Sobre este blog

Estudio Ciencia Política y Periodismo en la URJC. Algo que alterno con la observancia voluntaria de las bajas morales que despierta el quehacer político y, aún así, con la capacidad que tiene de ilusionar la ciencia que estudió Max Weber. Escribiré sobre eso, sobre la política. Eso sí, de forma clara, tolerante pero sobre todo crítica.

¡Pedrooooooooooo!

Aarón Rodríguez Ramos

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El pasado domingo, Pedro Sánchez ganó las primarias internas a la secretaría general del PSOE. Como bien citó Rubalcaba, ya ex-secretario general, a Sánchez le cabe el orgullo de haber sido el primer líder de los socialistas en ser elegido directamente por ellos, por los militantes de su partido. Sin embargo, Pedro Sánchez no ha ganado el Congreso Extraordinario del PSOE que Rubalcaba convocó el día siguiente de aquellas fatídicas (para los socialistas) elecciones europeas. Y no lo ha ganado porque principalmente no ha llegado el día, ya que la cita de todos los delegados será el 26 de julio en Madrid. Hasta entonces Sánchez simplemente ha ganado la “consulta”. Ese nuevo término que la cúpula de Rubalcaba creó a fin de evitar el desgaste de popularidad que su formación lleva sufriendo elección tras elección.

Pero la consulta no cuenta con validez legal dentro de los estatutos del PSOE como para decirse a día de hoy que Pedro Sánchez es el nuevo secretario general. Todo apunta a que efectivamente los aspirantes al liderazgo del PSOE se han comprometido a respetar la decisión que saliera de la militancia en esa consulta, convirtiéndose la cita del próximo 26 en un simple acto de refrendación de la candidatura ganadora en la consulta, en este caso la de Sánchez. Deberemos esperar para poder asegurar que ningún delegado nos dará alguna sorpresa de última hora saltándose la norma no escrita. Pero si hasta la propia militancia (tan heterogénea como divergente) fue capaz de ponerse de acuerdo para respaldar con un aplastante 48,67% a Sánchez, no debiera dudarse de la capacidad que tienen las élites socialistas para ponerse de acuerdo a nivel interno.

Y es que Sánchez está ganándose día tras día el apoyo unánime de su partido. Si cuando arrancaba la campaña de las primarias él era el candidato preferido de Paco Marhuenda, Edurne Uriarte, Carlos Cuesta o Isabel Durán, hoy es su peor pesadilla. Toda la derecha mediática, e incluso muchos sectores de la militancia socialista, compartieron el análisis de que Sánchez era un candidato extremadamente moderado, hasta el punto de alcanzar el centro y olvidarse de qué es eso de la izquierda. Las odas de 13tv al “sentido de Estado” del candidato o a su respeto por “la unidad nacional” eran solemnes y se repetían las 24 horas en esas teles de debates tan sobrios como aburridos. Además, los rivales de Sánchez eran muy fáciles de criticar en el contexto de un discurso que habitualmente mantiene el periodismo conservador.

Eduardo Madina era el candidato de Rubalcaba, algo acreditado por su presencia en la secretaría general del Grupo Parlamentario Socialista en el Congreso (mismo grupo que presidía el exlíder del PSOE). Su carácter crítico con algunas decisiones que tomó el PSOE en el pasado, su apoyo a algunas medidas propuestas por la formación de Podemos (o más bien cierta parte de su discurso) y sus dudas respecto a la posición que debía mantener en el asunto soberanista de Cataluña le llevaron a ser “el candidato radical” para la derecha mediática. Madina era para ellos el que buscaba el voto de los simpatizantes de Izquierda Unida y Podemos.

Probablemente el tercero en discordia fuera el más radical, José Antonio Pérez Tapias era el candidato de la corriente interna del PSOE llamada “Izquierda Socialista” y proponía “volver a tener un PSOE de izquierdas”. Todo un iluso al que la gran mayoría de medios de comunicación silenciaron y eliminaron antes de tiempo, antes de ganar o perder la consulta. Así consiguieron convertir el debate en algo mucho más simplista como casi siempre le gusta al periodismo de masas: en un bipartidismo interno en el propio PSOE. Se ve que no aprendemos de los errores.

Aún así, el ganador de esas elecciones no se ha mostrado tan moderado como alguno de sus benévolos padrinos mediáticos deseaban. Las portadas de La Razón y ABC de hoy han denunciado que “Sánchez” se ha radicalizado al obligar a los eurodiputados socialistas a no votar a favor de la elección de Jean-Claude Juncker (del Partido Popular Europeo) como nuevo presidente de la Comisión Europea. ¿Será que Sánchez no quiere que le recuerden lo de la “gran coalición”? ¿O lo del artículo 135? ¿O es que realmente el PSOE ha cogido un nuevo rumbo hacia el antagonismo real al PP? Sólo el tiempo dirá.

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