Vive en un sótano y aspira a publicar su biografía

Macame Mesa / Carmen Mesa

Las personas que entregan su vida al deporte pueden alcanzar la gloria o caer en el olvido y, aunque en su día el nombre de Bernardo Hernández Pérez, Nardo, no fuera desconocido en el panorama futbolístico de Canarias, en la actualidad mira las fotografías que adornan las paredes del sótano en el que dice vivir y recuerda la época en que jugó de extremo izquierdo en el Santa Brígida, la Unión Deportiva Lanzarote, el Puerto de la Cruz o el Estrella Club de Fútbol, de Sardina del Sur.

Se trata de un lugar pequeño, de apenas 15 metros cuadrados, que carece de luz y agua y que se encuentra plagado de escudos de equipos de fútbol, imágenes y recortes de periódicos, como el homenaje que le hicieron en enero de 1997 y cuyos ingresos donó a una joven de 16 años que sufría una grave enfermedad. La extensa vida profesional de este futbolista, al que una fractura de fémur causada por un accidente a los 23 años de edad impidió entrar en la Unión Deportiva Las Palmas, ha sido plasmada en un libro escrito por José Antonio Márquez Umpiérrez, que ha decidido titularlo Historia de un deportista.

Pese a llevar escrita desde 2007, la publicación no ha podido ver la luz por falta de financiación. “El libro lo iba a pagar yo”, recuerda Nardo, que afirma haberse quedado sin solvencia poco después. A pesar de haber conseguido 300 euros de empresas privadas que le han apoyado, manifiesta que eso no es suficiente para publicar el texto.

El jugador aspira a que el documento que detalla su vida vea la luz y, al igual que hiciera en su homenaje, asegura que donará los ingresos que se reciban de la venta del libro a la Asociación Pequeño Valiente, que lucha por mejorar la calidad de vida de los niños enfermos con cáncer y sus familiares. Nardo lamenta que una serie de decisiones, así como lo que considera un complot de los arrendatarios del que entonces era su bar, le terminaron dejando sin las pertenencias con las que se aseguraba unos ingresos tras el final de sus días como deportista. “No me volví loco porque soy fuerte y porque era deportista” recalca.

En la actualidad, afirma cobrar unos 420 euros al mes del Servicio Público de Empleo, una prestación que está previsto que termine el próximo noviembre. Asimismo, señala que este mes tiene concertada una cita en el Instituto Canario de Vivienda, organismo dependiente del Gobierno de Canarias, para solicitar ayudas, trasladarse a una vivienda digna y dejar atrás el pequeño habitáculo en el que ha vivido estos dos últimos años.

Historia de un deportista

Márquez recuerda en su obra la historia de un jugador regional que “tuvo mala suerte”. Recuerda que Hernández “era un extremo valioso” y que “iba para figura”, pero añade que las lesiones y una serie de desencuentros en el ámbito de lo personal “no le respetaron”.

El escritor dice desentenderse de los ingresos que aporte el libro, en el que recopila una serie de informaciónes publicada en los medios sobre el jugador, entre otros aspectos.

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