TOMA DE TIERRA
Si el mar es una puerta
“Realmente, tenía que ser un isleño quien cantara el mar de esta manera. Un continental no habría podido llegar a esta pasión oceánica. Se precisaba vivir no ya frente al mar, sino en medio de él”. Eran las palabras de la crítica en los años 20 a la obra del pintor canario Néstor, que llenó lienzos y murales de monstruos marinos que este miércoles han estado en la superficie, en los titulares y en las televisiones. A la hora que se escriben estas líneas, en el fondo del Atlántico está el cuerpo de un bebé.
Los canarios llevan más de 20 años tristes porque las muertes de personas que intentan llegar por la puerta africana de Europa, suceden no en frente de su casa, sino en medio de ella. Se duelen porque recuerdan cuando fueron migrantes comiendo gofio y bichos cruzando el monstruo marino o, porque sin ir tan lejos tienen a alguien fuera; fuera estudiando, trabajando, escapando.
Es imposible que un canario no sepa, que no sea consicente todo el tiempo, que el mar es una puerta. Es imposible que aunque sienta miedo, sea indiferente al ahogamiento de un bebé. Es imposible que el pueblo canario no sepa, que quien custodia la llave de esta puerta gigante está muy interesado en que nos echemos a pelear con los más pobres que nosotros, que no sepa que esto va de extractivismo neocolonial y que los que llegan a morir al rellano no vengan detrás del aire que Occidente sistemáticamente les ha robado día a día. Y digo aire, pero son recursos, peces, coltan, oportunidades, mano de obra digna, una vida digna, una vida en paz de las guerras que Occidente necesita para seguir haciendo ricos a cuatro miserables.
Y por saber todo esto hoy están tristes los canarios, porque si ellos tuvieran realmente la llave, no tratarían así a nadie que llegue. Después de limpiar durante 60 años los hoteles de los que llegan por la otra puerta, que todo el mundo ve y que nadie mira, qué va. El pueblo canario no recibe así a nadie.
Todos fuimos migrantes y todos otra vez lo seremos. Ojalá el día que migres con tu bebé de tres meses, no te reciba quien secuestró la llave al pueblo y te deje ahogarte a cinco metros de lograrlo.
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