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El puerto que nos merecemos

Casimiro Curbelo

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La lucha de nuestros antepasados para que la Isla contara con un puerto fue relatada esta semana con su habitual maestría por el catedrático de Historia del Arte, Alberto Darias Príncipe en el marco de la Cátedra Cultural José Aguiar. Resulta sorprendente que un infraestructura por la que en la actualidad pasan alrededor de 1,2 millones de pasajeros al año y a la que en 2014 arribarán 80.000 cruceristas, casi el doble que en 2013, apenas cuente con algo más de medio siglo de vida.

La gestación del muelle de San Sebastián fue ajetreada y llena de esfuerzos casi sobrehumanos por hacer comprender a la Metrópoli de la importancia que tenía para los gomeros. En este contexto resulta milagroso que la actividad económica de la Isla y sus conexiones con el exterior aunque inevitablemente se vieron frenadas nunca llegaron a quedar interrumpidas. En ello tuvo mucho que ver el carácter pionero y emprendedor de nuestros habitantes. Pese a que La Gomera no contaba con un puerto, la Isla siguió exportando a Europa sus productos, sobre todo el plátano y tomate.

Dos hechos resultaron decisivos a la hora de decidir el futuro de esta obra: Primero la llegada del rey Alfonso XIII en 1904 y del dictador Franco en 1950. Ambos arribaron a tierra en los brazos de nuestros marineros. Tuvo que ser de esta manera para que percibieran el tercermundismo en el que La Gomera estaba sumida. En cuanto los dos dirigentes volvieron a Madrid impulsaron la construcción del puerto. El esfuerzo del monarca se quedó prácticamente en nada porque tras invertir un millón de pesetas, justo cuando se iba a acabar la obra situada en la Cueva del Conde, una tormenta acabó con todo lo construido por su falta de solidez. El embrollo administrativo fue de tal calibre que durante años sobre el papel seguía existiendo un puerto en La Gomera. Por ello, en Madrid no se entendían las demandas para dotar a la Isla de esta infraestructura.

En cuanto al dictador en esta ocasión su habitual paternalismo sirvió para que durante el trayecto en el que tuvo que ser cargado por uno de nuestros antepasados desde el barco hasta tierra firme comprobara en carne propia la miseria en la que estaba sumida la Isla. Éste fue el impulso definitivo, pero sin duda tardío, para que un enclave que había sido decisivo en el periplo colombino y situado en una posición estratégica entre continentes, pudiera disponer de un puerto en condiciones.

Pues bien, finalmente en la década de los años 50 del pasado siglo La Gomera dispuso de su anhelado muelle, objeto de demandas por parte de los políticos canarios ante la Villa y Corte y de frustradas campañas informativas en medios de comunicación como El Guanche. A partir de estas fechas nuestro puerto fue levantando poco a poco el vuelo hasta llegar al momento actual y a las magníficas perspectivas de futuro que se vislumbran en el horizonte.

Hace algunas fechas participé en el Consejo de Administración de la Autoridad Portuaria en el que se dio vía libre a la aprobación del proyecto de reurbanización de la entrada del Roque de La Hila por 1,2 millones y al Plan Utilización Espacios Portuarios (PUEP). Dos pasos de gigante en el impulso a una infraestructura por la que pasa el 90% de nuestros visitantes y la práctica totalidad de la mercancía. Estas importantes iniciativas se unen a la vez a otras que ya están en marcha.

Por un lado se trabaja en la ampliación del dique en 50 metros, en la que se invierten 4 millones. Un hito para nuestro puerto que inauguraremos oficialmente el 28 de noviembre coincidiendo con la llegada del barco Mein Keiff III. A partir de ahora los cruceros de mayor tamaño podrán atracar con la cadena de beneficios que de ahí se derivan. En estos momentos el Cabildo ejecuta por 300.000 euros una parada preferente que servirá para reunir en un mismo espacio a taxis, guaguas y vehículos y para que los viajeros no tengan que esperar a la intemperie Y no menos importante; también estamos empeñados en ver funcionando la cafetería del edificio terminal.

Por lo tanto, no podemos sino agradecer la sensibilidad que el señor presidente de la Autoridad Portuaria demuestra hacia nuestro puerto, resultado sin duda, de haber captado las posibilidades de crecimiento que tenemos ante nosotros. Pero ese esfuerzo no es, ni hubiese sido nada, si desde la Isla no estuviéramos empeñados desde hace años, -en realidad siglos-, en conectar a La Gomera con el resto del mundo a través de un mar que a la vez separa y a la vez une. De irnos acercando cada vez más al puerto que la Isla se merece.

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