La reunificación nacionalista canaria, un campo de minas entre CC y NC

De izquierda a derecha: Román Rodríguez,Fernando Clavijo, Antonio Morales y José Miguel Bravo de Laguna.

Alexis González

Las Palmas de Gran Canaria —

La tan cacareada reunificación del nacionalismo canario en torno a un proyecto común de Coalición Canaria (CC) y Nueva Canarias (NC) lleva meses sobre la mesa política isleña. Más bien sobre la mesilla de noche de líderes de los dos partidos, con una hoja de ruta hasta ahora ilegible que convertiría a Román Rodríguez (NC) en candidato a la presidencia del Gobierno, relevando a Fernando Clavijo (CC), con billete para el Senado, y el argumento de que ya toca un presidente grancanario.

Públicamente, las voces de una y otra orilla nacionalista han planteado desde la necesidad de un frente común que incluya a Unidos por Gran Canaria, del ex del PP Bravo de La Laguna, o a la Agrupación Socialista Gomera, del ex del PSOE Casimiro Curbelo, verbalizada por el presidente del Cabildo de Tenerife, Carlos Alonso (CC); hasta el reconocimiento sin más de que “hay conversaciones informales”, por parte del diputado nacional de NC, Pedro Quevedo, mano derecha de Román Rodríguez.

Y el pegamento que alienta una fórmula conjunta para las elecciones autonómicas y locales de 2019 no es otro que la entrada de Ciudadanos en el reparto de escaños, del que se quedó fuera en 2015 por el injusto sistema electoral canario. CC y NC saben que será en las islas capitalinas donde el partido naranja logre más apoyos, y por tanto entre por fin en la Cámara con o sin reforma electoral y rebaja de topes, por lo que sus graneros de votos en Tenerife y Gran Canaria se verían mermados. Y sus diputados.

El peligro exterior de Ciudadanos invita a CC y NC a planificar su futuro local juntos, después de la ruptura que supuso la salida de Román Rodríguez de la presidencia del Gobierno en 2003 y la posterior fundación de Nueva Canarias en 2005. Pero lo cierto es que la realidad entre NC y CC es ahora un campo de minas. Como para saltar por los aires al primer paso en falso. Y uno de esos se ha escenificado este fin de semana en Gran Canaria con el acuerdo electoral entre CC y el grupo de Bravo.

Los pactos, en política, están para romperlos cuando mejor convenga a una de las partes. Pero a escasas 48 horas, la alianza entre Fernando Clavijo y el ex líder del PP de Canarias José Miguel Bravo de La Laguna, otrora látigo del “nacionalismo” de CC, no parece que vaya a triturarse a las primeras de cambio. Es una de las tablas de salvación del proyecto político de la familia Bravo de La Laguna (cortocircuitada la de integrarse en Ciudadanos), y también una vía de escape para “reforzar” a CC en una isla donde no levanta cabeza desde la creación de NC.

En política, los programas y las ideas también tienen el recorrido que a cada cual le convenga, y cuestión aparte será comprobar si de la mezcla del agua nacionalista de CC y el aceite insularista/españolista de los Bravo de Laguna sale el maná de los votos necesarios para ser clave en la gobernabilidad de la Comunidad y la Isla. De entrada, lo que sí ha conseguido es neutralizar cualquier veleidad interna de NC de cruzar ese campo de minas que le separa, de momento, de CC.

Es Antonio Morales, presidente del Cabildo de Gran Canaria, la principal voz contra cualquier tipo de componenda con “la ATI” de Coalición Canaria, la que gobierna el Archipiélago desde 1993, y con presidentes de Tenerife desde 2003. Algunos más escorados que otros en eso del equilibrio regional. Pero a Antonio Morales no le ha hecho falta, de momento, poner el grito en el cielo. Ya se ha encargado la propia CC con su alianza con Bravo de obstaculizar los puentes.

Aunque haya cálculos internos que inviten a una integración nacionalista, incluso antes de que se abran las urnas de 2019, en Nueva Canarias la sola idea de tener que compartir lista con Pablo Rodríguez (CC) o Bravo de Laguna da grima. ¿Quién sería cabeza de lista al Cabildo? ¿Bravo o Morales? ¿Y al Parlamento? ¿Román con Pablo o también incluiría a Lucas Bravo de Laguna, el hijo al que hay que salvar la carrera política? Así, la unidad nacionalista en Gran Canaria es una quimera. Salvo que pese más el riesgo de quedarse con solo dos o tres diputados en 2019.

Cuestión aparte es que cada cual concurra por su lado y después de abiertas las urnas se alcancen pactos, pero hasta en ese caso, muy difícilmente congeniarían en el Cabildo Morales y Bravo. Aunque todo es posible en la Casa Palacio, obviamente. Incluso que en unos cuantos días el grupo de Unidos se rompa por la mitad, como primera consecuencia del acuerdo Bravo-CC: ha dejado a su segunda parte contratante, la Ciuca de la familia Reyes, fuera de la componenda.

Queda todo un año por delante para darle la vuelta cien veces a este panorama de urgencia. Pero de entrada, lo que ha provocado es el cabreo de la familia Reyes (Guillermo, el padre concejal teldense; y Daniel, el hijo consejero cabildicio) con la familia Bravo (José Miguel, el padre consejero cabildicio en el mismo grupo que los Reyes; y Lucas, el hijo secretario general del nuevo partido Unidos por Gran Canaria, que es plataforma electoral con Ciuca en el Cabildo). Cuestión de familias.

Ciuca, con su añadido moganero de la alcaldesa Onalia Bueno maniatada al grupo de Telde, se ha quedado en fuera de juego y en sus filas se valora romper Unidos en el Cabildo: dos de sus consejeros son de Ciuca Telde, Daniel Reyes y Ruth León, y los otros dos, de Bravo Unidos, José Miguel Bravo y el concejal de San Bartolomé de Tirajana Paco Pérez, que esa es otra plaza a tener en cuenta con lo que vaya a hacer el alcalde, Marco Aurelio Pérez, y su siempre clave Agrupación de Vecinos, ahora extendida a territorio sacrosanto de NC, en Santa Lucía de Tirajana. Pero la ruptura en el Cabildo llevaría a los consejeros de Ciuca al grupo de los no adscritos, con los consejeros tránsfugas de Podemos que gobiernan con NC y PSOE.

El panorama electoral a un año vista, con un PSOE canario viéndolas venir desde La Moncloa, un PP en fase de reencontrarse a sí mismo, y Ciudadanos buscando a esos candidatos de renombre que tuvo en su agenda el verano pasado (ya fuera el propio Bravo o Enrique Hernández Bento) deja también una papa caliente a esa parte contratante de Nueva Canarias que sigue a pies juntillas a Antonio Morales. ¿Qué hacer con los fieles tránsfugas no adscritos que rompieron con Podemos?

Todo apunta, y hasta el propio Morales así lo ha deslizado, que María Nebot y al menos un miembro destacado más de Sí Se Puede Gran Canaria tendría puesto de salida en la lista al Cabildo de Nueva Canarias. ¿Juanma Brito, Pepe El Uruguayo, o el actual consejero “de la felicidad” Miguel Ángel Rodríguez? Queda mucha tela que cortar ahí, también, y de paso hacer entender a dos de los nueve consejeros de NC que deben salir de sus puestos por “el bien” del proyecto. Porque, como mucho, las encuestas auguran a NC llegar en 2019 a diez consejeros, con el evidente tirón electoral que tiene Morales, el mejor cartel de Nueva Canarias. A ver quién le tose.

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