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Opinión - Vivir sobre un polvorín. Por Rosa María Artal

Dolor y ‘glamour’ a partes iguales

Fotograma del filme estadounidense 'Jackie'

Almudena Díaz Cañas

Santa Cruz de Tenerife —

- Título: Jackie (2016)

- Director: Pablo Larraín

- Reparto: Natalie Portman, Peter Sarsgaard, John Hurt, Billy Crudup, Max Casella, Greta Gerwig

La vida de Jackie Kennedy ha sido llevada al cine infinidad de veces: sus orígenes, su labor como primera dama de los Estados Unidos, su vida tras convertirse en Jackie Onassis… Casi todos los momentos ya han sido grabados para la televisión o para la gran pantalla. Hay poco de ella que no se conozca. Pero aun así, el director chileno Pablo Larraín ha querido dar otro golpe de tuerca a este personaje contando lo que ella padeció justo tras el asesinato de John Fitzgerald Kennedy, entonces presidente de los Estados Unidos, el 22 de noviembre de 1963.

Para narrar esos días, la cinta se centra en la entrevista que la flamante viuda concedió al periodista Theodore H. White una semana después del atentado. En ella narra cómo sucedieron los disparos y cómo transcurrieron los días sucesivos hasta el funeral de Estado, que imitó en casi todo los aspectos al de Lincoln.

La idea de concebir esa perspectiva es muy interesante: ver desde dentro cómo lo vivió, lo sufrió y lo luchó. Cómo su dolor se mezclaba con la imagen constante que tenía que dar a la nación. Cómo, antes de tomar una decisión, tenía que pensar en lo que podía influir en el pueblo estadounidense. Cómo en cuestión de segundos su vida se había venido abajo y ella tenía que seguir adelante. Insisto en que la idea es buena, pero el resultado no.

La visión se hace aburrida y pesada. Es cansina, no avanza, no te llega en ningún momento. Ni siquiera cuando le cuenta a sus hijos que su padre ha fallecido; ni si quiera cuando llora por la muerte de sus dos hijos, el que perdió en el parto y el otro a los pocos días de nacer. La cinta no genera sentimiento alguno: ni de pena, ni de lástima. Simplemente la ves como quien observa llover detrás de la ventana.

Todo esto no quita que la estética de la película sea loable. La evocación de los años sesenta resulta exquisita y el vestuario es impecable. También así ocurre con el uso de los tiempos, que están muy bien engarzados, o con cómo la película construye, con unos cuantos momentos muy concretos, el asesinato, la entrevista, la conversación con el sacerdote (interpretado por John Hurt, en una de sus últimas apariciones) o las diferentes situaciones vividas en la Casa Blanca.

Lo mejor de la cinta es la interpretación de Natalie Portman (Leon, El cisne negro) en el papel de Jackie Kennedy. La actriz norteamericana desarrolla una capacidad natural para transmitir en todo momento cómo se encontraba su personaje: la mezcla de dolor y a la vez la frialdad impuesta por la imagen pública que tan bien supo gestionar en esos días. Por esa frialdad decidió bajar del avión proveniente de Dallas con el vestido ensangrentado, o salir con sus hijos por la puerta principal de la Casa Blanca… Estas decisiones dejaron huella en la historia de los Estados Unidos y ella era plenamente consciente de ello.

Portman se hace dueña de la cámara. Los primeros planos, constantes en la película, eclipsan al resto de personajes, que pasan de puntillas respecto a la primera dama, entre ellos el de Peter Sarsgaard (An education, Blue Jasmine) como Robert F. Kennedy. Menos distancia hay con Billy Crudup (Spotlight, El buen pastor), que mantiene más cerca la distancia durante las escenas de la entrevista.

En definitiva, la primera incursión del director chileno en la industria americana no mejora ni de lejos sus obras anteriores. Me sigo quedando con su ironía, desgarro, sarcasmo y realidad en películas como El club.

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