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La prosodia
El sábado en Betanzos: Antolín, José Carlos y Valentín, veteranos amigos de hace medio siglo santiagués. Buena tortilla y mejor ribeiro tinto, insólito y crepuscular. Sobremesa a la vera irmandiña y de las iglesias, andrades y nogueroles: Valentín sigue empeñado en que Nieves fue mi novia y no la suya. Da igual: se casó con el nacionalismo gallego ultramontano y la pedagogía, después de ver las paredes de mi habitación repletas de Miguel Hernández y Machado. No se puede intentar ligar con Miguel Hernández, con casi ningún poeta salvo con los versos propios. En esas estamos ahora.
El lunes, mencía en los afueras de la ciudad –para mí- en realidad, los centros periféricos. Javier Alonso Alonso y tres más que no quieren ser citados. En las últimas, ya solos, descubrimos que a Goretti, una de las dueñas del bar Cao, socióloga y veinteañera, le gusta leer a Eduardo Galeano y Charles Bukowski. Su tortilla, por cierto, es exquisita, y así quedó bautizada, tortilla Goretti. Conocer a una persona, mujer y joven en este caso, que sienta predilección por el poeta maldito del realismo sucio, así lo calificó Goretti, es casi clandestino. Nadie se atreve a confesar su pasión por Bukowski. Bueno, mi Hijo y sus amistades sí, y mucho.
El martes fue el día de “As lanchiñas” reputado restaurante con solera en la modernizada zona de la antigua fábrica de tabacos: las cigarreras, doña Emilia y lo importante que son las mujeres coruñesas, desde María Pita hasta Inés Rey, actual alcaldesa. Nos tomamos, mi gran amigo Paco, ilustre médico que siempre lo será, y yo, unas kokochas de merluza como ya no se hacen salvo en Coruña. Después fui a visitar a mi joyera siciliana que acaba de abrir tienda en la calle Canuto Berea: le conté por encima las peculiaridades del nombre de la calle y le hice un encargo. Ya lo veremos.
Pero no estábamos en estas, como me dice Ella, “cuidado con los bares, encandilan pero engañan”. Iba a escribir sobre la prosodia, más bien sobre su ausencia en las voces televisivas y radiofónicas: destrozan la cadencia y la fonética con perversas entonaciones que claman al grito y al escándalo. Empezó Tele 5 y siguieron las demás. Qué horror. Se crecen con los fuegos de estos días, que además de la desgracia traen nuevos hipérboles a nuestra vida social y política.
“¿Qué es la prosodia?” Me pregunta una veterana presentadora vallecana. La prosodia deberías ser tú, tendría que haberle contestado pero no me atreví. Cosas de la edad y de la poesía.
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