Mi vida ha estado ligada al séptimo arte prácticamente desde el principio. Algunos de mis mejores recuerdos tienen que ver, o están relacionados, con una película o con un cine, al igual que mi conocimiento de muchas ciudades se debe a la búsqueda de una determinada sala cinematográfica. Me gusta el cine sin distinción de género, nacionalidad, idioma o formato y NO creo en tautologías, ni verdades absolutas, que, lo único que hacen, es parcelar un arte en beneficio de unos pocos. El resto es cuestión de cada uno, cuando se apagan las luces.
REALIDAD Y DISTOPÍA. Night Visions Maximum Halloween 3017
Esta máxima, además del empeño de las sociedades humanas por dividir en grupos a sus integrantes, sustenta la primera película del actor y guionista Taylor Sheridan, Wind River, la cual se puede ver ya en algunos de los canales especializados que conforman la parrilla televisiva nacional. Sheridan, autor de los guiones de Sicario y Hell or high water, pone el foco de su historia y el objetivo de la cámara en plasmar la indefensión que sufren las mujeres dentro de las reservas indias que jalonan buena parte del territorio de los Estados Unidos de América.
Por extraño, casi marciano, que parezca, no existe una estadística que recoja las desapariciones, ni las agresiones sexuales que se cometen dentro de dichas reservas, un hecho que permite una situación de absoluto desamparo para las integrantes del sexo femenino y la certeza, también casi absoluta, de que quienes comenten este tipo de abusos no llegan a ser juzgados y condenados por sus depravados actos.
El propio director contaba lo rocambolesco y dramático de esta situación, en una entrevista concedida a la Radio Pública Nacional Americana, el pasado año 2017, entrevista realizada por el periodista Scott Simon.
Taylor Sheridan: Este problema, el asalto sexual a mujeres en reservas indias, esto ha existido desde siempre, desde que se creó el sistema de las reservas. Sin embargo, en los últimos 15 o 20 la situación se ha desbordado. Y lo peor del caso es que nadie presta atención. Por eso quise contar esta historia.
Scott Simon: Al final de la película se comenta que no se tienen datos acerca de esta problemática.
Taylor Sheridan: Sí, quería concluir la película con datos, para que la gente pudiera digerirlos y entender, pues eso mismo, la magnitud del asunto. Así que le dije a dos investigadores que encontraran esos datos, poniéndose en contacto con cualquier organización o empresa posible, el Departamento de Justicia, el CDC, con quien fuera. Se pasaron tres meses intentando encontrar esta información y tras ese tiempo me dijeron, “Taylor, no se encuentran datos. Nadie está contabilizando nada relacionado con esto”. Yo les respondí, “ésos son nuestros datos”.
La película empieza con una secuencia en la que vemos a una mujer herida, corriendo casi desnuda sobre la nieve, en medio de la noche, mientras su sangre se funde con el hielo y con la desolación del lugar. Dichos instantes iniciales son el preámbulo de una grotesca y dramática pesadilla protagonizada por un curtido e implacable explorador del servicio estatal de naturaleza, caza y pesca (United States Fish and Wildlife Service) Cory Lambert, interpretado por el actor Jeremy Renner y la agente del FBI Jane Banner (Elizabeth Olsen), una recién llegada al Buró Federal de Investigaciones, que llegará a ganarse el respeto de Lambert y del sheriff local de la reserva, Ben, interpretado por el actor canadiense Graham Greene.
Ya desde el principio, queda claro que el agente estatal medioambiental conoce el terreno y a los jugadores de esta partida -incluyendo a la fallecida que motiva toda la situación- y que está dispuesto a llegar hasta el final, siempre que cuente con la colaboración de la recién llegada.
Ésta, a pesar de su inexperiencia y de encontrarse muy lejos de su hábitat natural, demostrará una determinación y valentía realmente encomiables, una actitud que será de capital importancia cuando se tropiecen con los responsables de aquel suceso.
En esos instantes, el guionista pondrá sobre la mesa de juego otro de esos temas que parece condenado a formar parte del imaginario colectivo estadounidenses, siempre en el peor de los sentidos. El tema en cuestión se refiere al uso y abuso de las armas de fuego dentro la sociedad civil americana y el problema que ello supone, por mucho que los defensores de la Segunda Enmienda de la constitución de los Estados Unidos de América y los miembros de la todopoderosa Asociación Nacional del Rifle se empeñen en negarlo.
