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Un viaje al País Dogon: las claves para visitar una de las regiones más auténticas de África

Danzarines dogon portan sus máscaras rituales durante una de sus ceremonias.

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La falla de Bandiagara es una enorme fractura que recorre algo más de 300 kilómetros de forma paralela al cauce del Níger, en Mali. Es un lugar especial. Una grieta magnífica que forma cantiles de hasta 300 metros de alto y que, de manera más o menos definitoria, sirve para marcar el límite entre las enormes sabanas y las primeras trazas de un Sáhara que ya se muestra omnipotente en la orilla norte del río. Este no es un país fácil aún para sus moradores. Las infraestructuras son escasas y la falta de comodidades aleja a los turistas. En los últimos tiempos se han construido precarios albergues y un puñado largo de empresas se han especializado en descubrir los secretos de la zona, pero la verdad es que ir más allá de Mopti es toda una aventura. Allí nos espera el País Dogon, un lugar legendario habitado por una de las etnias más fascinantes y enigmáticas del continente africano.

El País Dogon ocupa los alrededores de la falla de Bandiagara en un área que se extiende por unos 150 kilómetros de largo en la actual región de Mopti (zona central de Mali). Dicen que los dogones construyeron sus pueblos fortificados junto a los cantiles de Bandiagara como acto de resistencia ante el avance del Islam por estas tierras. Y bien que resistieron; siguen siendo animistas con una complicada red de creencias y mitos relacionados con las fuerzas de la naturaleza y el movimiento de los astros (tienen unos increíbles conocimientos astronómicos) que tiene su reflejo en el arte, la arquitectura de sus pueblos y, por supuesto, su cultura. Sus danzas rituales con vistosas máscaras de madera que se usan para honrar la memoria de los antepasados y celebrar funerales son sólo la seña más vistosa de una cultura fascinante que permite sumergirse de lleno en la verdadera África. Las aldeas de adobe adosadas a los riscos de Bandigara (que hoy sólo se usan como necrópolis y lugares rituales), las viejas ciudadelas de barro abandonadas de los Tellem (los que vivieron antes) y los senderos por las grietas y alturas de Bandiagara completan un cóctel sólo apto para viajeros.

El paisaje es un personaje más de la complicada red de mitos, historias y costumbres de los ‘sewas’. También se los llama así por su manera de saludarse. La cortesía es uno de los pilares de la cultura dogon. Cuando dos personas se ven se saludan y se pregunta por la familia. La respuesta suele ser sewa, esto es, bien… Los pueblos de esta parte de Mali siguen un esquema común: sus casas son de una mezcla de barro, excrementos y paja y cuentan con una cuidada división del espacio. Está el lugar público, la Togu Na, una choza sin paredes soportada por pilares de baja altura (algunos de madera primorosamente tallados) en los que sólo se puede estar de cuclillas o arrodillados (para evitar que las discusiones terminen en peleas); la zona donde los jóvenes realizan sus ritos de iniciación y que está repleta de pinturas rupestres (las más espectaculares son las de Songo, a pocos kilómetros de la ciudad de Bandiagara); los graneros de los hombres (cuadrados) y de las mujeres (redondos); la casa donde vive el Hogon, líder espiritual y social de cada aldea; la casa dónde las mujeres pasan su menstruación; el lugar dónde se guardan las máscaras para la importante ceremonia del Sigi (se realiza cada 70 años y la próxima es en 2027), que celebra el inicio de un nuevo ciclo vital y está vinculada a los ciclos de las estrellas que forman Sirio. Lo simbólico y ritual está presente en casi todo: en sus magníficas puertas y ventanas, dónde se mezclan figuras de animales y seres sobrenaturales. Y en las alturas las casas de los Tellem, los que vivieron antes. Una etnia ya desaparecida (pigmeos, según parece) que vivía aquí antes de que llegaran los propios dogon: lo más alucinante de estas ciudadelas Tellem es su ubicación colgadas, literalmente, del abismo (dicen que vivían ahí para protegerse de los animales salvajes). Entre las viejas casas aparecen restos de cerámica y otras huellas del pasado que los dogon respetan con veneración.

¿CUANDO ES MEJOR IR? El clima en Mali está marcado por la cercanía con el límite sur del Desierto del Sáhara y se pueden establecer hasta tres regiones. Al norte del Níger el clima es muy cálido y seco, la zona del Níger es cálida y seca y el extremo sur del país, dónde se encuentra la capital Bamako, es la más húmeda del país. Los mejores meses para viajar por Mali son desde noviembre a febrero, cuando apenas llueve y las temperaturas son relativamente más suaves (entre 34 y 37 grados de máxima –hay que tener en cuenta que por las noches la temperatura baja muchísimo). Entre marzo y junio tampoco llueve pero el termómetro se dispara por encima de los 40 grados mientras que los meses de julio, agosto y septiembre concentran la mayoría de las escasas lluvias anuales (lo suficiente para dejara los caminos en bastante mal estado) aunque las temperaturas máximas se sitúan en torno a los 30 grados. 

