Hace ya algunas semanas que no nos escribe el amable lector que reclama de nosotros que compremos un palco o que, en su defecto, demos mejores muestras de amor a la UD Las Palmas que no sea poner a algunos de sus dirigentes a caer de un burro cada vez que se desparraman. No sabemos qué pensar: o el hombre ha cambiado de periódico, o se ha convencido de que muy desencaminados no andábamos cuando decíamos que la catarsis va proa al marisco, y encima con la pretensión de que todos nos subamos al carro y, aguantando el equilibrio en medio de tanta sacudida, hagamos la ola. Manolo Torres estaba sólo a la espera de que alguien girara el dedo gordo o pulgar hacia abajo, toda vez que se comprobara que los famosos dossieres con fama de tener cogido a alguien por los humildes, sencillamente no existen. Poco antes de que Tony Santos y Manolo Torres alcanzaran tan supremo momento, en los círculos angulianos cundía el nerviosismo más de la cuenta, y los colaboradores llamaban a los medios de comunicación con demasiada pasión. Tanta que en algunos casos llegaron a elogiar y a poner como ejemplo de alta profesionalidad a comentaristas radiofónicos otrora insultados y vilipendiados por ellos mismos. Dicen que tanto nerviosismo sólo puede responder a que no gusta eso que se dice de que Mauricio, en glorioso tándem con Soria, va a por la cabeza de Angulo sin recato maldito y que tanta es la presión de arriba, de abajo, de la derecha y de la izquierda, que lo mismo el hombre arroja la toalla y se dedica a componer.