María Caro expone por primera vez sus pinturas en Santa Cruz de La Palma
En la Sala O’Daly, de Santa Cruz de La Palma, permanecerá abierta hasta el día 30 de este mes la exposición de una joven artista nacida en La Palma, María Caro. Se presenta ante sus paisanos con varios cuadros de diferentes formatos, todos ellos pintados con técnica mixta a partir de una original apuesta por el figurativismo, entre formas coloristas cargadas de intensidad emocional y chispazos de lo que pudiéramos considerar realismo mágico.
María Caro, nieta del gran pintor Francisco Concepción, forma parte de una extensa familia en la que a lo largo de los últimos años han ido destacando diversos artistas, todos bien conocidos en nuestra isla, dedicados tanto a la acuarela como al óleo e incluso a la escultura. Pero en su caso se apunta a una dirección bien distinta en cuanto a la temática y al estilo. La expresividad femenina de María Caro, extraordinaria en tanto que imaginativa y sorprendente por la soltura y la solvencia compositiva, se acerca a los logros más memorables de la inventiva surrealista de preguerra, como los de Maruja Mallo o Remedios Varo, por citar dos referentes de gran originalidad e impacto emocional en el público.
En sus cuadros abundan los elementos simbólicos de enorme riqueza sugerente, se reivindica el valor comunicativo del figurativismo, se mezcla el carácter grave, profundo y meditativo, con el entusiasmo vitalista, fresco y juvenil, e incluso en alguna ocasión se ofrecen guiños al espiritualismo oriental.
Arquitecta por la Universidad Politécnica de Madrid (ha trabajado en el Estudio de Mario Corea, Barcelona) y profesora de yoga, María Caro plasma en su obra la influencia que tiene de todos estos mundos en que ha ido profundizando profesionalmente. Pinta desde que tiene memoria ya que, como hemos indicado, pertenece a una familia de artistas. Se ha ido especializando en la infografía, la representación gráfica digital, la ilustración y la pintura. En paralelo ha crecido trabajando la expresión y consciencia corporal. Viene del mundo de la gimnasia y el circo, y es en el yoga donde ha conectado con su verdadero potencial para desarrollarse en todos los ámbitos: físico, mental y espiritual.
Bajo su punto de vista, hay una relación directa entre la arquitectura, el arte y el yoga: el proceso de crear, de fluir, de entregarte a algo, conectar con ese espacio creador… Son disciplinas con un inmenso poder terapéutico, sanador y reconciliador, siempre en conexión directa con nuestro mundo interno. Una puerta de acceso a otras realidades y a la libertad.
Su obra representa el carácter, la fuerza, la sutileza, la ensoñación, el despertar, la fantasía, la vida… Se perciben referencias del mundo espiritual. Su pintura está cargada de simbología, de dualidad, formas libres y orgánicas, colorido, contrastes… Representa lo tangible e intangible, cómo se unen lo terrenal y lo espiritual.
A través de su talento mediador, la pintura –formas y colores– quiere servir como expresión y grito, reivindicación y celebración.
La exposición permanecerá abierta hasta el 30 de septiembre y mantiene los horarios habituales de mañana y tarde en esta sala capitalina.
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