Albert, no tienes por qué ser presidente de gobierno
A la atención de Albert Rivera:
Vamos mal, aunque en ocasiones parezca lo contrario. Yo estuve en el nacimiento de Ciutadans de Catalunya y participé en la fundación de lo que hoy es Ciudadanos-Partido de la Ciudadanía. Fui miembro de su Consejo General y orgulloso presidente de la agrupación de Terrassa y de León. No lo busquen mucho. Es prehistoria.
Yo estaba allí y puedo garantizarles que el partido nació por la necesidad de miles de personas de un partido no nacionalista ideológicamente transversal. En Cataluña, el PP era un partido nacionalista español radicalizado por el entorno, y el resto de opciones, incluido el PSC, coqueteaban u orbitaban alrededor de un nacionalismo periférico en claro crecimiento con el desaguisado estratégico de nuestro paisano, ZP.
La ilusión, la esperanza y la fe en un sistema político verdaderamente al servicio de la ciudadanía era pura magia. Fueron años llenos de experiencias que terminaron para mí cuando mis derroteros profesionales y personales me llevaron por otros caminos. Los atesoro como lo que fueron.
Ciudadanos nació para combatir la intolerancia que suponía excluir del concepto “Cataluña” a miles de catalanes que, pagando aquí sus impuestos y amando esta tierra, no se sentían prisioneros de la idea romántica de una Cataluña homogénea, plana e idealizada. Una ítaca inexistente, pues la real se construyó sobre el esfuerzo, la integración y la diversidad cultural de generaciones de trabajadores llegados desde toda España durante siglos. Una Cataluña solidaria, no caritativa, rica en culturas, políglota y cosmopolita.
Con satisfacción he visto como este proyecto se transformaba en algo mucho más grande, con una potencia y proyección sobre lo que podíamos hacer para cambiar nuestra sociedad inimaginable aquel mes de junio del 2006. Sin embargo, también he asistido con estupor a su deriva instrumental hacia el nacionalismo español.
Un partido transversal, que nacía con el objetivo de superar el guerracivilismo y la división entre rojos y azules, poniendo cordones sanitarios a uno de los “bandos”, haciéndose fotos en la Plaza de Colón junto a la extrema derecha de toda la vida (algo muy de moda por otra parte entre la burguesía catalana a mediados del siglo pasado), pactando gobiernos con extremistas y combatiendo el nacionalismo con nacionalismo.
Albert, no tienes por qué ser presidente de gobierno. Entiendo que cuando has trabajado tanto te puede apetecer tener la libertad y la oportunidad de demostrarle a los ciudadanos que las ideas que tenías eran las correctas, pero no a cualquier precio. Si tenemos que ser un partido bisagra, instrumental para auditar la acción de gobierno del PP y del PSOE seámoslo. Apoyemos la gobernabilidad para que el nacionalismo, el central y el periférico no tengan esa llave. Pongamos cordones sanitarios sólo a los extremistas excluyentes, nacionalistas, de izquierdas o de derechas que no conciben un país que no se base en sus principios.
Volvamos a ser aquel partido que era una casa grande para la gente honesta, honrada, sencilla, razonable y que quiere vivir y dejar vivir en paz y fraternidad. Seamos un partido que realmente cambie la sociedad, la política y la historia de nuestro país. Si en el futuro los ciudadanos quieren confiarte la presidencia, acéptala con humildad y vocación de servicio, pero si no es así, no cambiemos lo que somos por ese fin irrisorio.
Hay algo mucho más importante en juego: la convivencia, el futuro y la ciudadanía compartida de todos los que creemos en un proyecto de país unido, respetuoso y orgulloso de la diversidad y de su historia. Tienes encima de tu mesa numerosas llaves en muchos gobiernos, también el central. Te ruego que decidas con prudencia como usarlas y a quien le das la posibilidad de cerrar candados, o abrirlos.
Un saludo.
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