Si me preguntaran acerca del fenómeno terrorista que sacude Europa contestaría con esa historia. El enemigo está dentro y tiene la misma nacionalidad que las víctimas. El control de fronteras no garantiza la seguridad. De repente, convivimos con la muerte, repartida sin orden ni concierto. De manera cruel e indiscriminada. La palabra terrorismo adquiere así su correcta dimensión: sembrar el pánico en la sociedad civil, cuando tantas veces ha sido ligada a reivindicaciones políticas o geográficas. Es tan fácil matar que, lamentable y difícilmente, actos como los recientes de Londres no van a poder descartarse. Pese a la acción de los servicios de Inteligencia, ha vuelto a nacer la convivencia con la depredación que, en nuestro evolucionar, habíamos dejado atrás.

Esta mañana abrí los ojos para enseguida abrir también los periódicos y encontrarme con el héroe del monopatín: “Ignacio Echeverría, de 39 años, murió tras intentar proteger a una mujer que estaba siendo agredida por uno de los tres terroristas que el día 3 de junio atropellaron y después apuñalaron a varias personas en la zona del puente de Londres, causando 8 muertos y 48 heridos”. La muerte del ciudadano español ha estado rodeada por la polémica. Se comunicó tarde y hay aspectos aún oscuros.

Al leer la noticia, de manera inmediata e impredecible, me vino a la mente el asesinato de Miguel Ángel Blanco por parte de ETA. Cierto que son dos casos en principio – sólo en principio – distintos, pero que llevan a preguntarse profundos porqués acerca de la muerte sin sentido de personas inocentes y ajenas al odio. A pensar sobre la fuerza de lo irremediable, los crueles arbitrios del destino y acerca de la certeza de que en cualquier momento la vida te puede abandonar sin explicaciones de ninguna clase. Ignacio cayó muerto en una acera de Londres y Miguel Ángel, en Ermua La Memoria Histórica suma y sigue.

Epílogo

“La sangre sirve sólo para lavar las manos de la ambición”

(Lord Byron)

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Licenciado en Ciencias de la Información por la Universidad Autónoma de Barcelona y Master en Periodismo y Comunicación por la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. Fue Jefe de la Sección Política del periódico Canarias 7, Jefe y analista de la Sección de Economía del periódico La Provincia, Jefe de las secciones Nacional, Internacional, Edición y Cierre de La Opinión de Murcia,  Corresponsal y analista económico en Canarias del periódico La Gaceta de los Negocios, Director del diario La Tribuna de Marbella, Jefe del Gabinete de Comunicación del Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria, Director del diario La Gaceta de Las Palmas, Cofundador y director del peridico digital CanariasAhora.com. Director del Canal Canarias de la productora Media Report y Director de la Televisión Canaria Internacional. Como escritor, ha publicado cinco libros.

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