La siesta

“La Siesta”. Madrid 2021

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Faltaban diez minutos para el final de aquella siesta y no era consciente de que en ese tiempo, antes de su brusco despertar, todavía tendría que matar un dragón, revolver los cajones de la cómoda del dormitorio de sus padres cuando ella era niña, barrer números azules y rojos del suelo de su peluquería, ver a su amiga fallecida en el espejo del baño de una discoteca, caminar de noche por un vacío Boulevard Michelet de Marsella, ciudad en la que nunca había estado, mirar hipnotizada un caldero de leche al fuego rebosando sin poder apagar el gas, ver “La Rendición de Breda” desde la ventana de un avión que se mantenía quieto en el aire y balancearse en un inédito columpio en la cumbre de una duna. 

Aquel bocinazo, dado con toda la mala baba por el conductor de la guagua turística, le hizo soltar las manos del columpio y dejarse caer, saliendo escupida de la profundidad lisérgica de aquel sueño hasta el suelo frío del Paseo Del Prado. 

Aturdida y todavía con más de cien pulsaciones bombeando su despertar, se incorporó y se sentó de nuevo en el banco de piedra. Comprobó que su bolso seguía allí y tuvo tiempo de hacerle una peineta al conductor del autobús que aún estaba parado en el semáforo. 

Tres museos en un día es agotador. 

No volveré a cenar melón”… se dijo. 

Y la calle aún olía a leche quemada. 

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