Así ha sido la vuelta a las aulas marcada por la pandemia en el CEIP León y Castillo de La Isleta: “Cubriríamos las bajas de los docentes sobre la marcha”

Primer día de clases en el CEIP León y Castillo de La Isleta, en Gran Canaria

Alba Morales

Las Palmas de Gran Canaria —

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Confusión, ganas y esperanzas. Estos tres componentes han marcado este martes la vuelta a las aulas de los alumnos de Infantil y Primaria del Colegio León y Castillo de La Isleta, en la capital grancanaria. Antes de las 9.00 en punto, en la misma calle Guayedra, por donde entrarían entonces los escolares de cuatro y cinco años, ya se oían risas y juegos. Con la mascarilla como medida de protección y uniformada, una niña guiaba por unos metros de acera a su compañero mientras este mantenía cerrados los ojos. Frente a la puerta, y manteniendo la distancia, otros alumnos permanecían junto a sus padres y abuelos en una vuelta a las clases que parece ser la más atípica de todas.

La estampa es un reflejo del regreso a las aulas de más de 162.000 niños y niñas en el archipiélago canario, salvo en Lanzarote, donde este martes es la festividad de Nuestra Señora de los Dolores. Por este motivo, la isla reanudará su jornada escolar el miércoles.

Pocos minutos después de las 08.30, varios vecinos se asomaban por sus ventanas frente a la entrada de los párvulos con la atención puesta en el protocolo. El conjunto de medidas que recoge el CEIP León y Castillo, y que dispone entradas escalonadas cada 30 minutos para los grupos de cuatro y cinco años y primer, segundo y tercer ciclo de Educación Primaria por puertas diferentes entre otras cuestiones, ha sido uno de los puntos más comentados de la jornada. Una madre allí presente asegura que tiene “esperanzas en que todo funcione y vaya bien” aunque sea viendo día tras día cómo se amolda el protocolo, que también requiere de la participación del alumnado. “Lavarse las manos frecuentemente con el gel, cada vez que vaya al baño con agua y jabón. La mascarilla que no se la quite, que se la cambie con la que lleva de repuesto cuando la tenga mojada, sucia o sudada. Que intente estar con los compañeros y las compañeras sin acercarse mucho”, añade.

Intentando respetar la distancia de seguridad, los padres despedían a sus hijos y la cancha deportiva se iba llenando poco a poco de los dos últimos cursos de Educación Infantil. Tere, profesora de 4 años A, explica que los pequeños de tres años empiezan hoy “un ratito y durante la semana van a venir menos tiempo que los demás. Y por pequeños grupos”. Una vuelta a las aulas que ha emocionado a Yandiel, compañero nuevo en el grupo de Tere, y que enseñaba su mochila de Flash con una sonrisa visible tras la mascarilla. A pesar de solo ser obligatoria a partir de los seis años, gran parte del alumnado de Infantil la portaba como medida de seguridad, sumándose a la higiene de manos y la apertura de ventanas, como señala la tutora.

Incluso contando con un protocolo para evitar contagios entre los docentes y los estudiantes, hay cuestiones que deben resolverse a medida que van sucediendo. Rosa María Reyes Santana, directora del CEIP León y Castillo, confirma que, en caso de marcharse un docente durante la jornada por síntomas, no cuentan “con suficientes sustitutos, pero ya lo cubriríamos sobre la marcha”. Santana es la responsable COVID y la que acompañaría al posible contagiado hasta la planta de Dirección, donde se localiza un aula de música reconvertida para esta situación. Dentro del protocolo también se mencionan los grupos burbuja, antes los cuales la directora alega que no se acercan a la realidad porque “en el colegio lo son, pero en la calle no”.

Ana es abuela de un niño de Primaria y reconoce su preocupación por el inicio de curso. Deja caer que “esto en un par de semanas o en menos de un mes” podría empeorar, razón por la que se decanta por clases online durante los primeros días. “Lo que también hay que pensar es que todo el mundo tampoco puede”, sea por la brecha digital o por conciliación. La vuelta a la rutina con compañeros y profesores es la opción por la que se decanta Dayla, una niña de Infantil que esperaba junto a su madre y su hermana para entrar al centro.

A esta situación de excepcionalidad se añade otro desafío para el CEIP León y Castillo. No se dispone de mascarillas transparentes ni de suficientes intérpretes para los niños con discapacidad auditiva y a los que atiende Maite Chacopino, maestra de Audición y Lenguaje, a pesar de no ser su función, como reseña. “La lectura labiofacial no es algo que se adquiere por combustión espontánea. Requiere de un trabajo estructurado, de un esfuerzo titánico de muchísima repetición, de una atención sostenida del niño brutal para poder ver los puntos de articulación, y todo eso con cualquier elemento que esté delante de la boca supone una distorsión y una barrera comunicativa”. Con este propósito, la profesora solicita una revisión y cambio de la normativa para que el alumnado sordo cuente con un intérprete en las aulas y que les permita estar en las mismas condiciones que los demás. “Para que puedan estar incluidos y haya una inclusión real y no solamente de papel”, añade.

Un escrito a Inspección por parte del colegio, familias y la Fundación Canaria para las Personas con Sordera (FUNCASOR) va a intentar con este propósito. Chacopino concluye que “estamos a la espera de que nos digan algo, pero no pueden es ir pasando los días y estos niños, en un silencio absoluto, mirando una cara con una mascarilla, y perdidísimos dentro de un aula”.

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