El belén volcánico del IGN o la oportunidad para la reconstrucción
La Nochebuena de 2021 es muy diferente en La Palma: no solo anuncia la Navidad, además es la víspera de que se dé por finalizada oficialmente una erupción catastrófica para la isla desde el 19 de septiembre. También es diferente por la presencia de un singular belén volcánico que parece anunciar la reconstrucción.
A las puertas del centro de vigilancia volcánica que de manera provisional el Instituto Geológico Nacional (IGN) instaló en los bajos de la plaza de Tajuya, se puede contemplar este portal de belén, construido por los científicos con material volcánico, como una metáfora de los materiales que se emplearán en la reconstrucción que acometerá la isla del volcán.
Dentro del centro de vigilancia hay una sala llena de pantallas y ordenadores desde donde se monitoriza cada minuto del volcán, que aún este viernes 24 de diciembre continúa caliente y emitiendo gases.
Fuera, junto a la puerta, sobre unas mesas de colegio, los científicos del IGN han instalado toda una exposición didáctica de geología volcánica. Así, lo que debería ser un establo, se ha creado a partir de piedras volcánicas y trozos de lava cordada.
Los tres Reyes Magos caminan sobre lapilli, fragmentos de lava arrojados por el volcán de pequeño tamaño y que los canarios llaman “picón”.
No puede faltar en esta estampa navideña volcánica un tubo lávico incandescente, que recuerda el transcurrir del magma fluido por el interior de las coladas.
También hay bombas volcánicas y ceniza, ese material piroclástico que inundó la práctica totalidad de la isla durante la erupción.
Testigos de excepción de tal acontecimiento cristiano, son los pastores y el ángel anunciador.
La ubicación del volcán, que emitió millones de toneladas de piroclastos y lava, provocó la mayor catástrofe sucedida en la isla, arrasando centenares de fincas y casi 3.000 edificaciones, la gran mayoría viviendas y pequeños negocios. Miles de personas se quedaron de la noche a la mañana sin sus pertenencias más valiosas.
Pero en la mente de los palmeros está el resurgir de la isla después del volcán. Los científicos han explicado las razones por las que este evento natural se puede convertir en una oportunidad para La Palma, y es que un volcán no revienta, todos los días.
La expectación de visitar la zona del volcán surgió desde el primer momento, y los turistas llegados de muchos países, han colmado los establecimientos alojativos durante la erupción, demostrando que el volcán puede convertirse en un importante foco de atracción turística en los próximos años.
Este 24 de diciembre unas 7.000 personas permanecen evacuadas y desalojadas de la zona de exclusión. A falta de cifras definitivas, se calcula que en torno a unas 3.000 han perdido sus hogares sepultados por las coladas, las más extensas de cuántos volcanes han habido en esta isla.
Sin un techo definitivo para rehacer sus vidas pero en familia, los damnificados por el volcán seguramente podrán llegar a reconfortarse sabiendo que, tal y como se representa en el humilde Belén volcánico del IGN, con los mismos materiales que ha dado la naturaleza, se podrá iniciar la reconstrucción de una isla llamada la Isla Bonita, que siempre lo será.
0