“No existe un invento mayor para conmover a niños y grandes”
Sin acabar de sobreponerme a la noche mágica vivida, y tras observar cómo tantos palmeros se sentían niños otra vez, niños como cuando teníamos cinco años y abríamos los ojos sorprendidos a los pies de ‘los enanos’, sin edad todavía para entender aquel prodigio, e ingenuamente superados por tanta maravilla; después de comprobar que pasados los lustros seguimos sin encontrar los adjetivos que definan la dimensión artística y creativa de este número, me siento a escribir la crónica de esta noche de ‘Enanos, sin explicarme todavía la fascinación a la que induce su secreto.Un secreto guardado como el ‘enigma lustral’ de un misterio del que todos los palmeros somos cómplices. Como proclamara Luis Cobiella: “La Palma continúa siendo una isla que llora con la Loa y cree en Los Enanos más que en ella”. Ésta es una tierra que vive soñando y sueña viviendo. La Palma “cuando se echa a dormir cantando / se recuesta en su cantar durmiendo / un sueño de historia soñando / la historia de un sueño queriendo”.
Así, como en un sueño, viví un lustro más la función de ‘Los Enanos’. Tras haber escuchado el canto inicial de ‘La Cofradía de Pobres, aprecié la repercusión de su mensaje social en la letra de Luis Ortega con música del ya citado Luis Cobiella: “Somos lo que aparentamos / pobres de solemnidad. / La miseria que arrastramos / por donde quiera que vamos /–hambre, dolor, soledad – / no nos resta dignidad / porque con fe reclamamos / la evangélica igualdad”, y con el eco todavía en los oídosde esa polka entrañable e incansablemente repetida, hallazgo rítmico y sonoro de Domingo Santos Rodríguez que acompaña la Danza desde 1925, me he puesto ante el ordenador no sin antes haber sobrevivido al tumulto desatado en la calle que, un lustro más, acogió el acto más emblemático y popular de La Bajada.
Sí. Como en un sueño, capturamos nuestra vida de niños en el gesto de los pequeños de hoy, sentados en primera fila y con las zapatillas de los enanos danzarines moviéndose con habilidad ante sus ojos. Los niños tienen una fascinación innata por lo mágico. Esa fascinación que se nos arrebata al dejar atrás la infancia y que, de adultos, recuperamos al menos una vez cada cinco años en el “más difícil todavía” de nuestros festejos: la transformación de hombres en enanos. Así, mientras la magia envolvía el recinto y largas colas esperaban fuera por una nueva función, la impaciencia contenida, la ilusión y el asombro ante el misterio lustral, se desbordaban. A nuestro lado oí cómo una señora exclamaba con entusiasmo: “No existe un invento mayor para conmover a niños y grandes. ¡Estos son mis enanos. Con la Virgen de Las Nieves los protagonistas de La Bajada!”.
…Y ellos, abajo en la pista, a la luz de los focos, danzaban, danzaban y danzaban al ritmo cada vez más acelerado y frenético de la polca más pegadiza de nuestra larga historia lustral. No podemos menos que realzar tanto trabajo, tanto esfuerzo y generosidad que, cada quinquenio en la primera parte del espectáculo, se traducen en ofrenda y plegaria… “Sepan que estas penas leves / que salen del corazón /por la Virgen de Las Nieves / se hacen plegaria y canción. En su honor nos disponemos / nuestra promesa a pagar / y con el alma saldremos / toda la noche a bailar”. Y ya como enanos ¡Vaya manera de hacerlo! El milagro sucede desde hace más de un siglo, cuando en 1905 el comerciante y responsable de la danza, Miguel Salazar Pestana, tuvo la feliz idea de incorporar la metamorfosis, el fenómeno de la transformación de hombres en enanos. Él fue el genial ilusionista que con una astuta maniobra provocó el efecto que nos intriga desde entonces. Un secreto que ha sido guardado celosamente por los palmeros, mediante un imperativo ético no escrito. El número de ‘Los Enanos’ es un primor. En él, se pone al descubierto la idea de sorprender a través del arte. Un arte que es al tiempo inspiración, habilidad y talento, para alcanzar las más altas cotas de la belleza y de la estética.
Pero además, en la actuación de este lustro, resultó evidente que nuestros ‘Enanos’ se han convertido en una prueba de creatividad que requiere de libertad para el aplauso y también para la reivindicación y la protesta. Un acontecimiento que no ha obviado el momento que vivimos, donde cada vez somos más pobres. De ahí, que ni la Bajada de la Virgen haya podido “aparcar” la cruda situación de nuestra realidad cotidiana, hasta el espíritu creativo, cuando se desarrolla dentro de unas estructuras sociales concretas, se convierte en una manifestación de descontento, acusación y condena: “Siempre el rico que da al pobre / – y es una triste verdad – / por la caridad del cobre / su cobre de caridad”. En sus estrofas ‘La Cofradía de Pobres’ nos recordaba los fantasmas de la crisis, aunque luego con la polca y la danza recuperáramos el optimismo. Nos hacía falta una gran dosis de ilusión para que la transformación de hombres en enanos nos entrase por los ojos con la misma suavidad que traspasa los ojos de los niños. “Esta polca de la historia / que llega a continuación / pone en vuelo la memoria / y hace niño al corazón”.
…Y el número de ‘Los Enanos“ volvió a ser la manifestación de un prodigio envuelto en música, arte y mucho duende. Vivir la madrugada de ‘Enanos’ en la calle es un lujo. Un cambio de perspectiva arrolladora y envolvente. Santa Cruz de La Palma es algo más que un decorado o una fantasía. La gente forma parte del espectáculo: ojos abiertos, muy abiertos, los sentidos desplegados y la conciencia de estar disfrutando de un evento inolvidable. Esos minutos que dura la danza, forman parte de una noche encantada que pertenece al mundo de la ensoñación, ese mundo que, cada cinco años, aparece en el libro de cuentos de nuestras vidas.