Un testigo del Caso Kárate dice que veía a Torres Baena como un “jefe” y otro que nunca cuestionó lo que decía
LAS PALMAS DE GRAN CANARIA, 8 (EUROPA PRESS)
El testigo número 7 del Caso Kárate ha afirmado que veía al principal acusado, Fernando Torres Baena “como un jefe” y que tenía que ser obediente, mientras que el testigo número 9 ha asegurado que nunca cuestionó lo que el acusado le decía o pedía porque en el gimnasio y en el chalet de Vargas “todo era competición”.
Así se manifestaron ambos durante la sesión del juicio que tuvo lugar este viernes en la Sección Sexta de la Audiencia Provincial de Las Palmas y en el que se investiga una supuesta trama de abusos sexuales a menores y corrupción de menores.
De esta manera, el testigo número 7 --que tiene 18 años en la actualidad-- comentó que se inscribió en el gimnasio de Torres Baena a los 7 años y que dejó de practicar Kárate hace un año y medio aproximadamente.
Sobre el trato que mantenía con el acusado, dijo que siempre fue obediente a lo que le pedía y que el denunciado en ocasiones era amable y en otras estaba alterado. “Con muchos altibajos”, matizó.
“No te podías llevar mal con él [el acusado]. Lo trataba como a un jefe. Como era obediente nadie tenía mala relación conmigo.
Recordó que en una ocasión no fue a entrenar y que Torres Baena le mandó a entrenarse durante 5 horas bajo el sol, agregando que si no iba al gimnasio se llevaba una bronca delante de todo el mundo.
LE DECÍA QUE SU MADRE “ESTABA LOCA” Y QUE SU PADRE NO LO QUERÍA
Respecto a la relación con su familia, el testigo 7 apuntó que con una edad de 13 o 14 años, el ahora detenido le dijo que su madre “estaba loca”, que su padre no lo quería y que él era su padre, ya que era el que verdaderamente lo quería.
Aquí, declaró que durante un tiempo tuvo una época “muy mala” con su madre, que le hablaba mal y que iba diciendo que su padre no lo quería.
En este punto, el abogado de la defensa de Torres Baena cuestionó al testigo sobre la supuesta relación de amistad del padre del testigo 7 con el acusado, y el joven señaló que su padre era cinturón negro y que nunca le dijo a nadie que su progenitor sabía lo que ocurría en el gimnasio o en la casa de Vargas.
Además, explicó que recibía charlas sobre sexo por parte del procesado y que le decía que era algo normal, natural y que estaba bien hacerlo porque era bueno para el deporte y para el rendimiento deportivo.
EL PRIMER CONTACTO SEXUAL FUE A LOS 10 AÑOS
A preguntas de la fiscalía y de la acusación particular, reconoció que la primera vez el acusado tuvo un contacto sexual con él fue en el Chalet de Vargas a una edad aproximada de 10 años, cuando se metió en su cama de noche y le realizó sexo oral, situación ante la que el testigo dijo que no sabía qué estaba pasando ni qué hacer.
Tras esta situación, el joven indicó pocos días después, Torres Baena alardeó ante otros de los acusados de lo que había hecho.
Expresó que este tipo de contactos sexuales tuvieron lugar “bastantes veces”, mientras que también reconoció que mantuvo relaciones sexuales con otras dos de las acusadas, María José González e Ivonne González.
Mientras, el testigo número 9, que hoy en día tiene 19 años, explicó que practica este deporte desde los cuatro años y que entró al gimnasio del acusado a los 14 o 15 para prepararse y conseguir el cinturón negro.
UNO DE LOS TESTIGOS ROMPE A LLORAR MIENTRAS CONTABA SU EXPERIENCIA
El chico, que se mostró bastante nervioso y rompió a llorar mientras relataba su experiencia, explicó que al llegar al gimnasio a esa edad, lo primero que le sorprendió fue que había un grupo específico de personas que se saludaban dándose un beso en la boca.
El testigo 9 relató que con 15 años Torres Baena le invitó por primera vez al Chalet de Vargas delante del testigo número 7 y le dijo que era para entrenar y que el 7 ya había estado otras veces, por lo que accedió. Ya en el chalet, afirmó que el primer fin de semana que estuvo allí, mientras varios alumnos jugaban a la consola, María José salió desnuda del baño y que iba sin ropa, situación ante la cual, los jóvenes se miraron y optaron por no decir nada.
Asimismo, explicó que también había recibido charlas sobre la normalidad del sexo y que el acusado le llegó a decir que si era con personas mayores, “mucho mejor”. Además, Torres Baena le dijo que sus padres no podían decidir con él y señaló que quitaba importancia a lo que pudieran decir sus progenitores.
En este punto, el joven manifestó que la primera vez que mantuvo contacto sexual con el acusado fue un par de semanas después de su primera visita al chalet y que las mismas prosiguieron y se repetían también en el gimnasio, asegurando que también tuvo relaciones con María José e Ivonne, además de otros alumnos, siendo estos contactos a petición del acusado.
Relató que en ocasiones, Torres Baena le decía que fuera a un cuarto donde le esperaban o algunas de las otras acusadas o algún otro alumno, y que él ya sabía para lo que era.
PARA SER CAMPEÓN HABÍA QUE HACER TODO LO QUE DIJERA
Cuestionado sobre por qué nunca dijo nada de lo que ocurría, el testigo número 9 comentó que el acusado le dijo que para ser campeón había que hacer todo lo que le dijera y que para comprobar que lo iba a hacer le dijo que se pusiera a cuatro patas “como un perro” y que caminara así por el tatami.
“Nuestra vida era todo competición. Las relaciones [sexuales] eran entrenamiento. Nuestra vida era todo entrenamiento”, advirtió al tiempo que insistió en que hacía lo que Torres Baena le decía porque “pensaba que eso era lo que había que hacer”.
Finalmente reconoció que si no llega a salir el caso a la luz, probablemente no hubiera denunciado, ya que pensaba que lo que hacían era lo normal. “Lo que todos hacíamos”, concluyó.