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Biochar, vinagre de madera o biobetún, los nombres del futuro sostenible que debes empezar a aprender

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Imaginemos un producto natural capaz de mejorar la eficiencia de suelos con cultivos como la viña o la lavanda e incluso controlar el agua para que no se pierda ni una gota y no esté contaminada.

También podemos imaginar un plaguicida natural que asegure la sustitución de controvertidos  pesticidas como el glifosato o que se pueda sustituir al alquitrán derivado de combustibles fósiles por un producto natural, mucho más sostenible, para mantener carreteras y vías del tren.

En realidad, no hay que imaginarlo. Ya es real. Lo es a través del proyecto científico Bioproligno que surgió de una de las líneas de trabajo de la Cátedra de Medio Ambiente de la Fundación General de la Universidad de Alcalá para transformar residuos leñosos (restos de podas urbanas) en bioproductos de última generación. Es decir, en productos de origen orgánico o natural en cuya transformación se utilizan tecnologías avanzadas.

Juan Luis Aguirre coordina este proyecto científico en el que se ha volcado la Universidad de Alcalá (UAH) a través de los fondos europeos Next Generation, vinculados al Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia de la economía.

En esta universidad cuentan ya con la experiencia adquirida durante varios años a través de otro proyecto, Lignobiolife. “Lo finalizamos en 2023 y nos ha servido para demostrar la efectividad de la investigación y para conocer las condiciones de aplicación de los bioproductos. El trabajo está muy avanzado. Ahora vamos a ponerlo en práctica”, explica Aguirre.

“Se trata de reducir el impacto ambiental utilizando productos naturales que pueden sustituir a productos químicos o procedentes de los combustibles fósiles”, señala el director de la Cátedra de Medio Ambiente.

En esta fase que acaba de comenzar trabajarán durante tres años junto a la empresa privada, liderando la supervisión técnico-científica. Por un lado, colaborarán con FCC Medio Ambiente que proporciona los restos de poda urbana.

Por otro, la empresa Layna, especializada en la gestión de residuos, se encarga de la transformación de los restos vegetales mediante pirólisis. “Hablamos de una combustión sin oxígeno de los restos leñosos”. Finalmente, Matinsa usará los bioproductos en sus labores de mantenimiento de infraestructuras, como las carreteras o vías de ferrocarril, y en jardinería.

“A estas empresas el proyecto les puede resultar muy competitivo a la hora de ofertar sus servicios. La diferencia está en estos productos de alto valor añadido”, explica el investigador.

Biochar: mejora suelos, es eficiente con el agua y acelera el crecimiento de las plantas

Gracias a la pirólisis, los restos de poda urbana se convertirán en tres bioproductos de última generación. Uno de los que más interés han generado es el conocido como biochar. Su proyección mundial es ya innegable porque este producto sólido es un sumidero permanente de carbono, capaz de permanecer cientos de años en el suelo. “Es como un carbón activado. Un solo gramo de biochar puede tener una superficie de entre 100 y 200 metros cuadrados por todos los poros y microporos que contiene”.

Es un gran mejorante de la eficiencia del suelo -aumenta su actividad microbiana-, es muy eficiente en su interacción con el agua y es capaz de acelerar el crecimiento vegetal.

Los viñedos de la Denominación de Origen Mondéjar y las zonas de trufas de Valfermoso de Tajuña, en Guadalajara, ya lo han aplicado con buenos resultados. También los cultivos lavanda en esa provincia. “No es un abono, pero su estructura es muy interesante para las plantas con alto valor añadido. En algunos cultivos como el tomate o el maíz ha permitido incrementar su crecimiento en un 200%. Y solo hay que usarlo una vez”.

“Al ser un almacén permanente de carbono, el biochar es uno de los productos más interesantes en la lucha contra el cambio climático”, explica Aguirre. Hasta el punto de que ha sido reconocido en el último informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC Panel). “Todo lo que convirtamos en biochar será carbono que no irá a la atmósfera”.

En la Serra de Tramuntana, en Mallorca, usaremos el biochar como filtro de agua en los torrentes de agua de este paraje. La contaminación se quedará en este bioproducto. Es un importante depurador de agua

Además, de la iniciativa Bioprolingno, este departamento está embarcado en el proyecto Biotramuntana, que cuenta con el apoyo de la Fundación Biodiversidad y que está siendo desarrollado por la Universidad de Alcalá y la Fundación Vida Silvestre Mediterránea, con fondos Next Generation.

Impulsa la utilización y la conservación de los recursos naturales y la biodiversidad de las fincas de montaña y los municipios del norte de la Serra de Tramuntana, en Illes Balears. El objetivo es luchar contra la erosión que está afectando de manera importante a algunas zonas de esta sierra mallorquina. “Usaremos el biochar como filtro de agua en los torrentes de agua de este paraje. La contaminación se quedará en este bioproducto. Es un importante depurador de agua”.

El proyecto Bosques Sinérgicos transformará restos forestales para reutilizarlos en la agricultura de la Sierra Norte de Guadalajara

Además, la Cátedra de Medio Ambiente de la Universidad de Alcalá acaba de lograr un nuevo proyecto, Bosques Sinérgicos, también con fondos Next Generation. Servirá para transformar restos forestales en biochar y reutilizarlos en la agricultura de la Sierra Norte de Guadalajara, en colaboración con los ayuntamientos de la zona y con el Grupo de Acción Local ADAC.

El vinagre de madera como alternativa al glifosato y el biobetún para las carreteras

Además, los investigadores han desarrollado otros dos bioproductos. Uno de ellos es el wood vinegar o vinagre de madera, la fracción acuosa que se obtiene tras aplicar la pirólisis a los restos de podas. “Se llama así porque uno de sus componentes, entre los 200 que tiene, es el ácido acético o vinagre”.

Resulta ser un potente herbicida natural que puede sustituir a los pesticidas sintéticos como el glifosato. “Seca la planta por una presión osmótica, pero no es un veneno”. Es aplicable a la jardinería y también a las obras relacionadas con la construcción de infraestructuras como las carreteras.

Pero también se puede usar como plaguicida para impedir la proliferación de hongos. Y eso es muy práctico, por ejemplo, para evitar el ataque del mildiu a las viñas. “Es una de sus principales plagas debido a los hongos. El vinagre de madera funciona como fungicida”. 

Además, aunque parezca contradictorio, se puede utilizar como “bioestimulante” para el crecimiento en las plantas, en combinación con el biochar.

Después está el biobetún. Este es un producto de aspecto viscoso que se va a probar como sustituto de betunes procedentes de los combustibles fósiles. Puede sustituir al betún que procede del petróleo en el mantenimiento de infraestructuras. “Es una aplicación muy novedosa, aunque de momento no podamos hacer una gran carretera a base de biobetún”.

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Publicaciones científicas relacionadas

Effects of Biochar on Biointensive Horticultural Crops and Its Economic Viability in the Mediterranean Climate. 2022

Effects and Economic Sustainability of Biochar Application on Corn Production in a Mediterranean Climate. 2021

Efectos del wood vinegar en invernadero y composición. 2020

Efectos del wood vinegar en condiciones naturales. 2020

Congreso nacional de Medio ambiente. 2019

Imaginemos un producto natural capaz de mejorar la eficiencia de suelos con cultivos como la viña o la lavanda e incluso controlar el agua para que no se pierda ni una gota y no esté contaminada.

También podemos imaginar un plaguicida natural que asegure la sustitución de controvertidos  pesticidas como el glifosato o que se pueda sustituir al alquitrán derivado de combustibles fósiles por un producto natural, mucho más sostenible, para mantener carreteras y vías del tren.