Wind River no solamente plasma el problema de los abusos físicos y sexuales para con las mujeres y, en este caso particular, contra algunos hombres y la lacra que todo esto supone para nuestra sociedad. Wind River también incide en el exceso de armas que hay en aquel país y en las características de muchas de ellas, válidas para un territorio bélico, pero excesivamente peligrosas en manos de quienes gustan de apretar el gatillo sin reparar en las consecuencias de sus actos. Otra cosa es que, luego, cada uno juegue con las cartas que le han tocado y ya se sabe que no importa la cantidad de balas que tengas, sino lo bien que sepas utilizarlas. Ambos agentes estatales saben cómo hacerlo, aunque sus estilos sean diametralmente opuestos.
En esto, como en otras tantas cosas, la película de Taylor Sheridan reinterpreta elementos propios del spaguetti western, sobre todo por el gusto de dicho género cinematográfico en condensar la mayoría de la acción en los momentos finales de la narración. En cuanto al personaje interpretado por Jeremy Renner, éste destila algunos elementos del western crepuscular acuñado por el gran Sam Peckinpah, aunque su destino final no sea el de buscar un final abrupto y espectacular para su existencia, sino solamente el de encontrar un poco de paz tras una pérdida sufrida en el seno de su propia familia.
Al final, el caso de Natalie Hanson (Kelsey Chow), la nativa americana asesinada, y el de su pareja Matt Rayburn (Jon Bernthal) quedará resuelto, pero tal circunstancia no ayudará lo más mínimo a quitarle al espectador el mal sabor de boca por todo lo anteriormente visto.
En los momentos finales de la entrevista entre el director y guionista Taylor Sheridan y el periodista Scott Simon, el primero, en respuesta a una pregunta del segundo, trata de explicar cuál fue su motivación a la hora de rodar esta película y lo que le gustaría que el espectador entendiera, estuviera dentro y/o fuera de una reserva india. El cálculo probabilístico, tan ladino, él, hizo que el responsable de la distribución cinematográfica de la película, Harvey Weinstein, fuera acusado de reiterados abusos sexuales para con las integrantes del sexo femenino, pocos meses después de su estreno en los Estados Unidos, un hecho que demuestra que lo que cuenta Sheridan en su película no es exclusivo de un territorio geográfico, un país o una raza en particular, sino un problema a nivel global y de una gravedad realmente preocupante.
Sirvan las palabras del realizador como resumen y como punto y final a todo lo anteriormente dicho.
Scott Simon: ¿Qué conclusions espera que el público que no viva en reservas, la mayoría del público, saque acerca de “Wind River” y de la gente que vive en las reservas, una vez vista su película?
Taylor Sheridan: Espero que vean y admitan que hay una epidemia de violencia en las reservas que necesita una solución, y gente que se preocupe. Además, espero que se den cuenta de que hay gente que vive en las reservas que son iguales que otra gente que vive en una ciudad. Hay muchos estereotipos y malentendidos en cuanto a la cultura de los nativos americanos se refiere.
National Public Radio, Inc (U.S.) Investigating A Murder In 'Wind River'.
Scott Simon. August 2017
https://www.npr.org/2017/08/05/541774348/investigating-a-murder-in-wind-river
La parte distópica en el festival la puso la película What Happened to Monday (o Seven Sister,Seven Sister título como se la conoce en el mercado franco-canadiense, italiano y eslovaco) obra del guionista y realizador noruego de ascendencia finlandesa Tommy Wirkola, y protagonizada por una camaleónica Noomi Rapace, William Dafoe y Glenn Close en sus papeles principales.
La película, escrita por el tándem Max Botkin y Kerry Williamson, no puede negar que bebe, y de manera muy directa, de dos de los grandes clásicos de la cinematográfica distópica clásica; es decir, Soylent Green (Metro-Goldwyn-Mayer. 1973) y Logan's Run (Metro-Goldwyn-Mayer. 1976). La primera, Cuando el destino nos alcance, en nuestro país, fue dirigida por Richard Fleischer, según la novela de Harry Harrison, Make Room! Make Room! (Double Day 1966) y magníficamente interpretada por Charlton Heston y Edward G. Robinson en la que fuera su última aparición en la gran pantalla. La fuga de Logan fue dirigida por Michael Anderson e igualmente está basada en una novela, en este caso, de los escritores William F. Nolan y George Clayton Johnson (Dial Press 1967)
En ambas se trata el tema de la sobrepoblación y los modos y maneras de controlarla por parte de los gobiernos de turno, cuyos métodos, en ambos casos, suelen esconder una gran mentira oficial. No obstante, la primera incide mucho más en la indefensión del ser humano y su prácticamente nula capacidad de acción y reacción cuando éste debe enfrentarse a los poderes fácticos, tan implacables como monstruosos. Para la posteridad queda la imagen de Solomon “Sol” Roth (Edward G. Robinson) caminando hacia un destino mucho más perturbador y descarnado de lo que el espectador pusiera siquiera pensar.
