Los ídolos de barro, un ejemplo “sutil y perverso” de la violencia silenciada de los antiguos canarios
El pasado martes 13 la historia tuvo nombre de mujer en el Café D’Espacio de Las Palmas de Gran Canaria. “Estudiar sobre las mujeres no es ningún hándicap. Si hay evidencias, las preguntas son la clave”. Estas declaraciones de la arqueóloga Verónica Alberto retumbaron en la sala y no dejaron a nadie indiferente.
Aunque la historia esté vacía de nombres de mujeres, ellas siempre han formado parte de la historia. Como señaló Alberto, el problema no ha sido otro que las preguntas que han dejado de lado a las grandes olvidadas.
En Canarias sucede algo similar. La historia de la población antigua tiene rostro masculino, pero gracias a investigadoras comprometidas, como Verónica Alberto, Teresa Delgado y Javier Velasco, la población de las Islas tiene a su alcance una historia que les pertenece. Tal y como las presentó Koldobi Velasco al inicio del acto, son “las voces que nos ayudan a conocer nuestra historia”.
En multitud de ocasiones, visibilizar significa mostrar la cara menos amable de la realidad, pero en la historia esto es necesario para conocer nuestro pasado y entender nuestro presente.
La historia de Canarias tuvo una cita con su lado más estremecedor. Tras un estudio que empezó su andadura en 2018 y que aún a día de hoy sigue dando sus fruto, las investigadoras viajaron en el tiempo para conocer las violencias silenciadas en los antiguos canarios. A través de una mirada feminista de la arqueología, pretenden deconstruir la Canarias violenta y visibilizar la trascendencia de las mujeres en el desarrollo histórico.
Como señalaron al principio de la charla, se refieren a violencia silenciada porque en Canarias era inconsciente. “De esta manera, se cometen injusticias. Hay sesgos, se pierde la verdad de toda historiadora, porque no hay un revulsivo social”, explicaba la investigadora Verónica Alberto.
Una de esas violencias se puede observar en los ídolos de barro. Como mencionaba la doctora en Historia Teresa Delgado son “violencias más sutiles y perversas que se encuentran en la base”. De forma errónea, se hacen interpretaciones universales de figuras como la Venus de Willendorf o el ídolo de Tara sin atender a los contextos sociales de cada una. La divinidad, la fecundidad u otros aspectos relacionados con la mujer son atribuidos frecuentemente a los ídolos. Sin embargo, esto responde a un tipo de violencia.
Las figuras son representaciones sociales y culturales compartidas. Por tanto, que las mujeres canarias fueran reproducidas de forma voluptuosa o embarazadas no es casualidad. Como cuentan las investigadoras, antes del matrimonio las antiguas canarias eran sometidas a un ritual de paso que consistía en comer de manera obligada para engordar. Posteriormente, eran “desfloradas” por la élite. Esta era una manera de controlar la demografía, ya que de esta manera aseguraban el nacimiento de niños sanos y robustos. “Esta práctica era una gestión de la fertilidad que nada tiene que ver con la visión bondadosa que tenemos de las figuras”, revela Delgado.
Además de este tipo de violencia simbólica, también se ejercía de manera física. La guerra era un mundo reservado para los hombres. Como apuntaba Javier Velasco, doctor en Historia, esto se puede apreciar, por ejemplo, en la entrega de armas como construcción de la masculinidad. De esta manera, la violencia pasa a ser un fenómeno con implicaciones sociales y políticas.
Además, las historiadoras hablan de “violencia endémica” en el Archipiélago, puesto que los conflictos eran muy habituales y formaban parte de la vida cotidiana. Tras estudiar 788 individuos de 60 yacimientos de Gran Canaria, determinaron que el 30% presentaba signos de violencia. Del total de hombres, un 33% tenían heridas de violencia, mientras que entre las mujeres era de un 19%. Sin embargo, como aclara Velasco, aunque este último no es un porcentaje alto hay que tener en cuenta que las mujeres no participaban en el ámbito bélico, por lo que sí constituye una cifra apreciable: “Estas agresiones se dan en condiciones de no igualdad, ya que no están vinculadas a enfrentamientos”.
Al finalizar el coloquio, la sala de Café d’Espacio se llenó de preguntas de mentes inquietas. Hablar sobre la historia de Canarias es prácticamente insaciable porque, como dijeron las ponentes, “nunca es suficiente”. La labor de Alberto, Delgado y Velasco forma parte de un patrimonio que han decidido compartir con la sociedad; todo un trabajo de divulgación sobre “una herencia que es de todos y todas”.
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