Palabras Clave es el espacio de opinión, análisis y reflexión de eldiario.es Castilla-La Mancha, un punto de encuentro y participación colectiva.
Las opiniones vertidas en este espacio son responsabilidad de sus autores.
La resaca del Corpus nos ha traído imágenes que nos muestran la necesaria [buena] gestión del patrimonio cultural en las pequeñas actuaciones, en el día a día, en cuestiones que, para más inri, son ya conocidas por los lectores y advertidas desde estas líneas. Gestión que atañe a distintas administraciones y que demuestra que volvemos a errar una y otra vez.
- La solución necesaria al transporte y colocación de los tapices del Corpus, piezas de indudable interés patrimonial y delicado manejo que requiere, definitivamente, unos medios y técnicas adecuadas, como lo son peines estancos de conservación, almacenaje y manipulación.
- La retirada inmediata -o sustitución por sus réplicas más modernas- de los gigantones que se exhiben en la lonja del Ayuntamiento tras la celebración de la procesión y a lo sumo la víspera, ya que siguen soportando las inclemencias meteorológicas de lluvias veraniegas y sol directo, verdaderas enemigas de su correcta conservación, ya que son estructuras centenarias realizadas con madera, cartón y pintura. Moda de utilización abusiva del patrimonio material e inmaterial a la que se ha sumado ahora la exhibición de la tarasca en Zocodover.
- La manutención adecuada del mobiliario jardinístico y los restos arqueológicos de Vega Baja, que denuncia ahora y con acierto Luis Miguel Romo Castañeda. No es de recibo la desidia en las labores de mantenimiento municipal que impide la correcta conservación y divulgación de los restos visigodos.
- Volvemos a ver la cubierta de la Mezquita del Cristo de la Luz bajo los efectos de las plantas casmofitas y de la humedad provocada por la incorrecta conservación de la misma, que han afectado a la conservación de la valiosa fachada ejecutada en el año 999.
Son todas situaciones perfectamente evitables por la previsibilidad de las mismas, como lo es la boutade que se le ocurrió al arquitecto que realizó la última intervención en Santa María de Melque (y su aprobación por el gestor político de turno) al poner suelo panelable de madera en el templo, aún sabiendo que la humedad y la localización del monumento hace que los xilófagos den parte, tarde o temprano, de semejante festín, y sea obligatoria una nueva y costosa intervención y nuevo cierre del inmueble por una larga temporada.
O, simplemente incluyéndolo en el programa de mantenimiento del monumento, conjunto arqueológico o pieza de valor patrimonial de la que cada institución es propietaria o tutelar.
No vendría de más, a modo de ensayo y buena práctica, que los consorcios de las ciudades de Cuenca y Toledo firmasen con la Consejería de Educación, Cultura y Deportes un convenio para destinar profesionales y medios técnicos que permitiesen hacer un seguimiento anual de los inmuebles declarados BIC o BIP, de aquellos bienes muebles inventariados y catalogados, o de aquellos bienes de patrimonio cultural inmaterial que las respectivas demarcaciones municipales poseen.
Sale más rentable, y es técnica y políticamente más coherente, que abordar posteriormente los resultados del abandono, los incidentes o la improvisación. Visto el problema y contando con la administración titular o con el propietario del bien, se puede abordar su conservación preventiva.