El Museo de la Seda: reducto de una cultura milenaria única en Europa
El Museo de la Seda de El Paso es un reducto de una cultura milenaria que tiene sus orígenes en China. La artesanas que integran Las Hilanderas, empresa que gestiona en la actualidad este espacio museístico, único en Europa, muestran al visitante el proceso de elaboración de un tejido que se confecciona siguiendo las mismas técnicas que en el siglo XVI. La web www.palmerosenelmundo.com, que administra Fernando Rodríguez, ha elaborado un reportaje sobre estas singulares instalaciones que comparte con los lectores de LA PALMA AHORA.
Las artesanas del Museo de la Seda hacen funciones de guía y también muestran al público en vivo el laborioso proceso que hay que seguir para elaborar esta preciada tela. Esta actividad ancestral ha sido incorporada recientemente por el Gobierno regional al catálogo del Patrimonio Histórico de Canarias como Bien de Interés Cultural (BIC).
El Museo de la Seda mantiene vivo este relevante valor patrimonial, que se ha convertido, además, en un importante reclamo turístico. Las instalaciones abren sus puertas, de lunes a viernes, en horario de 10.00 a 14.00 horas, y los fines de semana y festivos atienden visitas concertadas de grupos de turistas.
En las salas de este espacio se pueden contemplar diferentes piezas confeccionadas con seda y hasta dos pares de estilizados zapatos donados por el palmero Manolo Blahnik, el zapatero más famoso del mundo, que dan aún más prestancia al museo.
El número de artesanos dedicados a la elaboración de la seda es cada día menor por la ausencia de relevo generacional, y en la actualidad esta cifra se reduce a menos de 15 personas. La sericicultura, en épocas pretéritas, dio trabajo a muchos palmeros, especialmente de la zona Este, donde esta labor tenía un mayor arraigo.
El Museo de la Seda de El Paso, que se recomienda visitar con tranquilidad, custodia una cultura milenaria que, en Europa, solo pervive en La Palma. Estas instalaciones merecen todo el respaldo institucional para evitar que muera un legado en el que muchos palmeros han puesto alma y sentimiento. Mantener este espacio supone una muestra de respeto a los artesanos que, con denodado esfuerzo e infinita paciencia, han logrado mantener hasta el siglo XXI una actividad ancestral.