Sobre este blog

Espacio de opinión de Tenerife Ahora

Turnedo

a

Indra Kishinchand López

Aunque sigas suspirando

por algo que no era cierto,

me lo dicen en los bares,

es algo que llevas dentro,

que no dejas que te quieran,

solo quieres que te abracen,

y publicas que no tuve

ni valor para quedarme.

Yo rompí todas tus fotos,

tú no dejas de llamarme.

¿Quién no tiene valor para marcharse?

¿Quién prefiere quedarse y aguantar?

Iván Ferreiro

Hay días en los que solo encuentro consuelo en sus letras. Cuando siento que la vida no avanza me apetece escuchar sus versos en bucle. Hace años que sus canciones me acompañan. Descubrí a Los Piratas y me hice con su bandera. Busqué a aquel tipo de voz peculiar y lo adopté como nuevo símbolo de una revolución que empecé con trece años en una habitación que era un campo de batalla.

En aquella época llegaba a las nueve a casa y pasaba el resto de la noche de los viernes escuchando M. No sabía entonces que escribiría precisamente sobre M sin saber quién era o que entendería, con mayor o menor éxito, las letras de quien me había dejado la huella de un sufrimiento anticipado y una conciencia siempre tardía. Ahora cuando vuelvo a mi guerra recuerdo que en esa mesa imaginé muchas veces mi futuro y, a día de hoy, sigo dudando si hay algo en lo que acerté.

Hace una semana escuché Turnedo después de un tiempo. Lo hice durante un trayecto en metro. Estuve media hora en aquel vagón en el que el espacio se estrechaba a cada parada y en el que no pude más que llorar desconsolada y disimuladamente. Cuando levanté la vista observé que la mujer que se sentaba justo enfrente de mí tenía su mirada clavada en mi retina. No tardé más de un segundo en darme cuenta de que, en realidad, se examinaba a sí misma en el reflejo del cristal que quedaba a mi espalda. Puede que cuando divagaba con respecto a quién sería en mi escritorio esta parte fuera la única que acertaba.

He llegado a entender que, inconscientemente, todos los desconocidos dejan de serlo cuando se declaran fans confesos de un extraño para ambos. Sin embargo, sí es conscientemente que repito el mismo comportamiento en todos los casos, y la negación, la ira, la negociación, la depresión y la aceptación se quedan en la penúltima fase para volver a empezar. Hace tantos años que busco respuestas en las palabras que cada vez que me reencuentro con una canción tengo la esperanza de alcanzar el final que creía posible.

Lo único que tengo seguro es que el final llega incluso cuando nadie cree que lo hará. Que aquella niña que fui y que jugaba a adivinar su porvenir solo se equivocó en intentar hacerlo y que ahora soy un fiel reflejo de todo lo que quise y no quise ser. Cuando pienso que es demasiado tarde para cambiar, recuerdo a todos los que ponen esa excusa para no luchar y me castigo por no ser lo suficientemente valiente para rebatirlos con el ejemplo. Demasiado tarde nunca llega si el tiempo no existe.

Sobre este blog

Espacio de opinión de Tenerife Ahora

Etiquetas
stats