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¡Atontaos...!

Mariano Rajoy, en una imagen de archivo

Camy Domínguez

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Pero… ¿se puede saber por qué nos extrañamos ahora con todo lo que está saliendo en las altas esferas de la política de este país? Si ya se los dejé clarito el otro día a raíz del caso Cifuentes. Y es que los que andan por ahí encumbrados en los meollos de la política aparentemente son muy listos y con muchos estudios, pero observándolos en profundidad y mirándolos con lupa, sobre todo en los currículos vitae, venimos a descubrir que tienen mucho máster fantasma amañado, mucho titulillo inventado, que en realidad no le interesan a nadie pero ellos se hacen ilusiones de ser más importantes que el resto de mortales por esas cosas.

En cambio sus avales son una sarta de mentiras que les han servido para estar donde están a base de engañarnos como a tontos. Y la culpa es nuestra, porque, cuando eres afiliado y conoces al candidato que tu partido va a presentar a las elecciones y no te gusta, en vez de discrepar, te callas y lo eliges en una asamblea a mano alzada o en unas primarias en lugar de denunciar en público sus trapicheos (también es verdad que el que tú consideras un buen candidato nunca será el que se presenta).

Porque, cuando hay unas elecciones generales o las que sean, vas a votar fanáticamente a tu partido, da igual lo que te metan como candidato, aunque no seas afiliado ni nada. ¡Estaría feo hacerle un feo y fallarle a quien siempre ha contado con tu voto, por más que te convenza el discurso de todos los partidos menos el de ese al que siempre votas!

Mi abuela, que en paz descanse, muy devota ella, solía decir “¿por quién voy a votar yo? Pues por el PP que es el partido de la Iglesia”. Pues menuda está la Iglesia últimamente con lo de la dimisión de los arzobispos chilenos por los abusos a menores… Menos mal que mi pobre abuela no ha tenido que oír esa noticia, aunque ya la vi algo compungida en sus últimos años cuando empezó a salir ese olor a podredumbre con lo de una trama corrupta llamada Gürtel y venga los medios de comunicación que no paraban de hablar del tema. Por una vez me pareció que estaba decepcionada de lo que hasta entonces había decidido votar.

Pues así mismo han venido abriendo los ojos muchos votantes que en otros tiempos le dieron al PP mayorías aplastantes y que poco a poco se han ido quedando en el camino del abstencionismo y el desengaño o uniéndose a otros partidos novedosos, hasta que se produzca un desengaño nuevo, imagino. Un declive a veces vergonzoso, hasta el punto de limosnear el voto del diputado 176 (nacionalista, de izquierdas y canario, ¿quién lo iba a decir?), que no veas cómo se ha crecido y endiosado, para ventaja de todos nosotros los canarios, porque bien cara que está pagando la limosna de ese voto tan solo con lo que nos vamos a ahorrar en pasajes para viajar.

Pero bueno. Ahora, una vez aprobado el presupuesto, sale la sentencia de la Gürtel, que ni mandada a pedir, y ¡zas! moción de censura al canto. ¡Ni antes ni después!

Desde entonces no han parado los mensajes de los fanáticos adoradores en las bases del PP. Deben tener el síndrome de Estocolmo. No sé qué clase de café hay que darles para que se despierten de su sueño letal…

Pero para fanáticos los que defienden a Podemos con la estrategia del “y tú más”. Les das de lleno en la diana y ellos te buscan lo que sea para avergonzarte. Tú, nada más que por ver qué contestan, les dices: “Mira tú, Pablo Iglesias, de medioburgués. Tanto que criticaba a De Guindos y tanto que fomentaban los escraches a aquellos que se daban el postín y ahora va y se compra un chalet en Galapagar para que sus hijitos (los que va a tener con Irene, no con Tania, señora) no vayan a mezclarse con los de Vallecas y se vuelvan malandros”. Y ellos te contestan: “¿Y Ana Oramas, que se compró una lavadora nueva?” Me dan ganas de reírme pero no lo hago por no faltar al respeto (¿es o no es, doña? Si estoy cansada de decir que los míos también… Todos usan muy bien lo de tirar balones fuera aunque luego lo niegan).

Lo que más me hace gracia es que los fanáticos depositamos en ellos nuestra confianza y esperamos ciegamente que ellos nos rediman del abismo en que se encuentra este país, y en vez de actuar diligentemente y con fundamento, los muy atontaos van y meten la pata haciendo lo que no deben. A mí plin que se compren un chalet, o se compren un máster o se financien ilegalmente, pero no piensen que no los vamos a someter a la opinión pública, a un juicio sumarísimo, al destrozo de su imagen en las redes a base de memes, al ostracismo o a la burla. Cuando reciban nuestra confianza ciega y fanática, no sean tan atontaos y vayan a fallarnos con algo tan humano como la codicia, no hagan el ridículo, por favor.

Anita, si la lavadora todavía funcionaba, ¿para qué te compraste otra?

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