El virus inunda Tenerife de norte a sur

Una persona camina bajo la lluvia en las calles de La Laguna

Toni Ferrera

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Uno de los puntos claves para entender la caída de contagios que hubo en Gran Canaria es poner la lupa sobre lo que ocurrió en su capital. El virus en la isla redonda se centralizó en Las Palmas de Gran Canaria, que llegó a acumular cerca del 75% de los casos en los días más negros de la segunda ola, así que el frenazo que hubo ahí significó la caída de la transmisión. Eso en Tenerife no pasa. O por lo menos, no presenta tal monopolio. El virus se ha esparcido por todo el territorio, alcanzando el norte y el sur, y provocando, por tanto, que la bajada de la curva epidemiológica resulte más complicada.

Los casos se han repartido. Municipios del norte como La Victoria de Acentejo, El Sauzal o La Matanza se encuentran en niveles de riesgo extremo si atendemos a la incidencia acumulada en los últimos 7 días. Otras zonas del sur como Arona o Granadilla de Abona se hallan en una situación parecida, con los contagios disparados y los brotes produciéndose semana sí semana también. Este ha sido una de las grandes barreras para controlar el virus en Tenerife. Los grifos se han ido abriendo hasta inundar toda la isla, que está abocada a nuevas restricciones esta misma semana.

El número de positivos ha ido creciendo de forma paulatina. En Gran Canaria, la curva subió y bajó muy rápido. Solo bastó con las medidas que incluye el semáforo rojo de la Consejería de Sanidad del Gobierno de Canarias, cuya aplicación en esta ocasión ha resultado estéril para la isla del Teide. Ahora, con la Navidad a la vuelta de la esquina, el Ejecutivo regional busca la forma de aplacar la línea ascendente de la epidemia, que ya nadie niega que se está produciendo de forma generalizada por todo Tenerife.

San Cristóbal de La Laguna y Santa Cruz de Tenerife, dos de las cuatro ciudades canarias con más de 100.000 habitantes, aglutinan la mayoría de los infectados. La dinámica de expansión en ambas regiones no ha remitido desde hace meses. Y eso no ha afectado a los hospitales de forma puntual en un corto espacio de tiempo, sino que poco a poco ha empujado la puerta de la presión sanitaria.

En el Complejo Hospitalario Universitario de Canarias hay más de 10 pacientes críticos por coronavirus desde el 12 de octubre. Puede parecer un dato menor, pero lo cierto es que actualmente hay un 26,42% de las camas UCI habilitadas para pacientes con coronavirus, ingresos que representan una solo patología y que hace un año no figuraban. En el Hospital Nuestra Señora de la Candelaria se han alcanzado los 17 pacientes por COVID en UCI, la cifra más alta desde abril. Además, no hay que olvidar que estos casos representan los contagios de hace 10 o 12 días. Es de esperar que la ocupación vaya aumentando con el paso de las jornadas.

Uno de los indicadores más utilizados para estudiar la evolución de la pandemia es la positividad. Esta métrica indica el porcentaje de diagnósticos positivos por test realizado. Hay distintos baremos para medir su gravedad. En Nueva York, por ejemplo, se cerraron colegios cuando la tasa de positividad estaba por encima del 3%. En el semáforo de la Unión Europea el color rojo se enciende si se supera el 4%. En España, según el marco común de Sanidad, el riesgo extremo está por encima del 15%.

Tenerife, en estos momentos, registra un 11,7%. Duplica o triplica al resto de las islas, y solo están peor en la Península la Comunidad Valenciana y Castilla La Mancha. De poco importa que Atención Primaria realice muchos o pocos test. La trazabilidad, el porcentaje de casos asignado a un brote mediante seguimiento, es preocupante en varios municipios. En Santa Cruz de Tenerife solo se está hilando el rastro del 53,55% de los positivos. En La Laguna, el 63,77%. El riesgo medio o alto se encuentra en 10 municipios.

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