“Reconocer que sufres violencia de género en una clase acomodada es complicado porque intentas guardar las apariencias”

Imagen de archivo. (Violencia de género)

Jennifer Jiménez

Las Palmas de Gran Canaria —

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María (nombre ficticio) no quiere dar su nombre ni que se la fotografíe por miedo a que su exmarido, al que califica como una persona posesiva, pueda seguir haciéndole daño. Tiene 60 años, rompió con la relación hace un año y medio después de toda una vida y aún se está reponiendo de las heridas que le causó. Esta ciudadana de Gran Canaria aguantó más de 30 años de malos tratos psicológicos: “Cállate”, “estás loca” o “tú no sabes de esto”, eran las frases que le dedicaba entre otros desprecios constantes. En aquel entonces tenía una buena posición social, pero vivía en un mundo de mentiras. “El machismo no entiende de clases sociales”, asegura esta superviviente, que añade que en las clases acomodadas es más complicado romper el silencio y reconocer la violencia de género “porque se intentan guardar las apariencias”.

Cuando supo en 2017 que su marido le estaba siendo infiel decidió marcharse de casa “con una mano delante y otra detrás” y no aguantar más humillaciones. “No sé cómo aguanté sola ni cómo no di media vuelta”, asegura. Ahora, sobrevive con unos 700 euros mensuales, pero ha recuperado su libertad y el control de sí misma, por lo que cree que compensa. “Gracias a la ayuda psicológica, he podido seguir adelante”. Y es que, una vez que terminó con esa relación marcada por la violencia, perdió mucho peso, empezó a tener problemas digestivos y de autoestima. “Me escondía con un gorro y bajo mis gafas de sol”.

Durante los años en los que vivió los malos tratos asegura que lo llegó a normalizar. Su marido era una persona “que un día te machaba y otro te llenaba la casa de flores”. De su círculo de amistades, la mayoría le ha ido dando la espalda. Y, aunque eran evidentes las actitudes machistas de su marido también en público, nadie decía nada. “Tapamos todo, con vergüenza por el qué dirán”, explica M, que considera que entre sus amistades había otras mujeres aguantando violencia pero se callaban por vergüenza.

“La Justicia sigue siendo machista”

A su juicio, la Justicia sigue siendo muy machista. Reprocha el cuestionamiento al que son sometidas las mujeres cuando pasan por un episodio como es la violencia de género. El entorno tampoco siempre apoya a las mujeres, y aunque en su caso le costó contarlo a su familia, posteriormente se sintió respaldada. Tanto que cuando el marido acudió a buscarla para que volviera a casa “por ese concepto de que lo mío es mío” sacó valor para decirle que no, que no daría ni un paso atrás. Sí relata que muchas amistades quedaron atrás, en ese mundo de apariencia del que logró escapar.

El maltrato psicológico es más difícil de probar y desanima a muchas mujeres a denunciar. Las expertas apuntan que es posible probarlo con informes psicológicos y que, en cualquier caso, recomiendan interponer denuncia para garantizar la protección de la víctima. “Salir de la violencia de género es duro, pero es posible”. El apoyo psicológico se vuelve indispensable para fortalecer a la víctima a recuperar la confianza en sí misma y el autoestima dañada.

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