El confinamiento cierra los templos en España y abre la vía digital

Dos religiosas portando mascarillas entran en el Templo Ecuménico, una iglesia multiconfesional ubicada en el centro de la zona turística de Maspalomas (Gran Canaria).

Efe/Rubén Darío García León

Santa Cruz de Tenerife —

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El coronavirus ha cerrado por primera vez las iglesias en España, “lo nunca visto”, y lo mismo ha conseguido en La Meca con el Islam, pero al mismo tiempo está ayudando a religiones de todo signo a abrir un nuevo canal de contacto con sus fieles: el del teléfono móvil e internet.

El catedrático de la Universidad de La Laguna Francisco Díez de Velasco reflexiona para Efe sobre las repercusiones del Covid-19 en las religiones, en un momento en el que, a diferencia de plagas y pandemias anteriores, algunas no tan lejanas, resulta muy difícil “comprar” el mensaje de que sea “un castigo divino”.

No solo porque está bastante clara la explicación médica de la propagación del coronavirus, apunta, sino porque resulta difícil aplicar el modelo de “un dios vengativo” a una enfermedad que castiga con mayor saña a las personas mayores, a las que todas las religiones respetan por su conocimiento y valor social.

En el caso de España y la religión mayoritaria entre sus ciudadanos, la Católica, este catedrático de Historia de las Religiones subraya que estamos presenciando cómo se vacían las iglesias, algo “nunca visto”, pero que ha sido posible gracias a que los españoles “solemos ser obedientes”, opina.

“Cuando nos dicen que debemos hacer algo solemos ser muy poco obedientes de primeras, pero en última instancia lo somos mucho”, señala Díez de Velasco, que conecta esa actitud con el “aceptar lo que dicen las figuras” de la autoridad, algo “muy católico”.

Y es que, agrega Francisco Díez de Velasco, en el catolicismo en general se tiene la idea de que el papa y la jerarquía eclesiástica están más preparados para tomar decisiones porque están más informados y se les presupone un mayor conocimiento.

En cambio, matiza, en Gran Bretaña y, en particular, Inglaterra, los ciudadanos son menos dóciles ante quienes están por encima, con la excepción del prestigio que conserva la reina, que recuerda que es la cabeza de la Iglesia Anglicana.

Pero el cierre centros de culto en estos días de pandemia no solo afecta al cristianismo, sino que se extiende por todas las religiones. Y los católicos lo han aceptado con normalidad, probablemente por la influencia del Papa y los cardenales y obispos, algo que no sucede en todas las iglesias cristianas.

Otros grupos cristianos, señala este catedrático, han seguido reuniéndose en sus lugares de culto y eso ha llevado a que se hayan convertido en ocasiones en focos de dispersión de coronavirus, como se apreció en Corea del Sur al comienzo de la pandemia.

En las otras dos mayores religiones en número de creyentes, el Islam y el Hinduismo, la situación no es diferente, no tienen dificultades para aceptar que no haya movimiento de personas, afirma este catedrático de la Universidad de La Laguna.

Aceptan esa situación los musulmanes hasta el punto de que ahora “impresiona” ver imágenes con una sola persona en el lugar donde habitualmente hay muchos miles, como en torno a la Kaaba, en La Meca, el lugar sagrado y de peregrinación más importante del Islam.

Francisco Díez de Velasco cree que ese cumplimiento tiene lógica: si los custodios de los santos lugares dicen que no se vaya a ellos, pues no se va. Y en el caso de los musulmanes, añade, tampoco representa un problema para los fieles no rezar de forma colectiva.

Su fe les prescribe cinco oraciones al día y sus líderes religiosos piden que sean colectivas, pero el propio Corán da pautas de conducta en para evitar que las enfermedades se propaguen, añade.

Además, en última instancia la relación de los musulmanes con su dios es directa, ya que carecen de la jerarquía que hay entre los católicos, por lo que no hay problema alguno para orar en casa si hay una causa de fuerza mayor, detalla.

En el caso de los hinduistas, también se benefician del uso de las nuevas tecnologías y, además, tienen al primer ministro de India, Narendra Modi, militante de un partido de claro ideario hinduista, cuya voz en cuestiones como la relativa al confinamiento tiene el doble peso de ser la del máximo representante político del país, pero también la de un líder religioso.

En el caso de Israel, Díez de Velasco señala que el país, de mayoría judía, está controlando la pandemia, con una excepción: en los barrios de los grupos de ultraortodoxos, que no utilizan teléfono móvil, siguen con su vida habitual y no hacen caso de las indicaciones de aislamiento personal del Gobierno israelí.

Díez de Velasco destaca el papel que los móviles y las nuevas tecnologías en general están desempeñando en estos momentos en distintas confesiones religiosas, incluso entre personas que hasta hace bien poco renegaban de internet.

A su juicio, las nuevas tecnologías están ayudando a unir a los líderes religiosos con sus fieles durante el confinamiento y permiten seguir manteniendo los lazos con los centros de culto cerrados o con una actividad muy mínima.

Esto no había pasado nunca antes, remarca Díez de Velasco, que recuerda que, a fin de cuentas, un confinamiento es un aislamiento físico, pero que no impide a la mente estar donde uno quiera. Además, señala que permite saber qué ocurre en el resto del mundo, algo que no sería posible sin las herramientas que dan las nuevas tecnologías.

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