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Devolver a la tierra más de lo que se toma de ella

Manojo de cebollinos frescos. (Canarias Ahora).

Eva González

Las Palmas de Gran Canaria —

Con esta séptima entrega terminamos la serie de Agricultura Ecológica, y lo hacemos teniendo en cuenta el cielo, la luna y las estrellas, mirando hacia arriba porque merece la pena. No hablamos de nada nuevo pero podría venir bien recordar las palabras del poeta Prudencio. “Contemplamos los mismos astros. No es común el cielo. Un mismo firmamento nos envuelve. ¿Qué importa por medio de qué proceso mental indague cada cual la verdad? Por un único camino no se puede llegar a tan gran secreto”. Ya lo dijo Heráclito, “la naturaleza ama esconderse” pero lo que tiene que salir a la luz, no dejará de hacerlo. La agricultura biodinámica es una forma sostenible de cultivar alimentos sabrosos y de calidad y devuelve a la tierra más de lo que toma de ella. Al principio, algunas de las técnicas pueden parecer algo extrañas, pero en conjunto la biodinámica responde a una lógica absoluta, se basa en los principios de la agricultura de toda la vida conjugados con los ciclos naturales del cielo y de la tierra. La observación es un elemento necesario.

Hilleby Kops, de origen finlandés, y afincada en Gran Canaria desde 1952, formó parte del valeroso grupo de personas que, a finales de los setenta, empezaron a introducir y a practicar agricultura biodinámica en Canarias. Ella fue la impulsora de la creación de la Sociedad de Biodinámica en España. Por esa época, Kjell Arman, fundador de la Asociación de Biodinámica en Suecia, venía a dar estas conferencias y Hilleby las traducía. Ella había estudiado en Suecia y había consumido productos biodinámicos, pero fue realmente entonces, haciendo los trabajos de traducción cuando se sintió apasionada y se introdujo de lleno en el tema. Hilleby nos recibe en Tafira, donde reside actualmente. También visitamos la Finca La Zanahoria, en Lomo Espino, Telde, que es conducida por una alumna suya.

A primera vista, los dos sitios que visitamos para poder acercarnos a esto de la biodinámica tienen algo en común. La presencia de flores de colores muy vivos que funcionan como un imán, atraen la vista de cualquiera. Y es que un huerto biodiverso es un huerto equilibrado desde el cielo hasta el suelo. La belleza que aportan las flores es notable y su función vital. Proporcionan néctar y alimento a insectos, pájaros y mamíferos, asegurando así un hábitat que los atrae y cobija.

Estamos llegando a la casa de Hilleby, no hace falta tocar, nos está esperando en la puerta. Su presencia es impecable, elegante y tiene una sonrisa leve y amable. Su manera de hablar suave y acogedora. Nos invita a pasar al interior de la casa. Una vez en el interior nos muestra recortes de periódicos isleños donde se hablaba de la biodinámica como una alternativa a los abonos químicos, la fecha que está impresa es de finales de los 70 en la mayoría de los casos. A pesar de que la biodinámica se practica en Europa desde el año 1924, Hilleby recuerda que, incluso en los 70, era un concepto muy revolucionario en Canarias y que el gobierno le propuso incluirla en su programa, pero ella no aceptó. “Estas enseñanzas y prácticas son tanto para comunistas, derechistas, anarquistas y demás etiquetas que se le puedan ocurrir, esto no es una cuestión de colores”.

“Sí que hacíamos conferencias”,- continúa explicando, “las primeras fueron en Tenerife, concretamente en Chayofa, entidad del municipio de Arona. Recibimos el interés del Ministerio de Agricultura y nos prestaban salones para poder dar información y responder a la demanda que empezó a surgir, luego las empezamos a dar aquí en Gran Canaria.”

Los preparados de la biodinámica 

Los preparados son la principal diferencia entre la denominada agricultura ecológica y la biodinámica, pero Hilleby recalca, que además los productos biodinámicos, al estar en consonancia con el cosmos, aportan al hombre un gran vigor y una fuerza que proviene directamente de la naturaleza. La comida crecida de esa manera es lógicamente superior en aportes.

Nos acompaña uno de los hijos de Hilleby, Ricardo Betancor, quien ha tenido en propiedad y bajo su responsabilidad más de 20 hectáreas de regadío en La Vera, Extremadura, además de asesorar a otros muchos agricultores. Resalta la diferencia en la forma de pensar de un agricultor ecológico y uno biodinámico. El primero piensa, voy a alimentar a la planta con recursos y medios naturales. El segundo, a ver cómo consigo que la tierra esté viva.

