Ya que estaba metido en cosas de pichi podría haber aprovechado el viaje el consejero de Vías y Obras del Cabildo para atender una reiterada demanda de los vecinos de su barrio, Tafira Alta, que andan calientes con él. Desde que se abrió la variante y luego la circunvalación, se alivió muchísimo el tráfico por el viejo tramo del kilómetro ocho, el del estrechamiento mortal, ya saben. Pero a cambio, los habitantes de la zona sufren ahora las altas velocidades con que pasan los vehículos al tener más espacio y menos tráfico para circular. Desde hace más de un año le vienen reclamando a Jorge Blanco que no invente, que no hace falta, que bastaría con instalar dos badenes de seguridad en cada uno de los dos pasos de peatones pintados sobre la calzada para impedir que los fitipaldis pasen de 50 kilómetros por hora, que es el límite marcado allí. Por cierto, el mismo límite para una travesía urbana, rodeada de casas, con una plaza pública y dos pasos de peatones, que el que hay que respetar en la Casa del Gallo, en una autovía rápida de dos carriles. Si es que son de un equilibrado en ese Cabildo que da hasta espanto.