La película de Tommy Wirkola parte de la premisa del hijo único por familia -premisa que no es nueva, dado que el gobierno de la Republica Popular de China lo lleva imponiendo en el país desde hace décadas- y lo traslada hasta un futuro no tan lejano, el año 2043, aunque la variación estriba en que, entonces, si una madre tiene más de un niño, éstos últimos deberán ser criopreservados, siguiendo la técnica conocida como Criónica. En este escenario, la hija de Terrence Settman (William Dafoe), Karen, da a luz septillizas y, en contra de los dictados del Child Allocation Bureau, éste decide criarlas a todas como si se tratara de una sola niña, llamándolas como los días de la semana dentro de su casa -no en vano son siete- y, como su fallecida madre, en el mundo exterior.
A partir de ese momento, lo que le ocurra a una sola de ellas, se verá reflejado en todas, por muy doloroso o extremo que esto pueda resultar. Sin embargo, cada una de las niñas tendrá una personalidad y una apariencia externa bien diferenciada, un hecho que le permitirá a la actriz sueca de padre español, Noomi Rapace, una vez llegada la edad adulta de las siete hermanas, el representar siete caras bien distintas de una misma moneda.
Otra cosa es que, cada mañana y según el día de la semana, todas pasen por el ritual de ser una sola persona, Karen Settman, la eficiente y diligente empleada en una importante entidad bancaria, por lo menos en su apariencia externa, lo cual les permite seguir manteniendo la misma charada de puertas para afuera. Como es lógico pensar, el engaño termina por ser descubierto por parte de unas autoridades que se tomarán el asunto de una forma demasiado extrema, aunque la implacable cacería a la que se ven sometidas será el detonante que les llevará, a todas ellas, a conocer quién es quién, lejos del perfecto escenario creado por su abuelo.
Quizás, en estos frenéticos momentos, la película se vea inmersa en un juego de “muñecas rusas” de carne y hueso, todas entrando y saliendo de escena sin que el espectador pueda llegar a sentir una conexión por ninguna de ellas, pero, esta circunstancia es la forma que tiene el director para demostrarle al espectador la precaria inestabilidad emocional a la que están sometidas las siete hermanas, quienes solamente tienen un día a la semana para poder desarrollarse como seres humanos en el mundo real, mientras sufren la opresión de vivir en un espacio reducido los seis días restantes.
Al final, el escenario, insano y cruel que tan bien ha reflejado el cine distópico desde hace décadas, y al que parece que estamos abocados a sufrir en un futuro no muy lejano, queda relegado a un segundo plano ante la sucesión de peripecias a las que se ven abocadas las protagonistas con tal de sobrevivir ante el acaso sufrido.
Lo peor de todo es que lo que hace décadas sólo parecía una distorsionada y hostil visión del futuro, merced a la literatura y el cine de ciencia ficción distópico que surgió, sobre todo después de la Segunda Guerra Mundial, se está empezando a confirmar, en el mundo actual, de una forma realmente alarmante, y sin que nadie parezca querer asumirlo.
LA PARTE MÁS GAMBERRA…
Vino, sin duda alguna, de la mano del director finlandés afincado en Alemania, Marko Mäkilaakso, quien se atrevió a llevar a la gran pantalla, y con las arenas andaluzas de Rodalquilar como escenario, el video juego It came from the desert, uno de los primeros y mejores ejemplos de lo bien que se lo podía pasar uno delante del monitor de un ordenador.
La idea se empezó a fraguar hace unos años, en el 2015, tal y como contó el director durante su fugaz pero intensa aparición en la edición otoñal del festival Night Visions, pero, entre una cosa y otra, tuvieron que transcurrir dos años hasta que la historia original, protagonizada por el doctor Dr. Greg Bradley, a principios de la década de los años cincuenta, del pasado siglo XX, se convirtiera en una peripecia adolescente, rodada en el desierto de Almería y con unas enormes hormigas gigantes como protagonistas de excepción.
