''Los electores somos meros comparsa en este teatro''
El escritor y periodista Fernando Delgado, quien se encargó de abrir hoy con su ponencia los cursos de la Universidad de Verano de Adeje (UVA), fue muy crítico con los medios de comunicación y, sobre todo, con los políticos, “a quienes hemos dejado de creer”.
“Lo tiene mal el ciudadano de hoy”, aseveró el ponente, para quien prevalece “la carencia de liderazgos y la vergonzosa mediocridad imperante”.
En su opinión, “la crisis ha venido a descifrar quien de verdad manda y cómo los electores somos meros comparsas en este teatro”.
Para el escritor, los llamados grupos mediáticos aparecen con frecuencia vinculados a grupos de presión. Se entiende que para ejercer presión hay que tener poder, y en ese sentido se da la dualidad de ser grupos mediáticos y grupos de presión informativa.
“La comunicación era una herramienta para ejercer la libertad, y hoy se torna en una herramienta de presión”, ha asegurado.
Delgado no tuvo tapujos en afirmar que esta crisis podría llamarse “catástrofe de la indecencia”, ya que “cada vez es más difícil pensar por cuenta propia en plena sociedad de la información”.
En su opinión, “la falta de sustancia en el debate y el apogeo de la grosería no están en crisis, sino lo contrario: han acabado por dominar el espacio de lo público”.
El que fuera Premio Planeta ofreció en su ponencia 'La crisis de la mala educación' un panorama ciertamente aciago sobre la sociedad del momento, aquejada no sólo por la crisis económica, sino por “una crisis sistémica que lleva visos de destruir todo el modelo”.
“Hay quienes creen que los sueños no necesitan ser gestionados, y que una buena gestión pública no necesita de sueños y de utopía. Sin embargo, la nueva situación reclama otra vez el coraje ideológico para rebatir la reaparición de fanatismos que creíamos ya superados”, ha afirmado.
Infantilización de los mensajes
Para Delgado, en la comunicación de la era global se ha producido una infantilización de los mensajes, “porque hoy todo tiene que ser divertido” debido a que “la gente no sólo teme a lo complejo sino también a lo que no ofrece diversión”.
El comunicador también explicó que la industria cultural necesita de más apoyos, “así que es fácil que por comprar un libro consigas un viaje o cualquier regalo. Los caminos en línea recta no interesan al mercado, y todo ello tiene consecuencias en la ausencia de valores del mercado”.
En el “saber por el saber, el saber desinteresado”, también hay problemas. De hecho, comentó que “el placer del conocimiento también está siendo defenestrado”.
En ese sentido, criticó que hoy a las universidades se les pida “que no toquen el corazón de los pueblos, sino que dé herramientas de trabajo bien remuneradas”.
El escritor se preguntó retóricamente si es posible deslindar la formación del ciudadano de la del ser humano o si un alumno no necesitaría más conocimiento de la vida que de las herramientas que le dota la escuela.
Sociedad de loros
“Muchas veces ni siquiera se piensa lo que se dice y resulta inquietante la abundancia de discursos públicos en que lo dicho parece no haberse pensado antes. Estamos en una sociedad de loros”, dijo.
Para Delgado, sólo desde el pensamiento puede un individuo reflexionar respecto de su propia condición humana.
“En una sociedad en la que el ruido sustituye a la palabra, nos encontramos a menudo con individuos desarmados, porque falta reflexión”, insistió.
Para el ponente de la Universidad de Verano de Adeje, “en esta sociedad los mensajes son descaradamente mercancías” y mientras esto siga así “nos atendremos a la progresiva destrucción del Estado de Bienestar”.
“Los golfos y las golfas de uno y otro signo que se pasan de uno a otro lado seguirán comprando votos y el suyo propio”, dijo el periodista.
En este contexto, ha surgido “el periodismo que fabrica falsa información sin que haya una asociación profesional de periodistas que reclame otra cosa. Se nos hizo creer que el terrorismo requería la unión de todos, cosa que es cierta, pero no que lo que está en juego es la propia democracia”.
Por último, para Delgado, no asistimos ante una crisis, sino ante un derrumbamiento del sistema.
“Vamos hacia el caos, la insensatez y la deseperanza, hasta que el orden se imponga desde abajo, en la calle y se rebele la población”, concluyó.