“Hacer que haya suficiente vida bacteriológica, microbiana, etc… es el fin principal de un biodinámico, para que la tierra pueda liberar todo el nitrógeno, fósforo y potasio, que hay en toneladas. Así la planta tomará un alimento que asimilará mucho mejor”. Por ejemplo en el primero de los casos, al agricultor no le importará utilizar extractos de algas naturales, en donde el fósforo, el nitrógeno y el potasio provengan de elementos externos, además está autorizado por la normativa. En cambio el biodinámico, parte de su parcela donde sabe que están todos esos elementos, físicamente medibles pero también sabe que no son asimilables por la planta. Lo que hace es convertir ese N, P, K, en asimilable. Si no lo consiguiera, el agricultor diría que su finca o parcela está enferma. Entonces procedería a curar la finca. Trataría de provocar un cambio metabólico para que los microrganismos sean capaces de convertir los elementos químicos en aprovechables para la planta.

“El enfoque que la biodinámica da a la tierra viene a ser equivalente al que da la medicina antroposófica al ser humano”, afirma Ricardo Betancor.

Estos cambios se consiguen a través de los característicos preparados biodinámicos que introdujo Rudolf Steiner y que completó María Thun, siguiendo con los trabajos de investigación que emprendió Steiner. Estos preparados se llaman de la siguiente manera, preparación de boñiga en cuerno o Preparado 500, preparación de sílice en cuerno o Preparado 501, Preparación de Milenrama o Preparado 502, preparación de Manzanilla o Preparado 503, preparación de Ortiga o Preparado 504, preparación de Corteza de Roble o Preparado 505, preparación de Diente de León o Preparado 506, preparación de Valeriana o Preparado 507, preparación de cola de caballo o Preparado 508 y el Preparado de María Thun.

La razón por la que los preparados se conocen por los números 500 al 508 es que se les asignó esta nomenclatura en clave a consecuencia de la prohibición en Alemania durante la II Guerra Mundial y por las sustancias o plantas que se emplean en su elaboración. Hay que recordar que la biodinámica es el movimiento agrícola “verde” más antiguo que existe, surgió tras la I Guerra Mundial. La agricultura ecológica llegó más tarde. Tras la I Guerra Mundial llegó la industrialización, animales y agricultores fueron reemplazados por maquinaria moderna desarrollada a partir de los carros de combate. La tecnología que se había utilizado para hacer bombas se usó para confeccionar fertilizantes químicos y la usada para los gases nerviosos, para desarrollar herbicidas y pesticidas. Todo este engranaje provocó una pérdida de biodiversidad y hábitats para pájaros silvestres y abejas, un aumento de la contaminación del suelo y de los cauces de los ríos y cultivos con un alto rendimiento pero un bajo valor nutricional y un elevado nivel de residuos químicos. Estos “avances” científicos permitieron que la agricultura fuera más predecible, eficaz y segura, pero también más rentable para los que controlaban las nuevas tecnologías y menos para los agricultores. En 1924, un grupo de agricultores del centro de Europa pidió a Rudolf Steiner (1861-1925) una visión alternativa de la agricultura, que era su auténtica pasión. En la primavera de ese mismo año Steiner presentó una serie de conferencias titulada “Agricultura”, cuyas ideas pasaron a conocerse luego como biodinámica. Steiner insistió en que la agricultura “moderna” podía ser rentable a corto plazo, pero que a la larga tendría terribles consecuencias para la salud de los seres humanos, las plantas y los animales. Predijo incluso que la población de abejas encargadas de polinizar los cultivos sufriría un colapso alrededor del año 2000 a causa de los pesticidas modernos. Y acertó.

Más de quince hectáreas en Gran Canaria 

Steiner también decía que todas las granjas y cultivos deberían intentar ser lo más autosuficientes posible. Los animales y su estiércol podían ser muy útiles en este sentido. El principal añadido que hizo Steiner es que para curar un suelo había que usar compost normal pero preparado de una manera especial, y aquí surgen los famosos preparados biodinámicos que nombramos anteriormente. Las condiciones bajo las cuales se elaboran los preparados son tan importantes como sus partes constituyentes. La mayoría de los materiales necesitan el ciclo completo del año para poder “madurar”. Y esto lo conocen bien Rosi Campos y Francisco Armas, dos de los agricultores biodinámicos en Gran Canaria. En la isla hay más de quince hectáreas dedicadas a la biodinámica, fincas como La Granja de Ingenio, La Cantonera en Firgas, Las Damas en Bandama o Lomo Espino en Telde. A esta última estamos llegando, conozcamos un poco si funcionamiento.

