¡Ironías de la vida! Justo cuando comienza la campaña de la declaración de la renta ha salido en los medios de comunicación el último escándalo sobre los paraísos fiscales: los papeles de Panamá.
Fraude, evasión y elusión fiscal son conceptos diversos, según sean legales o no, para definir las prácticas que hacen algunas empresas y grandes fortunas por no pagar los impuestos que tienen la obligación de tributar. Prácticas que se esconden en entramados societarios amparados en el secreto bancario de países que viven del dinero ilegales e ilícitos.
Este caso es una nueva muestra de la globalización sin reglas ni contrapoderes hecha a la medida de los grandes poderes económicos mundiales. Una globalización que facilita el movimiento libre de los capitales pero que pone muros y vallas al movimiento de las personas. Una globalización que genera pobreza y desigualdades y que amenaza con cargarse el planeta.
En Europa también tenemos nuestros paraísos fiscales: Andorra, Suiza, Luxemburgo, Irlanda, Reino Unido ... que permiten que empresas y personas eludan impuestos. Y nuestras propias figuras fiscales, como las SICAV's españolas, que tributan al 1% mientras el mínimo del IRPF está al 20%.
Los servicios públicos, las escuelas, las becas, la atención sanitaria, las prestaciones, los subsidios y ayudas, se pagan con los impuestos de todos (personas y empresas). ¿Cuantos servicios públicos, listas de espera, ayudas, escuelas, infraestructuras ... se verán recortados si quien tiene que pagar impuestos no lo hace? Esta también es una forma de robar a la ciudadanía y de cargarse la sociedad y el país. Por eso es importante el trabajo realizado por el periodismo de investigación y las denuncias que hacen personas, entidades, sindicatos y organizaciones políticas y sociales.
Es necesario que este último escándalo sirva para exigir de nuevo la actuación contundente de los gobiernos y organismos internacionales para perseguir las actuaciones ilegales y erradicar los paraísos fiscales. Necesitamos instrumentos y coordinación internacionales para perseguir las prácticas evasores. Es necesario que los movimientos de capital también paguen impuestos y que la política y los poderes públicos se mantengan firmes ante el poder económico y financiero.
La ciudadanía también tenemos mucho que hacer, presionando y movilizándonos para que los poderes públicos actúen contra este expolio del dinero de todos y exigiendo un comportamiento ético a todas las personas, empresas y entidades, sean famosos o no.