Lo que vale un queso
Es más pena que lamento,
lo que les voy a contar
no puedo disimular
que me causa sentimiento.
No aparto del pensamiento
al cabrero en Garafía,
presto en la mañana fría
para ordeñar el rebaño
todos los días del año
ajeno a la economía.
Jócamo, 3.IV.2023.
NOTA: La historia tiene dos partes, diferenciadas pero complementarias. La primera transcurre en Roque Faro (Garafía): en medio del pinar me encontré a un cabrero local con su rebaño y tras romper la barrera de los recelos de la desconfianza hablamos del tiempo, de las cabras, de los perros garafianos y de la cruda vida del campesino en general y del cabrero en particular... ¿A qué hora se levanta? le pregunto; al rayar el día, me responde, y la jornada dura hasta que se pone el sol.
¿Y a cuánto vende usted el kg de queso? Eso depende de lo que me pague el intermediario: a veces 5 y a veces 6 euros.
Silencio y despedida entrañable.
La segunda parte de la historia transcurre en un supermercado de Santa Cruz de Tenerife, propio de una cadena canaria de las que dice “apostar por lo nuestro...”
Pregunto por queso palmero: sí, tenemos de Garafía; muy bien, deme un trozo. Me acordé de mi amigo el cabrero y pregunto ¿a cómo está el kg? A 19,50 euros; muy bien, ponga un kg más o menos. ¿Quiere un trocito para probarlo? Sí, gracias, lo conozco y sé que es bueno, pero necesito algo para aliviar el mal sabor de boca que tengo en este momento: 3×6=18 y me falta 1,50 ¡Hay que ver lo que cuesta traer un queso de La Palma a Tenerife! Mascullé en voz alta; sí, todo está caro, me contestó la señora que me atendía. Menos mal que el transporte está subvencionado.
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