Los halcones de Alegranza confirman una teoría centenaria de la biología
La erupción de la isla de Krakatoa de 1883 provocó tal cataclismo que esterilizó los pocos restos de terreno que sobrevivieron, pero solo se precisaron décadas para que la selva regresara, incluso con especies muy lejanas. Los halcones de un islote canario confirman ahora quién llevó las semillas.
Cuatro investigadores de la Estación Biológica de Doñana-CSIC y la Universidad de Amsterdam publican en uno de los últimos números de la revista Proceedings de la Real Sociedad para la Protección de las Aves -la RSPB, la mayor ONG ambiental del Reino Unido- un estudio que aporta las primeras pruebas directas de la capacidad de las aves para dispersar semillas a miles de kilómetros de distancia.
La hipótesis de que las aves pueden transportar semillas de continente a continente en sus migraciones anuales no es ni mucho menos nueva -“se maneja desde Darwin”, admiten los autores-, pero se basaba en deducciones indirectas, de modo que la aportación de este trabajo consiste en ponerle letra (y partitura) a una música que ya venía sonando desde hace mucho tiempo entre los biólogos.
Uno de los problemas para probar directamente cómo funciona ese mecanismo era proveerse de una buena muestra de aves migratorias en ruta que pudieran llevar semillas en aparato digestivo, pero haciéndolo en un lugar donde esa flora no exista (para descartar que los pájaros las hubieran comido allí mismo) y situado lo bastante lejos del punto de origen como para hablar de “larga distancia”.
Los investigadores de Doñana han resuelto la ecuación recurriendo al Parque Natural del Archipiélago Chinijo, en concreto a Alegranza, Montaña Clara y Roque del Este, tres islotes casi yernos que tienen como vecinas a La Graciosa, Lanzarote y Fuerteventura, islas sin apenas cubierta vegetal (o al menos, sin las típicas plantas de las que las aves migratorias se alimentan en Europa o África).
La clave del estudio reside en que esos islotes se encuentran cerca de las rutas de migración de numerosas especies de aves, algo que saben también los involuntarios colaboradores de este trabajo científico: los halcones de Eleonora, que toman durante meses a Alegranza como base para alimentar a su prole de todo tipo de pajarillos capturados en pleno vuelo, a muchos kilómetros de tierra.
Con el permiso del Gobierno de Canarias y el Cabildo de Lanzarote, los investigadores se dedicaron en septiembre de 2012 y octubre de 2013 a revisar los nidos de halcón de esos tres islotes, porque esta especie de rapaz tiene la costumbre de almacenar en ellos todos los pajarillos que caza, para que no le falte comida.
Sobre la marcha, abrieron el estómago de esas pequeñas aves para revisar si había semillas y recolectaron las que encontraron, sin privar a los halcones de las piezas almacenadas en su “despensa”.
Cinco de los 408 pajarillos diseccionados (tres codornices, un papamoscas y un colirrojo) tenían en la molleja semillas intactas (45) de rosáceas y arbustos no presentes ni en Lanzarote ni en Fuerteventura y que en un 12 % de los casos resultaron viables.
Los autores admiten que un 1,2% de pájaros con semillas en su estómago puede parecer poco, pero subrayan que prueba cómo funciona el mecanismo de dispersión y recuerdan que estas pequeñas especies de aves emigran cada año entre Europa y África en números que alcanzan los miles de millones de ejemplares.
“Nuestro estudio muestra que las aves migratorias participan en regularmente en la dispersión de semillas, a través del océano, entre Europa y África y hacia las Islas Canarias. Este trabajo constituye la primera prueba empírica de que tal dispersión a larga distancia es posible y cuantificable”, defienden los autores.
En Krakatoa, remarcan como ejemplo, “entre en 12 y 32% de las plantas con flores que colonizaron la isla después de la erupción de 1883 tienen semillas susceptibles de ser injeridas por pájaros”.
Y por cierto, recuerdan, sus colaboradores de campo, los halcones de Eleonora, tampoco son inquilinos fijos de Alegranza, sino que emigran cada año entre el Mediterráneo hasta Madagascar, por lo que no descartan que también participen en la distribución a larga distancia de las semillas que un día comieron sus presas.