La comunidad hindú en Canarias celebra cómo la luz venció a la oscuridad

Celebración del rezo de Diwali.

Shaila Harjani / Gara Santana

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Cuando cae la noche y las lámparas comienzan a encenderse, el aire se llena de aromas dulces, colores brillantes y risas compartidas. Es Diwali, la Fiesta de la Luz, una de las celebraciones más importantes del hinduismo y también una de las más esperadas por la comunidad hindú en Canarias, una comunidad que ha convertido las islas en su hogar durante más de medio siglo.

La palabra Diwali proviene del sánscrito Deepavali, que significa “hilera de luces”. Es una festividad que representa la victoria de la luz sobre la oscuridad, del bien sobre el mal, y del conocimiento sobre la ignorancia. 

Foto durante el himno de la India y el himno de España, con los participantes, organización de la Comunidad Indostánica de Las Palmas y con Teresa Mayans, subdelega del Gobierno.

El Diwali se celebra siguiendo el calendario lunar, por lo que no cae siempre el mismo día cada año, aunque suele tener lugar entre los meses de octubre y noviembre. La fecha exacta coincide con la noche más oscura del mes lunar de Kartika, cuando la luz cobra un sentido espiritual más profundo.

En la India y en todos los lugares donde hay comunidades hindúes, las casas se iluminan con diyas (lámparas de aceite), se decoran con flores y rangolis —dibujos coloridos hechos con polvo o pétalos— y se realizan oraciones a Lakshmi, diosa de la prosperidad, y a Ganesha, dios de la sabiduría y los nuevos comienzos.

Borrón y cuenta nueva

Existe la creencia de que Diwali es el fin de año hindú, pero en realidad es algo más simbólico: representa un nuevo comienzo. Es el momento en que la oscuridad del ciclo anterior se disuelve para dejar paso a la luz de lo nuevo. Por eso, en los comercios y hogares, la comunidad hindú realiza un gesto cargado de significado: se cierran las cuentas del año anterior y se abren los nuevos libros contables, recibiendo la visita de la diosa Lakshmi, que trae prosperidad y bendiciones para el año que empieza.

Una mujer sostiene una vela encendida durante la celebración del Diwali.

Así, el Diwali se convierte en un rito de renovación espiritual y material. Las familias limpian y decoran sus casas, se visten de gala, preparan dulces tradicionales y se reúnen para compartir comida, alegría y esperanza. Cada lámpara encendida es un recordatorio de que, incluso en los tiempos difíciles, la luz interior nunca se apaga.

Una tradición que ha echado raíces en Canarias

La comunidad hindú en Canarias es ejemplo de integración y resiliencia de cómo este archipiélago es realmente un territorio abierto al mundo por ocho puertas. Aunque ya desde finales del siglo XIX se asentaron los primeros indios en Canarias, la mayoría llegaron en los años 50 y 60, abriendo pequeños comercios y bazares que con el tiempo se convirtieron en parte esencial de la vida cotidiana del archipiélago. Pero más allá del éxito económico, lo que más resalta es su sentido de familia, hospitalidad y unión comunitaria.

El Diwali se vive en Canarias no solo en los templos, sino también en los hogares y negocios, donde se encienden lámparas y se agradecen los frutos del año. En cada tienda, en cada mostrador, hay una vela encendida en honor a Lakshmi, símbolo de esperanza y prosperidad. Es un gesto pequeño, pero profundamente significativo: una manera de decir que la luz del esfuerzo y la unión familiar sigue brillando.

Decoración de velas y rangoli en una casa hindú.

Las Comunidades Indostánicas de cada isla organizan año tras año las celebraciones del Diwali, donde se dan cita generaciones enteras: los mayores que trajeron las tradiciones desde la India y los jóvenes nacidos en Canarias, que las mantienen vivas con orgullo, hasta el punto de que los más pequeños de la casa preparan bailes con alegorías a los hitos más representativos de la celebración.

El 18 de octubre tuvo lugar en Las Palmas de Gran Canaria la tradicional Gala de Diwali, organizada por la Comunidad Indostánica de Las Palmas de Gran Canaria: un evento lleno de música, danza y emoción. Durante semanas —a veces meses—, los niños y jóvenes de la comunidad preparan coreografías, representaciones y actuaciones para compartirlas esa noche con sus familias y amigos. No se trata solo de una ceremonia religiosa, sino una celebración cultural, un punto de encuentro donde se respira orgullo por las raíces compartidas.

Una hilera de luces que une culturas

El Diwali en Canarias es mucho más que una fiesta religiosa: es una expresión viva de convivencia, respeto y pertenencia compartida. La comunidad hindú no ha perdido su esencia, pero ha sabido abrir sus puertas, compartir su cultura y participar activamente en la sociedad isleña.

En cada lámpara encendida hay una historia: la de quienes llegaron con sueños y los convirtieron en raíces; la de quienes enseñan a sus hijos que la luz más importante no está en las velas, sino en los valores que se transmiten de generación en generación.

Y este año, una vez más, un nuevo comienzo; las calles, los templos y los hogares volverán a brillar con esa misma luz milenaria. Porque Diwali no marca un final, sino un nuevo comienzo. Una invitación a mirar hacia adelante, a celebrar la prosperidad, la familia y la comunidad.

Como dicen muchos miembros de la comunidad hindú:

“Encendemos las lámparas para que la luz de Lakshmi entre en nuestras casas, pero también en nuestros corazones.”

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