Aparcamos en la puerta de la finca, donde se repite la imagen de las flores, es agradable ser recibido entre colores, no queda otra que mirar y flipar. Ya entra uno con buen pie.

Nos recibe Rosi, hace agricultura biodinámica desde que tenía 21 años y ahora tiene 50. Es gestora de La Zanahoria y entiende la biodinámica como una forma de vida. Asegura que es una forma de entender y respetar la complejidad de la vida y las relaciones. Conseguir un espacio biodiverso lleva tiempo. La biodinámica tiene una base científica y pretende ir un poco más allá. Los biodinámicos aspiran a ver más que lo tangible y contable, trabaja el conjunto, se trabaja del todo a las partes. El trabajo de un agricultor es activar el lugar, dejar que el organismo vivo sea, se exprese y sea completo por sí mismo. “Una finca biodinámica es un organismo vivo, autosuficiente y donde hay animales, plantas, y personas que ordenan los elementos”. Hace más de cuatro años cuando se hicieron responsables de este espacio de 5 hectáreas, -comenta Rosi, el suelo tenía menos de 0.01% de materia orgánica, “toda la reconversión que ha sido un trabajo largo, la hicimos a base de compost biodinámico, -yo le llamo el oro negro-, nuestro objetivo es obtener productos que tengan la vitalidad máxima. Cuando nos referimos al compost biodinámico, como ya explicamos antes, quiere decir que se le añaden los ”preparados“ que activan procesos en el compost y ayudan a que las plantas conserven todas sus propiedades.

Este espacio cuenta con un punto de venta donde los sábados por la mañana de 8:00 a 13:00 se venden los productos biodinámicos a la clientela. En el porche de la tienda está sentado Sergio Campos limpiando cebolletas, separa los restos que sirven de alimento para las cabras y las gallinas, de los manojos que el sábado estarán a la venta. Sergio no es agricultor, es encargado de los puntos de venta, pero considera que la biodinámica es beneficiosa y una apuesta necesaria en la sociedad, pero no se es consciente hasta que no pruebas este tipo de productos.

Rosi asegura que la biodinámica no es ningún misterio, simplemente son productos frescos, con un nivel de conservación máximo, exentos de cualquier sustancia química y se diferencian de un producto ecológico porque trabajas con las fuerzas vitales. Por ejemplo, explica Rosi, “la luna tiene que ver con todos los procesos acuosos, la planta es agua en un 80% por lo que es un organismo 100% influido. Si tienes en cuenta las fases de la luna a la hora de plantar, podar y recoger, que para ello tenemos guías, estás respetando los ciclos y provocando el mejor desarrollo posible de una forma natural. El nivel de vitalidad de las plantas es medible, existe un proceso que se llama de cristalización sensible cuyo gran pionero fue Erhenfried Pfeifer, alumno de Steiner que permite estudiar la vitalidad de cualquier ente sea líquido o sólido”.

Rosi asegura que en biodinámica, a pesar de tener en cuenta donde está la luna, en relación a qué constelación y demás elementos que se contemplan, la base es la agricultura tradicional y la tierra. Lo importante es coger el sacho y trabajar. “Hay que agachar el lomo, hay que estar preparados para perder cosechas, elaborar compost con alegría y seguir” .

Sobre esta tierra a la que han devuelto la vida, hoy se cultivan unas treinta variedades de hortalizas con la que surten a distintos puntos de venta de la isla. “Ayer se plantaron más de 15.000 semillas”. De la mano de la productividad de esta finca, camina el proyecto educativo, la granja escuela. Rosi, que es maestra de formación académica siempre ha tenido en mente crear un espacio abierto, pedagógico, artístico y terapéutico, donde haya mucha belleza y donde la gente pueda venir simplemente a pasear, -que es lo que ocurre aquí los sábados-, y ver que es posible esta agricultura. El proyecto ya ha dado sus primeros pasos, se han realizado cursos de biodinámica o talleres de elaboración de lana. Hay un área infantil donde se enseña a los pequeños el trabajo de la finca.

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