VISADOS Y VACUNAS.- Lo primero que tienes que tener en cuenta es que para entrar en Mali hace falta visado y que no se expiden visados a los nacionales de país que cuentan con embajada o servicio consular maliense en sus territorios. Embajada de Mali en España: Serrano, 174 _Madrid_ Tel: (+34) 91 781 72 12; E-mail: accueil@embajadademali.es. Sección Consular de Mali en España: Doctor Arce, 18, Tel: (+34) 91 593 99 47; E-mail: info@embajadademali.es. Para entrar en el país es necesario contar con la vacuna de la Fiebre Amarilla. Un peligro real y muy presente son los mosquitos por lo que hay que tomar todas las precauciones posibles para evitar la malaria (consulta nuestra guía de consejos para prevenirla).

¿SE PUEDE RECORRER EL PAÍS DOGÓN POR TU CUENTA? Las cosas han cambiado mucho en los últimos años. La primera vez que fuimos a Mali (hace ya más de 20 años) aún era un lugar tranquilo en el que bastaba el sentido común y tener algunas precauciones (como sucede en todo el mundo) para no tener problemas graves. Hoy las cosas son diferentes. Hay viajeros que aún se adentran sin muchas dificultades en el País Dogon por su cuenta y el turismo más tradicional aún persiste aunque muchas agencias han dejado de operar en el país. Los propios Dogon aseguran que los problemas se encuentran al norte del Río Níger (aunque ha habido ataques en Mopti) y que los alrededores de la falla son un lugar seguro aunque se han producido eventos violentos en los últimos tiempos relacionados con problemas de tierras y aguas. Para los más aventureros queda la posibilidad de ir en bus hasta la ciudad de Bandiagara desde Bamako o Mopti (Africa Tours) y desde ahí contratar algún guía local o ir hasta Shanga, puerta de entrada norte,  en taxi. No te recomendamos ir solo por varios motivos. El primero es la propia configuración del terreno. Los caminos suben y bajan por escarpes peligrosos por los que es fácil perderse. El segundo tiene que ver con las creencias de los dogones. Muchos lugares son sagrados y es fácil meter la pata y faltar el respeto (lo cual suele culminar en multas tras juicios tradicionales bastante desagradables). Otra ventaja de llevar un buen guía local es que te va a descubrir la cultura local. Nosotros fuimos con un profesor universitario amigo así que no podemos recomendarte a nadie (Foro Los Viajeros; Foro TripAdvisor). En las aldeas más importantes se han habilitado sencillos albergues para turistas y se puede acampar. Aún así creemos que lo más sensato es contratar algún viaje en agencias especializadas que incluyan la visita al País Dogon. Hay excursiones de entre dos y cinco jornadas que alternan viajes en 4x4 y largos tramos de senderismo –te recomendamos al menos tres días-.

UN VIAJE AL PAÍS DOGON.- La ciudad de Bandiagara es el punto de entrada tradicional a la comarca. Tiene conexión directa en bus desde Bamako y Mopti (Africa Tour es la opción más rápida y cómoda aunque bastante más cara que los buses comunes –unos 14 euros desde Bamako-) y desde ahí se puede acceder a Shanga que actúa como puerta de entrada tradicional a la comarca. Desde aquí parten dos rutas clásicas: la sur llega hasta Djiguibombo (65 kilómetros) y combina tramos de roca (subiendo y bajando por el borde de la falla) y tramos de arena junto al cantil. Esta es la ruta más transitada y también la que cuenta con mayores posibilidades de alojamiento y acampada. La ruta norte tiene 41 kilómetros y llega hasta el pueblo de Bamba. Decir cuál es mejor es difícil. La sur es más sencilla y, también, recorre los lugares más emblemáticos del País Dogon incluyendo Benigmato, Teli, el camino rocoso entre Nombori y Dourou y el tramo final de la ruta por los ‘pueblos de arena’  y los bosques abiertos de baobabs y la posibilidad de acercarse a Koni Bozoni, una de las grandes joyas de la región con sus silos de adobe entre las grietas de piedra. Subir hasta Bamba te permitirá ver una zona de gran riqueza agrícola y lagunas llenas de cocodrilos. Si tienes tiempo puedes hacer las dos rutas: si tienes sólo entre tres y cinco días haz la sur.

Fotos bajo Licencia CC: Anne and David; Hugues; TREEAID; Robin Taylor

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