Vapor ‘La Palma’

Nunca pisé su cubierta

ni soporté su mareo

pero lo miro y lo veo

navegando en mar abierta.

Frente a la costa desierta

entre El Fraile y Los Cancajos

envuelto en espumarajos

que levantaba la brisa,

más despacio que de prisa

soportando maretazos.

Jócamo 25.II.2024

NOTA: Entonces era un niño que no había salido nunca de La Palma. El mundo giraba en torno al eje familiar de La Rosa-El Hoyo y sus confines los marcaba el barranco de La Herradura por el noreste y el de Izcagua por el noroeste. El mar era inmenso y acertábamos a entender que había otras tierras, porque en los días claros podíamos ver las siluetas inconfundibles de Tenerife y La Gomera; El Hierro lo descubriríamos más tarde.

Eran mundos aislados, unidos por veleros y por los correíllos negros de la Compañía de Vapores Interinsulares Canarios, como el ‘Viera y Clavijo’ o ‘La Palma’.

Nunca tuve ¿la dicha? de viajar en ellos, pero sí recuerdo perfectamente verlos navegar lentamente, dando machetazos frente a las costas desiertas de Mazo, rumbo al puerto de Santa Cruz de La Palma, peleándose con la marejada que levanta la brisa dominante en esta zona de la Isla.

Su silueta negra, con chimenea ocre y banda roja, coronada por un penacho de humo negro, quedó grabada para siempre en la retina de mis sueños infantiles, de los que despierto cada vez que me asomo a la dársena del puerto de Santa Cruz de Tenerife, o algún amigo con sueños similares me envía una foto.