Dos días en Núremberg: Una ruta al norte del río Pegnitz o la ciudad que resurgió de sus cenizas
Nuremberg arrastra una cierta vitola de ciudad maldita en Alemania. La vinculación de esta joya medieval con los años más oscuros del país centroeuropeo pesa en el imaginario hasta dentro del propio territorio alemán. Este lugar, de altísima carga simbólica, ocupa un lugar predominante en la historia del país. Seguramente, si a cualquier viajero mínimamente informado le preguntas por Núremberg la respuesta más habitual sea Nacionalsocialismo. Y sí. La ciudad fue el centro simbólico del nacismo que celebraba aquí sus congresos en mega infraestructuras (que aún pueden verse) diseñadas para aplastar al individuo. También fue el escenario de los famosos juicios contra los jerarcas nazis. Pero la elección de la ciudad como eje del nacionalismo fascista alemán no es casualidad. Aquí se celebraban las dietas del Sacro Imperio Germánico desde la Edad Media. A lo tonto, esta ciudad fue la primera capital de Alemania mucho antes de que ésta existiera.
Y es que, además Nuremberg es una ciudad bonita. De las más bonitas del país. Una belleza reconstruida, eso sí. Porque esta ciudad fue duramente castigada por los bombardeos aliados durante la Segunda Guerra Mundial. No es que fuera este un lugar especialmente estratégico desde el punto de vista militar o industrial. El 2 de enero de 1945, se lanzaron aquí unas 6.000 grandes bombas explosivas y más de un millón de artefactos incendiarios. El resultado fue la destrucción de la ciudad y más de 1.800 muertos. Una buena manera de empezar esta ruta (marcada con iconos azules en el mapa) por el ‘nuevo’ centro histórico es visitar la Casa de Alberto Durero (Albrecht-Dürer-Straße, 39), una preciosa casa medieval con trama de madera que sirvió de residencia al pintor más famosos de Alemania desde 1509 hasta su muerte en 1528. La casa sufrió grandes daños (como el 90% del casco histórico) y tuvo que ser restaurada tras el conflicto. Y hoy luce tal y como estaba a principios del siglo XVI.
La residencia del inmortal Durero (uno de los primeros museos de arte del mundo desde 1828) ocupa un lugar junto a las murallas medievales y renacentistas junto a otros grandes hitos de la ciudad histórica que tienen que ver con ese tiempo de gloria y ese momento de gran aflicción. El Castillo Imperial -Kaiserburg- (Burg, 17) fue testigo de los mejores años de la ciudad desde el lejano siglo XII y es una de las fortalezas medievales más antiguas del país que, incluso, tiene trazas románicas (junto al castillo puedes ver otras joyas como la Capilla del Castillo y el complejo de bastiones y muros de la Torre del Pentágono) y justo en frente de la casa de Durero puedes echarle un vistazo al Búnker Artístico (Ob. Schmiedgasse, 52), antigua cava de cervezas – Felsengänge- que fue reforzada y acondicionada para proteger las obras de arte más importantes de la ciudad. Cuadros, libros, esculturas, retablos, tallas… Una muestra de la riqueza que albergó Núremberg durante sus siglos de gloria. Una historia que se resume en dos palabras: ciudad libre.
La onda de atracción que ejercen las torres de la catedral es poderosa. Resiste. Vete antes a las inmediaciones de la Puerta Nueva (con su torre circular enorme) y la Calle Weißgerbergasse -Calle de los Curtidores-. Aquí te puedes imaginar el aspecto de la ciudad en aquel siglo XIII que cambió su historia para siempre. Ser Ciudad Libre no era cualquier cosa en el Sacro Imperio Germánico. Este estatus jurídico otorgaba unas libertades y privilegios que redundaban en prosperidad económica y derechos civiles. Y eso se nota. Aquí, por ejemplo, en la potencia de los gremios. La Casa Fembo -Fembo-Haus- (Burgstraße, 15) es una maravilla renacentista que salió milagrosamente poco mal parada de los bombardeos de la guerra. Este magnífico edificio de piedra pertenecía a una de las familias más ricas de la ciudad y hoy es un museo centrado en esa época de esplendor.
La Catedral y la Plaza del Mercado.- Caminando hacia el Río Pegnitz nos encontramos con el corazón monumental y cívico de la vieja Nuremberg. El primer gran monumento donde hay que detenerse en la Iglesia de San Sebaldo (Winklerstraße 26), una de esas maravillosas construcciones góticas centroeuropeas. Esta iglesia es famosa por varias razones. La más ‘curiosa’ es la enorme cantidad de esculturas antisemitas de su fachada pero más allá de la anécdota, su interior guarda muchísimos tesoros de entre los que destacan el Altar de Pedro, un conjunto de tallas y esculturas espectacular enmarcado por vidrieras de gran calidad. A espaldas de la iglesia nos encontramos con el Rathaus -Ayuntamiento- (Rathaus Platz, 2), un espléndido palacio civil de estilo renacentista que guarda un oscuro secreto: el Agujero. Aquí puedes ver una de las cárceles medievales más antiguas del mundo.
De aquí pasamos a la Plaza del Mercado Principal -Hauptmarkt-, que marca el corazón comercial del burgo (aquí se celebra el mercado de navidad más famoso del país).Aquí reina sobre el conjunto de casas medievales, renacentistas y barrocas la Iglesia de Santa María -Frauenkirche- (Hauptmarkt, 14). Este templo gótico se construyó en el siglo XIV es una maravilla por dentro y por fuera (no dejes de subir a la torre de 80 metros de altura) y rivaliza con la Schöner Brunnen -Fuente bella- una filigrana gótica preciosa.
La orilla norte del Río Pegnitz.- Terminamos este primer día de paseo por Nuremberg parándonos en la frontera que parte el casco histórico en dos mitades. Vamos hasta el Puente del Museo – Museumsbrücke- para hacer una de las fotos paradigmáticas de la ciudad. Si miras a tu izquierda verás el conjunto monumental del Hospital del Espíritu Santo, un complejo medieval que se empezó a construir en el siglo XIV como hospicio de pobres y, ojo, centro de inserción laboral. Aquí no sólo había salas para enfermos y hospicio de pobres, también talleres donde aprendían un oficio (de ahí que esté sobre el río para aprovechar la energía hidráulica). Aquí se custodiaron las joyas del Reich entre los siglos XIV y XVIII.
Dos museos en el entorno de Maxplatz.- Para amantes de la tecnología tenemos el Museo Alemán de Núremberg (Augustinerhof, 4), dedicado al mundo del futuro. Y si aún llevas a tu niño en el interior a dos pasos está el Museo del Juguete (Karlstraße ,13) que explora la relación de la ciudad con la industria del juguete desde la Edad Media.
Un cementerio bonito.- Hay gente para todo. Y nosotros somos de visitar cementerios históricos o curiosos (por sus esculturas y mausoleos o por la peña que está durmiendo el sueño de los justos). El Cementerio de San Juan – St Johannisfriedhof- (Johannisstraße; Línea 6 del tranvía desde Kohlenhof) es de los más bonitos que hemos visto. Este es el cementerio histórico de Núremberg y alberga a varios ‘vecinos y vecinas’ ilustres de entre los que destacan el grandérrimo Alberto Durero o el filósofo Feuerbach.
Fotos bajo Licencia CC: Graham Fellows; Jessica Spengler; Matt Perich; Michael Beer; baldeaglebluff; Bhavishya Goel; Xiquinho Silva; Jorge Franganillo
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