No hay que perder de vista que el videojuego, creado en el año 1989 por la empresa Cinemaware Corp. (1) bebía muchísimo de las películas de serie B, en especial de Them! Them!(Warner Bros. 1954) dirigida por Gordon Douglas y conocida en nuestro país por el nombre de La humanidad en peligro. Es más, el título del juego, It came from the desert, no es sino una adaptación de otro de los grandes clásicos del cine de género, It Came from Outer Space (Universal International Pictures. 1953) y que contó con la dirección de Jack Arnold y con un guión de Harry Essex que adaptaba una historia original del escritor Ray Bradbury.
Por todo ello, no es de extrañar que sean unas enormes hormigas, surgidas tras la llegada hasta nuestro planeta de un meteorito cargado de la sacrosanta y siempre oportuna radiación que, lo mismo servía para hacerlas crecer -a las hormigas en cuestión- que transformaba a un científico en una mole verde, o a un estudiante enclenque en una suerte de araña humana con mucho sentido del humor, quienes sean el soporte argumental del veterano juego de ordenador y de la película del director finlandés.
Lo único que cambia es la década. Los cincuenta quedan ya muy lejos, como el siglo XX, y tampoco están los tiempos para doctores empollones que tratan de salvar a la humanidad y, de paso, enseñarles una lección a los habitantes del planeta -aparece uno, pero, poco tiempo-, sino para las nuevas generaciones que beben de los tweets escupidos por los asnos mal instruidos que nos gobiernan y los delirios de los “influencers” de medio pelo que llenan las redes sociales.
Después añadan algo de tensión sexual entre algunos de los personajes -chica guapa y pringado, a la sombra de su apolíneo hermano- algún que otro espantajo y hormigas gigantes, muchas, muchas hormigas gigantes y el espectáculo está servido durante noventa delirantes minutos y sin cortes publicitarios, que es lo mejor de todo.
Lo único que se echó de menos fue no tener un joystick a mano y, entonces, destruir cuantas más hormigas mejor, sobre todo mientras los personajes principales están atrapados, ¡cómo no!, en una súper secreta base militar, escondida en medio del desierto, tal y como mandan los cánones… Ya se sabe que NO se puede tener todo en esta vida.
It came from the desert es una divertida, entretenida y disparatada película que solamente busca el homenajear a uno de aquellos primitivos juegos de ordenador, cuando nadie siquiera podía pensar que llegaría a existir una consola como la Playstation o la Xbox. Y sí, es cierto que su desarrollo llega a ser atropellado, un tanto inconexo y sin guardar la linealidad que muchos desean encontrar en una sala de cine, pero la mezcla de todos y cada uno de los elementos, además del desparpajo de los actores que dan vida a los personajes principales, dan como resultado una de esas películas en las que te lo pasas realmente bien. Y tal y como están las cosas, ¿qué más se puede pedir?
- 1- Cinemaware Corp distribuyó, de manera exclusiva y en un primer momento, el juego para el modelo Amiga, uno de los ordenadores personales más populares de aquellos años y que fue comercializado por la empresa Commodore International. Más tarde, el juego se comercializó para otras consolas, pero buena parte de su éxito se debió a dicha relación comercial entre ambas empresas.
© Eduardo Serradilla Sanchis, 2018
© Elena Santana Guevara, 2018
Wind River © 2018 Acacia Filmed Entertainment, Film 44, Savvy Media Holdings & Thunder Road Pictures.
What Happened to Monday © 2018 Nexus Factory, Raffaella Productions, SND Films, Title Media, Umedia & Vendôme Pictures.
It came from the desert © 2018 AMP International, Cinemaware, Oy Bufo Ab & Roger! Pictures.
Sobre este blog
Mi vida ha estado ligada al séptimo arte prácticamente desde el principio. Algunos de mis mejores recuerdos tienen que ver, o están relacionados, con una película o con un cine, al igual que mi conocimiento de muchas ciudades se debe a la búsqueda de una determinada sala cinematográfica. Me gusta el cine sin distinción de género, nacionalidad, idioma o formato y NO creo en tautologías, ni verdades absolutas, que, lo único que hacen, es parcelar un arte en beneficio de unos pocos. El resto es cuestión de cada uno, cuando se apagan las luces.