Espacio de opinión de La Palma Ahora
Al pairo del capital
A pesar de la multitud de planes educativos llenos de buena teoría pedagógica, la educación formal de estos últimos treinta y pico años ha resultado segregacionista y de especialización técnica funcional, ha expulsado del sentido común la preocupación por las cuestiones existenciales, o las ha dejado en manos de las tradiciones y los poderes fácticos, las religiones y las supersticiones apócrifas. Lo que no quiere decir que no haya profesionales y ciudadanía que intentaron que esto no fuera así.
Aunque en otros países europeos se enseña filosofía desde primaria, aquí, cuando dices que estudiaste filosofía, te preguntan que si inglesa o española. Incluso gente con estudios universitarios confunde filosofía con filología. Algo parecido pasa con algunas disciplinas artísticas. Cuando en las oficinas del tercer grado proletario, les inunda la compasión o la risa a los agentes de empleo con contrato precario, uno duda si no será mejor quitar el título del curriculum. Total, ahora todo se arregla con inteligencia emocional. Supongo que la responsabilidad de la degradación y desaparición paulatina de las “humanidades” de la educación formal y de la conversación del bar la tienen las propias facultades universitarias.
El resultado de todo esto es que cualquier texto u obra de arte que aborde el tema del ser humano desde una perspectiva global resulta agobiante e incomprensible, que es lo contrario de lo que pretende. Suena pedante e inútil frente a los problemas cotidianos. Usa un lenguaje extranjero. Exige pensar, ampliar información y optar, a diferencia de la tecnocracia y la opinión pública, que lo resuelve todo con fórmulas, “slogans” y titulares fáciles de digerir por una conciencia con gastritis. O aparece como una simple opinión basada sólo en la experiencia personal. Tan alejada del sentido común que se identifica con la frontera por el oeste de la salud mental. Sin embargo, hasta la psicología y el prozac sólo son posibles gracias a quienes se esforzaron en conocer a los mamíferos homo para que dejaran de vivir como bestias.
Una vez procesado el consentimiento público, en los sótanos del “think tank” una carcajada satisfecha esconde para ellos solos, en su cámara de los tesoros, este viejo invento del “quiénes somos, de dónde venimos y a dónde vamos”.
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